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EXPERIMENTAR EL AMOR TRINITARIO. En la noche de los tiempos cabalgó Moisés, para justificar ante su Pueblo, aquello tan admirable, nunca visto y nunca oído, de un extremo al otro del cielo… Dios que …Más
EXPERIMENTAR EL AMOR TRINITARIO.

En la noche de los tiempos cabalgó Moisés, para justificar ante su Pueblo, aquello tan admirable, nunca visto y nunca oído, de un extremo al otro del cielo… Dios que habla desde la llama chisporroteante de aquel fuego… ¿Qué Pueblo oyó la voz de Dios desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? Y en un arrebato de amor exclamó: ¡El Señor es Dios –allá arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro, observen los preceptos y mandatos!… (Deut 4)

Su voz se expandió en el espacio sin tiempo y encontró su eco en Cristo Jesús Dios encarnado, sus palabras resonaban como el crepitar de aquel mismo fuego de Amor del Sinaí: Si guardais mis mandamientos permaneceréis en mi amor.. (Jn 15,10)…. De pronto, aquel monte resplandece, desde la cumbre al valle… con el rojo sol del ocaso… las ondas sonoras escapan juguetonas de sus labios divinos, para anunciar el supremo misterio antes de partir: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. -Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que les he mandado. Yo permaneceré con ustedes hasta el fin del mundo.

Una gran efusión de luz inundó el monte y el valle de los tiempos de aquel ayer, hoy y mañana, de lo eterno es el mismo eco transformador del hombre y su universo, a través de mil voceros y profetas que dejan sus sandalias y pisan descalzos y desprendidos de lo superfluo, el santo lugar de la zarza ardiente del Amor de Dios por el hombre… y la gran sinfonía se extiende por el mundo diciendo… YO SOY… y estaré con ustedes hasta la consumación de los siglos… A mi imagen y semejanza los formé y YO SOY DIOS TRINO Y UNO, como el Padre y YO somos UNO en el ESPÍRITU DE AMOR, ámense y sean UNO en el amor que compadece y perdona siempre.
Hna María Agustina