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¿Cómo nos preocuparemos por nuestros ancianos?

“Ética, envejecimiento y el próximo desafío en asistencia sanitaria” fue el título de la conferencia organizada el pasado jueves por el Acton Institute para el Estudio de Religión y Libertad. El evento, que duró todo el día, tocó temas médicos y económicos a la luz de los nuevos desafíos presentados sobre envejecimiento demográfico y, la hasta ahora, extensión del periodo de duración de la vida. El envejecimiento en sí mismo no es el principal problema de la sociedad, según el obispo Jean Laffitte, Secretario del Pontificio Consejo para la Familia. El problema, dijo, es que la “gente ya no está lista para dar la bienvenida a la vida”. Laffitte animó a los jóvenes a tener la valentía de casarse y tener hijos.

“No teman, el matrimonio es un camino hermoso, que te hace feliz y es un camino que no les limita la vida; por el contrario, es un camino que les abrirá la puerta al resto del mundo y el mundo los necesita, el mundo necesita su amor, su verdadero amor. No tengan miedo de amar y crear una familia”.

La conferencia, copatrocinada por el Pontificio Consejo para la Familia, reunió académicos, profesionales, eclesiásticos y políticos de todo el mundo. Cubrió muchos aspectos diferentes sobre el cambio demográfico que afecta el cuidado de la salud, abarcando desde el declive de los datos de la fertilidad hasta la investigación farmacéutica para el cuidado de pensiones a jubilados y a enfermos terminales.

Uno de los principales objetivos de la conferencia era ayudar a los participantes a entender cómo la ética y la economía pueden trabajar juntas para ayudar a confrontar el desafío de las poblaciones longevas.

Es por eso que, de acuerdo a Michael W. Hodin, Director ejecutivo de la Coalición Global en Envejecimiento, quien contribuyó a esta conferencia, “necesitamos pensar diferente respecto a nuestra vida”.

“Para poder lidiar con esta transformación demográfica, agregó, necesitamos partir de una actitud de vida de trabajo tradicional a una nueva, en donde se integra vivir una vida entera de trabajo, tomando un poco de tiempo libre, y luego volviendo al trabajo”.
Para poner esto en práctica, Hodin hizo una sugerencia:

“En lugar de pensar cómo vamos a rellenar los fondos de la seguridad social, pensemos cómo usar las políticas públicas para ofrecer un incentivo capaz de trabajar y vivir diferente. ¿Qué hay de los impuestos a corporaciones que tienen a la gente trabajando a los ochenta y los impuestos a individuos que quieren trabajar más tiempo?”.