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Lucas
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Santa Catalina de Siena: Frutos de la Doctrina Espiritual 3/14 El Santo Deseo 3/4: El Santo Deseo como impulso para la evangelización y la misión. Comentarios de Fray Nelson Medina OP sobre los frutos …Más
Santa Catalina de Siena: Frutos de la Doctrina Espiritual 3/14
El Santo Deseo 3/4: El Santo Deseo como impulso para la evangelización y la misión.
Comentarios de Fray Nelson Medina OP sobre los frutos de la doctrina espiritual Catalina de Siena: santo deseo, teología del amor, maternidad espiritual, don de la cruz. Para conocer más sobre lo que Fray Nelson ha comentado de Santa Catalina: Web de Fray Nelson: Aquí; Canal de YouTube de Fray Nelson (buscar Santa Catalina): Aquí
Resumen:

* Uno de los aspectos más hermosos del “santo deseo” es que unifica el amor a Dios y al prójimo. Esta es, por lo demás, una consigna muy clara en el Nuevo Testamento. 1 Juan 4,20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.” Santiago 2,18: “Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” (La fe apunta hacia Dios; las “obras” apuntan hacia las necesidades del prójimo. Son inseparables). Mateo 22,35-40: “Uno de ellos, intérprete de la ley, para ponerle a prueba le preguntó: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Y Jesús le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.”

* San Ireneo de Lión nos enseña que “La gloria de Dios es que el hombre viva y la vida del hombre es la visión de Dios.” Allí donde se rompen las cadenas que nos deshumanizan, es decir, el pecado, la ignorancia, la muerte, la injusticia o la miseria, allí se deja ver la gloria divina porque aparece en plenitud se plan, su sabiduría, su poder y su compasión. Puesto que somos imagen y semejanza de Dios, todo lo que empaña esa imagen es a la vez daño para nosotros y ocultamiento de la gloria de nuestro Creador. por la misma razón, lo que limpia nuestro ser y deja ver esa imagen bendita glorifica a Dios y constituye nuestro más genuino bien.

* El Santo Deseo nos saca de nosotros mismos, es decir, de la comodidad y la falsa seguridad, y nos pone, como quiere el Papa Francisco, “en salida” hacia nuestros hermanos. No cabe aquí la pasividad, que sería complicidad, ni la indiferencia, que sería crueldad.

* Como todo lo que es grande, el Santo Deseo puede ser deformado de varias formas que le quitan su sentido y su eficacia. Es bueno saber de estas deformaciones y peligros para evitarlos. Son cuatro principalmente:

(1) El fanatismo y la imposición: cuando un supuesto exceso de “celo apostólico” hace que agobiemos al prójimo para que se convierta según nuestro gusto o en nuestros tiempos. Sucede también cuando se confunde evangelizar con imponer una determinada cultura.

(2) La delegación cómoda: cuando tranquilizamos con mentira nuestra conciencia creyendo que basta con “no hacerle mal a nadie” y pensamos que si uno cumple con sus deberes ya no se le puede pedir más como cristiano. A menudo esta forma de egoísmo cómodo va unida a la idea de que en la Iglesia hay unos (curas y monjas, por ejemplo) que serían los únicos encargados de la evangelización.

(3) La falsa misericordia: cuando salimos de nosotros mismos y vamos al encuentro del hermano en su necesidad pero, por una falsa compasión, lo dejamos en su condición de pecado, quizás porque nos parece muy difícil que cambie a fondo su comportamiento. En esto hay un engaño hacia el prójimo y una falta de fe en la fuerza del Evangelio para realmente transformar la vida.

(4) El activismo: cuando consideramos que en el mucho hacer está el mucho lograr. La realidad es que cuando el Santo deseo es auténtico, primero “quema” el corazón con un suave y profundo dolor que se convierte en anhelo incontenible por la gloria divina y fortísima compasión por el prójimo, todo ello en oración y penitencia. De ese horno saldrán las palabras encendidas y los gestos verdaderamente elocuentes que alcanzarán frutos verdaderos.