Estudio sobre la validez de la Santa Misa Novus Ordo

Refutación de ciertos errores proliferantes en la Fraternidad San Pío X
Padre Federico, el 29.01.22 a las 2:26 AM

Por el R.P. Dr. Federico Highton, S.E.

Enero de MMXXII, Addis Adaba, Etiopía

Introducción

En la Orden San Elías celebramos la Misa Romana Tradicional (y no, como muchos erróneamente dicen, la Misa “Tridentina” o “de San Pío V” ya que ni Trento ni ningún Papa del Renacimiento crearon la Misa Romana Tradicional). Rezamos la Misa Tradicional, mas no por eso consideramos que la celebración de la Misa Nueva sea un pecado.

Pero, un sacerdote argentino que vive en Bogotá, pontifica, entre otros graves errores, que la celebración y la participación de la Misa Nueva es un acto per se pecaminoso. Hemos visto unas de sus pretendidas lecciones, dirigidas a un público lego que acata sin chistar lo que le diga este sacerdote, Pablo Bianchetti, de la Fraternidad Sacerdotal “San Pío X” (FSSPX).

En estas líneas transcribiremos extractos de su clase (intitulada “Misa Novus Ordo es la bastardización de la verdadera Misa”), todavía disponible en YouTube (¿QUÉ PENSAR DE LA NUEVA MISA? ¿ES BUENA LA NUEVA MISA?), y refutaremos algunos de sus principales errores.

No lo haremos para festejar la Misa de S.S. Pablo VI, para promover la enésima división ni para ganar “puntos” en la política eclesiástica, sino para extirpar los escrúpulos infernales que, por más santas que sean sus intenciones, este tipo de predicadores siembran en muchas almas. Conste que escribimos estas líneas con sumo pesar y que no nos mueve el deseo de castigar a tal o cual clérigo o grupo sino sólo el de ayudar a las almas y liberarlas del tormento de la perplejidad de conciencia, en lo que a este capital punto respecta, y este fruto no es de poca monta ya que, como escribía el Padre Castellani en “El Ruiseñor Fusilado”, uno de los peores tormentos es la perplejidad de la conciencia en materia religiosa. En efecto, como dice aqueste grande teólogo, “la perplejidad de conciencia es una gran tortura, sobre todo para una conciencia delicada —porque la Iglesia tiene el poder de obligar “en conciencia", poder tanto más fuerte cuanto más fe y amor tiene el obligado. La tortura de la perplejidad de conciencia —the divided soul de los psicólogos—, es una de las peores que existen, dice Juan de la Cruz” (Castellani, L., El Ruiseñor Fusilado. El Místico, Penca, Buenos Aires 1952, 36).

Nos sobran ocupaciones apostólicas, pero hemos sacado tiempo de donde no tenemos para escribir estas líneas -que no tienen ninguna pretensión de genio u originalidad- ya que conocemos de primera mano almas que están sufriendo por discursos como el que sostiene el padre Bianchetti (y muchos de sus cofrades de la FSSPX), algunos llegando al punto de negar prácticamente el Tercer Mandamiento de Dios (“Santificarás las fiestas”) y el Primero de la Iglesia («oír misa entera los domingos y demás fiestas de precepto […]» [CIC nº2042]) puesto que temen que si van a la Misa Nueva -aunque la celebre la comunidad St. John of Cantius con el máximo esplendor cultual-, ofenderían a Dios, lo cual no es sino el colmo del absurdo. Este tipo de narrativas, como la de Bianchetti, terminan llevando a muchas almas confundidas a preferir la “Misa por Facebook” -plataforma creada y manipulada por un enemigo de Dios- antes que asistir presencialmente ante el altar del Dios vivo, como si la mediación de pantallas y cámaras superase el contacto físico con el Amor de los Amores, casi como creyesen que se distancian más de Lutero por conectarse a las redes (a)sociales que por arrodillarse ante Cristo Crucificado en el altar de Dios.

Les hemos explicado a los seglares estas razones de varias maneras pero nos pidieron que hagamos el debate público puesto que ellos no saben responder a los lugares comunes de estos insistentes, y a menudo cuasi-monotemáticos “superapóstoles”. Por eso, acá estamos escribiendo estas líneas, aunque a muchos les moleste.

Pero, hay un motivo más para publicar estas notas y es que el padre Bianchetti, queriendo y profesando ser tomista, contradice radicalmente a Santo Tomas diciendo, en lo que toca a uno de los puntos claves que desarrollamos en este escrito, exactamente lo contrario a lo que enseña el Doctor Angélico, todo lo cual nos lleva a concluir que Bianchetti, no entiende a Santo Tomás o (lo que es más probable) no leyó el Tratado de los Sacramentos de la Summa Theologiae y por eso pone en tela de juicio la validez de incontables misas, sembrando una angustia infinita en sus oyentes, todo lo cual podría haber evitado leyendo una solo artículo de la Summa.

Entremos en tema.

De los errores del padre Bianchetti

Primer error del p. Bianchetti: “la misa tradicional, la misa católica. No estoy distinguiendo. Son la misma. La misa católica, la misa tradicional, es la misa de la Iglesia”.

El p. Bianchetti identifica la misa católica con la misa tradicional y lo enfatiza diciendo que esa “es la misa de la Iglesia”. Nosotros, nos preguntamos: ¿sabe este sacerdote que en la Iglesia hay muchos ritos (Romano, Bizantino, Copto, Mozárabe, Malabar, Maronita, Ambrosiano…) y que por ende no se puede decir que tal o cual rito es la misa católica y por ende la misa de la Iglesia?

Segundo error del p. Bianchetti: “Validez y licitud. (…) La palabra lícito, eh, digamos así, traducido de un modo sencillo significa bueno […] La licitud… hay reglas que la Iglesia pone, pero que dependen de la naturaleza de las cosas […]. La licitud es… ¿es buena o es mala esa misa?”

Bianchetti trata de explicarle a sus alumnos la distinción canónica entre validez y licitud. La explicación es muy rara. Dice que la licitud supone la observancia de de leyes eclesiales pero agrega que esas leyes dependen de la naturaleza de las cosas, olvidando que la mayoría de la las normas litúrgicas son convencionales y no naturales aún si muchas de estas convenciones las hubiese fijado los Apóstoles. De hecho, hay un pasaje clarísimo de la Summa donde Santo Tomás señala que muchas cosas de la Sacra Liturgia son de origen apostólico, mas convencionales. Leamos:
“Hay cosas en los sacramentos que han sido introducidas por los hombres, y éstas no son necesarias, sino que les confieren una cierta solemnidad, útil para mover a la devoción y reverencia en quienes los reciben. Pero hay otras cosas que sí son necesarias, y éstas son las establecidas por Cristo, que es Dios y hombre. Y aunque no todas nos han sido transmitidas en la Sagrada Escritura, la Iglesia las recibió por la transmisión familiar de los Apóstoles, como lo dice San Pablo en 2 Cor 11,34: lo demás lo dispondré cuando vaya” (III, q. 64, a. 2, ad 1um).

Un sacerdote, a quien por el momento no citaremos, pero que comparte la misma perspectiva del p. Bianchetti y pertenece a su misma congregación, se indignaba contra los que sostienen que la Misa Tradicional y la Nueva “tienen el mismo grado de validez y licitud” (sic), olvidándo que algo es justo (y por ende lícito) o no lo es, pero que no existen los grados de licitud. Lo mismo hay que decir de la validez.

Tercer error del p. Bianchetti: “La misa nueva expresa la fe protestante […] El rito es protestante y los protestantes no creen en que Cristo baja al altar. […] La misa nueva es tan protestante que uno no tiene ni idea si consagra o no consagra. (…) La mayoría de las veces uno sale con una angustia más grande que la que entró: ¿será que Cristo está o no está? ¿Será que el sacerdote quiere consagrar o no quiere consagrar?”.

Dice que la Misa Nueva expresa “la fe protestante". A esto respondemos:

¿Desde cuando hay una “fe protestante”? Solo hay una Fe, la católica. El protestantismo no es fe, sino herejía. Si usa la palabra fe como fe humana, entonces su expresión es ambigua.

Cualquier persona que asista a una Misa Nueva celebrada según las rúbricas por un sacerdote con fe, verá que no hay nada que lo mueva a la herejía protestante. ¿Dónde se vio una persona que conozca el catecismo que se haya hecho protestante por asistir a una Misa Nueva celebrada según las rúbricas?

¿Quién en su sano juicio puede afirmar que la Misa Nueva celebrada ad orientem y en latín por la congregación St. John of Cantius o la Misa Nueva dicha por Fray Pierino (el hijo espiritual del padre Pío que lee las almas) -por poner dos ejemplos gráficos- expresa la herejía protestante? Nadie salvo un ideólogo, pero la ideología nubla el juicio.

Bianchetti admite que muchos sacerdotes celebran el Novus Ordo y consagran válidamente (cfr. minuto 23), pero dice que la mayoría de las veces los fieles salen angustiados de la misa nueva pues dudan si hubo o no consagración. Esto es mentira. ¿En qué fuente se basa para afirmar esta estadística litúrgica? Si ningún sondeo, siquiera ad sensum, lo avala, ¿sabe que mentir es pecado?

Pero, una de las cosas más graves del discurso de Bianchetti, y en esto se cifra el quid de nuestro escrito, es que dice lo siguiente:

“La Misa Nueva es tan protestante que uno no tiene ni idea si consagra o no consagra. (…) La mayoría de las veces uno sale con una angustia más grande que la que entró: ¿será que Cristo está o no está? ¿Será que el sacerdote quiere consagrar o no quiere consagrar?”.

“O sea, el rito de la Misa [Nueva] no me está garantizando la intención de cambiar el pan en el cuerpo de Cristo (…). Además, toda la formación sacerdotal en los seminarios tampoco le garantiza la fe en la transubstanciación (…). Entonces lo que va a ocurrir con el tiempo es que cada vez con el tiempo van a aumentar las misas inválidas (…). Porque disminuye la fe, están perdiendo la intención, entonces cada vez van a haber más misas inválidas […] Porque disminuye la Fe, están perdiendo la intención, entonces cada vez van a haber más misas inválidas. […] Digamos que el rito de la Misa Tradicional te obliga a tener la intención. Para no tener la intención tendrías que estar en una rebelión grande. (…) Tenes que ser un idiota para no darte cuenta que te está obligando a consagrar”.

En pocas palabras, Bianchetti, con toda vehemencia y claridad, afirma que la Misa Nueva puede ser válida o inválida y que para ser válida requiere que el sacerdote tenga fe eucarística, de modo tal que si no tiene fe, no es válida ya que la carencia de fe, ipso facto, según Bianchetti, le impediría tener la intención -que se requiere para consagrar-. Completa su errada tesis diciendo que la Misa Tradicional ayuda a que el sacerdote tenga fe y posea intención de consagrar, pero, dice, que la Misa Nueva predispone al sacerdote a hacerse protestante y por ende dificulta grandemente que él conciba la intención necesaria para consagrar (valga aclarar que la doctrina católica enseña que si el sacerdote celebra la misa sin aquello que se llama “intención”, entonces la misa no es válida). Refutemos ahora el error de Bianchetti.

A este respecto, el primer error de este clérigo es que cree que si el celebrante carece de fe, entonces no hay consagración. Este es el meollo de la cuestión. Ahora bien, el problema es que esta tesis de Bianchetti es de suyo falsa. En efecto, como enseña Santo Tomas de Aquino, el sacerdote sin fe, consagra válidamente, esto es, tenga o no tenga fe, sea o no sea un hereje, la misa del sacerdote apóstata (es decir, que renunció a la fe) o que nunca tuvo fe, es siempre válida. Leamos los textos de la Summa Theologiae, donde el Doctor Angélico nos explica este punto:

“Sólo Dios es quien produce el efecto interior del sacramento” (III, q. 64, a. 1, s.c.).

“El efecto propio del sacramento no se obtiene por la oración de la Iglesia o del ministro, sino por el mérito de la pasión de Cristo, cuya virtud actúa en los sacramentos (…). Por donde se deduce que el efecto del sacramento no es superior porque sea más santo el ministro” (III, q. 64, a. 1, ad 2um).

“¿Qué te puede hacer un mal ministro si el Señor es bueno?” (III, q. 64, a. 5, s.c.).

“El cuerpo del médico —instrumento del alma en el ejercicio de la ciencia médica— puede estar sano o enfermo; y un tubo por el que pasa el agua puede ser de plata o de plomo. Por consiguiente, los ministros de la Iglesia pueden conferir los sacramentos aunque sean malos” (III, q. 64, a. 5).

“Así actúa Cristo en los sacramentos, sirviéndose de los malos ministros como de instrumentos inanimados. Y de los buenos como de miembros vivos” (III, q. 64, a. 5, ad 2um).

“la perversa intención del ministro en los sacramentos pervierte únicamente lo que es obra suya, no lo que es obra de Cristo, de quien él es ministro” (III, q. 64, a. 10, ad 3um).

Llama particularmente la atención que Bianchetti diga que “Tenes que ser un idiota para no darte cuenta que [el Misal Tradicional] te está obligando a consagrar”. Y decimos que llama la atención ya que no sólo porque la Iglesia no ordena idiotas sino porque el grado de inteligencia o rapidez mental del sacerdote no tiene ninguna relación con la validez de la Misa. Desde estas líneas le aconsejamos a Bianchetti que si quiere promover tal o cual conducta, se valga de argumentos verdaderos y no de sofismas.

Alguno de todos modos podría decir que si bien, el sacerdote malo (v.gr. concubinario o ladrón) consagra válidamente, de todos modos hace falta que tenga fe. Esto es falso. Como dijimos y enseña Santo Tomás, el sacerdote sin fe, consagra válidamente. Esto es del todo claro ya que el Doctor Universal le dedica precisamente un artículo de la Summa Theologiae a este punto. Es el artículo 9 de la cuestión 64 de la III Pars. El mismo lleva por título “¿Se requiere la fe del ministro para realizar el sacramento?”. Veamos algunos extractos de este magistral artículo.

“El ministro interviene en los sacramentos en calidad de instrumento, no actúa por virtud propia, sino por la de Cristo. Y de la misma manera que pertenece a la propia virtud del hombre la caridad, también pertenece la fe. Por tanto, como la caridad del ministro no es requerida para la confección del sacramento (…), tampoco se requiere su fe, sino que un infiel puede administrar un verdadero sacramento, con tal de que no falten los otros requisitos necesarios” (III, q. 64, a. 9). Los requisitos, aclaremos, son la materia, la forma y la intención. Ya hablaremos de la intención.

De todos modos, el padre Bianchetti aún podría esbozar una objeción de este estilo: “la intención del ministro es necesaria para la confección del sacramento. Ahora bien, la fe dirige la intención, como dice San Agustín en Contra Julianum. Luego si falta la verdadera fe en el ministro no se realiza el sacramento”.

Bueno, esta es la primera objeción que el Aquinate presenta en el mismo artículo, pero es refutada de modo contundente por él mismo: “si la falta de fe es acerca del mismo sacramento que administra, aunque crea que el rito externo que practica no tiene ninguna eficacia interior, sabe, no obstante, que la Iglesia Católica intenta con el rito externo administrar un sacramento. Por lo que, a pesar de su falta de fe, puede intentar hacer lo que hace la Iglesia, aunque piense que aquello no sirve para nada. Pues bien, solamente esa intención es suficiente para la realización del sacramento, porque, como se ha dicho antes (a. 8 ad 2um) el ministro actúa movido por la persona de toda la Iglesia, cuya fe suple la que le falta al ministro”. Caso cerrado.

Es interesante mencionar que el problema que planteamos ya había sido discutido en la Edad Media. “Nihil novum sub sole”, diría Salomón.

En efecto, en el Medioevo, durante un tiempo, hubo dos posturas: la “internista” y la “externista”. La primera sostenía que sin fe ortodoxa, el ministro no consagraría. Esta es la postura errada de Bianchetti, que habría hecho bien y nos habría ahorrado tiempo si simplemente hubiese leído III, q. 64, a. 9.

Aprovecha señalar que el p. Jesús Espeja Pardo (O.P.), en una nota al pie al art. 9 precisa lo siguiente:
“Aquí surgió la discusión entre internistas y externistas: ¿es suficiente hacer el rito sacramental, o hay que tener la voluntad expresa de querer lo que quieren Cristo y la Iglesia? El sacramento tiene una finalidad objetiva anterior a la voluntad del ministro; si éste consciente y libremente realiza lo prescrito por la Iglesia, entra ya en esa finalidad objetiva (a.9 sol.1; a.10 sol.1)” (Suma Teológica, V, BAC, Madrid 1994, 547, nota j).

Ahora bien, quedó claro que no hace falta fe para que el sacerdote consagre. De todos modos hace falta la intención. Si el sacerdote no tiene intención de consagrar, entonces no consagrará (cfr. III, q. 64, a. 8). Pero, Santo Tomás, contrariamemente a lo que dice Bianchetti, explica que el sacerdote puede tener intención consecratoria válida aún cuando no tenga fe en la consagración. Pero, ¿cómo poseerá esa intención? Veámoslo.

Como explica Santo Tomás, si no hay intención de consagrar, no hay consagración. Pero, esta intención, contrariamente a lo que dice Bianchetti, no hace falta que sea actualizada o renovada o recordada por el mismo sacerdote, sino que se actualiza y configura ipso facto cada vez que el sacerdote recita la fórmula (o forma) de la consagración. Por ende, aunque el sacerdote no sepa lo que está haciendo o esté pensando en cualquier otra cosa (v.gr. en los goles de Messi, en las deudas parroquiales o en la mar en coche), el sacerdote consagra con la intención suficiente y por ende consagra válidamente. El único caso en el cual no habría intención válida es en el rarísimo supuesto de que el sacerdote expresamente se niegue a hacer lo que la Iglesia quiere hacer (sea que él crea o no lo que la Iglesia quiere hacer). El Aquinate incluso afirma que esa negación debe ser externamente manifestada, aunque alguno podria quizás pensar que bastaría con una negación expresa pero interna si hacen interpretación por extensión de Dz 1318. Sea lo que sea, es rarísima cualquiera de las dos hipótesis.

Veamos algunos pasajes donde el Aquinate trata este punto:

En el vídeo, se oye que una alumna preocupada le manifiesta al padre Bianchetti que las implicancia de su (falsa) tesis “internista radical” son terribles ya que los laicos quedarían en perpetua angustia ante la duda sobre la validez de la consagración, mas el Padre Bianchetti en vez de deshacer la preocupación como hizo el Aquinate en III, q. 64, a. 8, ad 2um, le alimenta la inquietud cargándola de dramatismo, para traer agua a su molino.

En efecto, la idea que genera esta preocupación de la alumna, ya estaba presente en la segunda objeción de III, q. 64, a. 8, que dice así:
“un hombre no puede conocer la intención de otro hombre. Y si fuese exigida la intención del ministro para la realización del sacramento, quien se acerca a recibirlo no podría saber si lo ha recibido o no, por lo que tampoco podría tener la certeza de su salvación, tanto más cuanto que hay sacramentos cuya recepción es necesaria para conseguir la salvación”.

Santo Tomás responde a esta terrible inquietud, que puede sumir a las almas en la más espantosa de las perplejidades, con olímpica maestría:

“el ministro actúa movido por la persona de la Iglesia entera, de la que es ministro” (III, q. 64, a. 8, ad 2um);

“las palabras que pronuncia manifiestan la intención de la Iglesia” (III, q. 64, a. 8, ad 2um);

“esta intención [esto es, la intención de la Iglesia, manifestada ipso facto al recitar las palabras consecratorias] es suficiente para la realización del sacramento, mientras que el ministro o quien lo recibe no manifiesten externamente una intención en contrario” (III, q. 64, a. 8, ad 2um).

Cuarto error del p. Bianchetti: “Si dijera ‘este es mi cuerpo’, ahi habría una duda seria de si está consagrando o no”.

Esto pasa si se reza en latín, no en español. Una vez más, Bianchetti yerra gravemente. Analicemos este punto.

La fórmula consecratoria latina dice “hoc est enim corpus meum” (“esto es mi cuerpo”), mas si dijese “hic est enim corpus meum” (“este es mi cuerpo”), no habría consagración ya que “hic” es un pronombre demostrativo de género masculino pero “corpus” es un sustantivo de género neutro. El “hic est enim corpus meum” se traduce como “este es mi cuerpo”, pero si se reza la Misa en español y se dice “Este es mi cuerpo”, la consagración es válida ya que tanto “este” como “cuerpo” son del mismo género (masculino).

Quinto error del p. Bianchetti: en 18:15, él elogia que el misal antiguo tiene una rúbrica que pide que las palabras consagratorias se lean clara y distintamente y que están en letra grande.

Respondemos: hay muchísimas ediciones (la inmensa mayoría hasta donde vimos) del misal nuevo que ponen las palabras consecratorias en letra grande. Es más, el misal nuevo explícitamente pide que las palabras consecratorias se lean clara y distintamente. En efecto, el misal nuevo dice lo siguiente: “En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas” (Misal Romano).

Sexto error del p. Bianchetti: (18:20): “en el misal nuevo lo único que hay es una narración, (…) como si yo les leyera el Evangelio “.

Falso. La fórmula es prácticamente la misma. Comparemos la fórmula consecratoria del Canon del misal nuevo y la del misal tradicional.

El misal tradicional, según la traducción de Don José Pulido y Espinosa (Pulido y Espinosa, J., Misal Romano traducido al español conforme al que usa la iglesia según el decreto del sagrado Concilio Tridentino confirmado por los Sumos Pontífices San Pío V, Clemente VIII y Urbano VIII aumentado con todas las misas nuevas concedidas hasta hoy con indulto apostólico, y arreglado para el mejor uso de los fieles, Librería Española, Guayaquil, 1851, p. 171), dice así: “Quien en la víspera de su pasión, tomó el pan en sus santas y venerables manos, y levantando sus ojos al cielo, hacia ti, oh Dios, tu Padre omnipotente, dándote gracias bendijo + este pan, lo partió y lo dió a sus discípulos diciendo: tomad y comed de él todos”.

El misal nuevo dice así: “el cual la víspera de su pasión tomó pan en sus santas y venerables manos y elevando los ojos al cielo, hacia Ti Dios Padre suyo todopoderoso dando gracias te bendijo [en la última versión francesa, “dijo la bendición”], lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: tomad y comed todos de Él porque esto esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros”.

No hace falta ser muy lúcido para darse cuenta de que ambas fórmulas son narraciones. Por ende, nos preguntamos qué le pasa a Bianchetti: él que tanto enfatiza la importancia de prestar atención a la fórmula consecratoria, ¿leyó alguna vez con atención la fórmula consecratoria del Vetus Ordo? ¿Se dió cuenta de que tiene un estilo narrativo y que ésto no es ningún óbice a los efectos consecratorios?

Séptimo error del p. Bianchetti: Si el sacerdote se acuerda y cree que tiene que consagrar, entonces consagra”. “Y si el sacerdote no se acuerda, o no cree que tiene que consagrar, no consagra”.

Una vez más yerra alevosamente el padre Bianchetti cuando afirma que si el sacerdote se olvida que debe consagrar, esto es, si se distrae en el momento de la consagración, entonces no hay consagración. Esta afirmación supone una ignorancia supina por parte de este sacerdote de la Fraternidad San Pío X, lo cual es del todo sorprendente ya que Mons. Lefebvre escribió que hay que “repasar las encíclicas de los Papas sobre Santo Tomás y sobre la necesidad de seguirlo en la formación de los sacerdotes” (Prólogo, Itinerarios).

En efecto, el Doctor Angélico en la tercer objeción de III, q. 64, a. 8 plantea que aparentemente no habría consagración en caso de que el sacerdote no se acuerde que tien que consagrar. Lo dice así: “no puede decirse que un hombre tiene intención de hacer una cosa cuando no está atento a lo que hace. Pero hay veces que los ministros de los sacramentos no prestan atención a lo que dicen o hacen, sino que están pensando en otra cosa. Luego, en este caso, no se realizaría el sacramento por falta de intención”.

Santo Tomás responde a esta simple objeción con suma claridad: “Si bien el que piensa en otra cosa no tiene la intención actual, tiene, sin embargo, la intención habitual, que basta para realizar el sacramento. Por ejemplo, si un sacerdote va a administrar un bautismo con intención de hacer lo que hace la Iglesia y, mientras lo administra, se le va el pensamiento a otra cosa, el sacramento se realiza en virtud de la intención primera. Aunque el ministro del sacramento debe procurar con toda diligencia tener también la intención actual. Pero esto no está enteramente en poder del hombre, porque sin que él lo pretenda, cuando quiere estar muy atento a una cosa, se pone a pensar en otra, según aquello del Sal 39,13: Mi corazón me abandona”. Conclusión: que Bianchetti lea a Santo Tomás, que tanto dice seguir.

Octavo error: el padre Bianchetti, en el minuto 27, critica la Misa Nueva puesto que, según él, en ella no se usa ni bandeja para la comunión, ni los sacerdotes se purifican los dedos ni hacen la “preservatio” (que consiste en pegar las yemas del pulgar y el índice después de la consagración).

En la 3ª edición del Misal Romano (NO) al menos, la bandejita de la comunión está prescripta; no es optativa. Además, dirigir esta acusación contra la Misa Nueva es como decir que la Misa Nueva es mala ya que, entre otras cosas, el sacerdote no usa casulla. Que algunos o muchos celebren sin casulla, no significa que el misal nuevo apruebe esta práctica. La realidad es que la Misa Nueva no sólo no prohíbe ni la bandeja ni la preservatio, sino que manda al sacerdote a que haga la purificación. De hecho, muchísimos sacerdotes celebran la Misa Nueva usando la bandeja, aplicando la preservatio y purificándose con celo y cautela.

Que la Misa Nueva pueda merecer críticas legítimas, no implica que se la pueda impugnar con falsos cargos, como el de la ausencia de la purificación, la bandeja o la preservatio.

Conclusión

Es sabido que Mons. Lefebvre afirma en el prefacio de su “Itinerario espiritual siguiendo a Santo Tomás de Aquino en su Suma teológica”, escrito en 1989, que la fundación de la Fraternidad “San Pío X” es, a su juicio, “la única solución para renovar la Iglesia y la Cristiandad”.

En el prólogo de la misma obra, hecho en 1990, osa decir que “Dios, en su misericordiosa sabiduría, salvó la herencia de su sacerdocio, de su gracia, de su revelación, mediante estos dos obispos”, esto es, mediante él (Mons. Lefebvre) y Mons. Castro Mayer. He aquí que, después de haber explicitado y refutado las barbaridades dichas por el p. Bianchetti y haber visto cómo contradicen las enseñanzas perennes del Aquinate, desde estas modestas líneas, invitamos a los superiores de este joven clérigo a que, si siguen aspirando, a nivel congregacional, a ser “la única solución para renovar la Iglesia y la Cristiandad” -como soñaba Lefebvre-, a que obliguen al p. Bianchetti (y todos sus cohermanos que abrazan los mismos desvaríos) a retractarse para conformarse no a las opiniones del suscripto sino a la doctrina del mayor santo de los sabios y el mayor sabio de los Santos, Santo Tomas de Aquino.
En breve, quien pretenda ser miembro de un movimiento que osa querer ser “la única solución” y el salvador de la herencia de la gracia divina (si es que este “mesianismo congregacional” fuese viable), que al menos empiece leyendo la Suma Teológica.
Super Omnia Veritas
En efecto, la argumentación del Padre Bianchetti tiene algunas imprecisiones. Sin embargo, acierta en lo esencial, lo que el Padre Highton no comenta. Algo así como colar el mosquito y tragarse el camello. El estudio que los Cardenales Ottaviani y Bacci hicieron en 1969 demuestra cabalmente el caracter anticatólico de la "reforma litúrgica": Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae - Carde…Más
En efecto, la argumentación del Padre Bianchetti tiene algunas imprecisiones. Sin embargo, acierta en lo esencial, lo que el Padre Highton no comenta. Algo así como colar el mosquito y tragarse el camello. El estudio que los Cardenales Ottaviani y Bacci hicieron en 1969 demuestra cabalmente el caracter anticatólico de la "reforma litúrgica": Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae - Carde… Veremos si el Padre Highton se atreve a rebatirlo... - Una interesante respuesta: VOLVER DEL ERROR. LA PESADILLA DEL VANIDOSO
Marcelo Fernando de Argentina
Entiendo que La Misa Tradicional es más excelente. Entiendo también que el Novus Ordo ha dado lugar a desastrosas desviaciones. Pero hay un hecho innegable. Hay ciudades enteras donde no existe la Misa Tradicional como es en mi ciudad. No tengo más remedio que asistir a Misa Novus Ordo celebrada dignamente. Y me sostengo en la fe católica gracias a la Misa diaria y a la Confesión frecuente. De …Más
Entiendo que La Misa Tradicional es más excelente. Entiendo también que el Novus Ordo ha dado lugar a desastrosas desviaciones. Pero hay un hecho innegable. Hay ciudades enteras donde no existe la Misa Tradicional como es en mi ciudad. No tengo más remedio que asistir a Misa Novus Ordo celebrada dignamente. Y me sostengo en la fe católica gracias a la Misa diaria y a la Confesión frecuente. De lo contrario no estaría aquí hablando con ustedes y hubiese perdido la fe hace muchísimo tiempo. No tengo ninguna duda al respecto. Creo que habría que hacer la distinción entre liturgia y doctrina. Además están los Milagros Eucarísticos del Novus Ordo que hasta Monseñor Williamson acepta como verdaderos. Probablemente porque es un hombre que acepta el Misterio insondable de Dios.
Super Omnia Veritas
El problema es que el Padre Highton -a quien estimo y conozco personalmente-, al igual que tantos otros clérigos conciliares "conservadores", no comprende que tanto el CVII como las "reformas" y el "magisterio" subsiguientes son modernistas y contrarios a la fe católica, forman parte de la subversión anticrística en la Iglesia, y deben ser rechazados y denunciados como tales...
Marcelo Fernando de Argentina
ahí estoy de acuerdo con Ud. Doctrinalmente hay serios problemas desde el CVII.