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¿Confesar mis pecados a un hombre o directamente a Dios? ¿POR QUÉ CONFESAR MIS PECADOS A UN HOMBRE? "Antes de ascender al Cielo Jesús sopló sobre Pedro y los apóstoles y les dijo: Reciban el Espíritu …Más
¿Confesar mis pecados a un hombre o directamente a Dios?

¿POR QUÉ CONFESAR MIS PECADOS A UN HOMBRE?

"Antes de ascender al Cielo Jesús sopló sobre Pedro y los apóstoles y les dijo: Reciban el Espíritu Santo, los pecados les serán perdonados a los que ustedes se los perdonen y les serán retenidos a los que ustedes se los retengan" (Juan 20, 21)

El Sacramento de la Reconciliación fue instituido por Jesús para que nosotros nos acerquemos más a Dios. Fue el mismos Jesús quién quiso que su gracia llegara a nosotros por medio de aquellos que habían decidido seguirlo más de cerca, es decir los apóstoles y en la actualidad, los sacerdotes para que perdonen los pecados en su nombre.

Si estás realmente arrepentido, comienza por aceptar la forma que Él mismos dispuso para perdonarnos, Esa forma es la confesión al sacerdote.

El sacerdote es un hombre como todos. Es cierto, es también un pecador que necesita ser perdonado. Pero, ¿rechazaría usted un tesoro porque no le gusta quien se lo entrega? Además el confesor no es el dueño, sino el servidor del perdón.

El pecado no daña solamente la relación de uno con Dios, sino que daña a toda la Iglesia de la cual formamos parte y también debemos reconciliarnos con ella. La Iglesia es una familia y TODO pecado afecta de alguna manera a todos sus miembros. Cada uno ocupa SU lugar en esta comunidad.

El mal que hacemos con nuestro pecado, causa una herida al Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, y como nadie puede remplazar a ningún otro en su lugar, lo que uno no construye, deja un vació en la comunidad y perjudica a todos.

Por eso, Dios quiere entregarnos el perdón a través de la Iglesia. Nadie puede "salvarse solo". A Dios solamente se llega "en familia". Y el representante de Dios y de la iglesia es el sacerdote que administra el perdón sacramental.
JESÚS Y LOS PECADORES

Jesús recibió a los pecadores con muchísimo cariño. Él nos reveló que Dios es un Padre amoroso y comprensivo, que siempre nos espera con alegría, cuando nos acercamos arrepentidos para confesar nuestra culpa y pedir que nos perdone.

Dios Padre te conoce y te quiere así como eres. Para Él, tú eres único.

La Reconciliación está en el corazón de la misión de Jesús. Jesús no sólo pasó su vida invitando a los hombres a convertirse, sino que el perdón de los pecados forma parte central del mensaje que le dejara a sus discípulos.

Jesús nos enseña que para Dios, es una fiesta vernos volver a Él y darnos su perdón. Él desde siempre nos está esperando para abrazarnos y celebrar con nosotros la alegría de la reconciliación. ¡Dios es rico en misericordia!

Jesús nos invita a formar parte de su Reino de Amor, para ello es necesario una CONVERSIÓN DE VIDA, es decir un cambio de corazón, de actitudes y de mentalidad.

¿POR QUÉ HAY QUE CONFESARSE?

Dios nos pide que lo amemos a Él a través de nuestros hermanos. Pero no es fácil amar. No es fácil encontrar el verdadero rumbo cuando uno está embrollado en la mentira, en el odio en el miedo, en los placeres, en el rencor, etc...

Todos hemos pasado por la experiencia de discutir con un amigo. En un momento de enojo hicimos o expresamos cosas que lo lastimaron. Un rato después, más tranquilos, nos damos cuenta de nuestro error y nos arrepentimos del mal que le hicimos pasar y de las cosas feas que le dijimos.

Sabemos, entonces, que no basta con darnos cuenta de que estuvimos mal.

Si queremos a nuestro amigo y apreciamos s amistad, debemos r a su casa y pedirle perdón. Necesitamos oír de su boca las palabras de perdón: "Te perdono, Aquí no ha pasado nada".

Por eso, con reconocer el pecado no basta. Debemos acercarnos a Dios y pedirle perdón. Necesitamos escuchar las palabras: "Tus pecados han sido perdonados".

Cuando hacemos entrar el pecado en nuestro corazón nos esclaviza, oscurece la luz que hay en nosotros y nos debilita la voluntad. El pecado nos hace dar la espalda a Dios, a nosotros mismos y a nuestros hermanos.

La Iglesia nos ofrece siempre la posibilidad de reconciliarnos con Dios en el SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN. Ser perdonado es cambiar, convertirse. Por eso, decimos que la reconciliación es un "camino de vuelta", de retorno constante a Dios y al hermano.

Cuando nos acercamos a este sacramento nos examinamos la conciencia: pedimos al Espíritu Santo que nos ablande la dureza del corazón para reconocer nuestros pecados y arrepentirnos, sinceramente.

www.mercaba.org/…/por_que_confesa…
¡Mira qué entrañas de misericordia tiene la justicia de Dios! —Porque en los juicios humanos, se castiga al que confiesa su culpa: y, en el divino, se perdona.
¡Bendito sea el santo Sacramento de la Penitencia!
Camino, 309
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jahfuentes