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El valor de tu dinero

Por: JOSé MANUEL OTAOLAURRUCHI | L. C. |
7:19 p.m. | 21 de Septiembre del 2013

Mejor que carpintero, Jesús habría resultado un excelente comerciante palestino porque se ve a leguas que entendía de negocios, artimañas, ofertas y descuentos. ¡Cuántas veces recurrió a las finanzas para revelarnos la verdad sobre Dios, el mundo y el destino del hombre!

Compara la alegría que experimenta Dios por un pecador que se arrepiente, con el gozo de la mujer que recupera una moneda de gran valor después de haber barrido la casa y no cejar hasta dar con ella, y luego va corriendo a comunicar la noticia a sus vecinas. Esto suena a protección de capital variable.
Se vale del principio económico “mínima inversión, máximo rendimiento”, representado en la parábola del grano de mostaza, para motivarnos a buscar las cosas de arriba, donde las buenas obras producen un interés superior al 100 por ciento de lo invertido en esta vida.

Compara el Reino de los Cielos con el hombre que encuentra un tesoro y, en lugar de avisar al dueño, lo vuelve a esconder y de inmediato vende todo lo que tiene para comprar el campo y así allanar el camino de la explotación (Mt. 13,44). Es decir, asume el costo del riesgo que le genera invertir en un mejor negocio. Tiene sentido de oportunidad.

En la multiplicación de los panes, además de haber dado de comer a 5.000 personas, se ocupó de recoger las sobras y juntó 12 canastos llenos de peces y panes (Mt. 14,20). Mantenía un estricto control del gasto.

Aumento de capital, inversión, control del gasto; y no podían faltar las trampas y chanchullos del administrador infiel que, al verse sorprendido, llama a los deudores de su amo y les hace firmar nuevas letras para que al quedarse sin trabajo le resulte fácil encontrar amigos que lo reciban en su casa (Lc. 16,4). Jesús se valió de la astucia de aquel hombre deshonesto para invitarnos a darle un sentido sobrenatural al dinero, medio necesario para vivir.

¿Qué valor tiene el dinero? El afán de poseer mucho dinero parece ser el máximo ideal de jóvenes y viejos. Por dinero se corrompen conciencias, se compran falsas amistades, se pierden familias y se ganan partidos de fútbol. La acumulación indebida es inmoral porque se halla en abierta contradicción con el destino universal de los bienes. “Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se ganaron muchos dolores” (I Tm. 6,10).

El dinero vale cuando perfecciona a quien lo gana honestamente como fruto de su trabajo y esfuerzo, y cuando se gasta responsablemente en su doble dimensión personal y social como medio para desarrollar las propias cualidades humanas y sociales. El dinero mal habido es “precio de sangre” (Mt. 27,10).

José Manuel Otaolaurruchi, L. C.
twitter.com/jmotaolaurruchi

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Fuente de foto:
Recuperó el dinero robado, pero nadie lo quiere porque tiene manchas de sangre