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*Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (Mt 8, 18-22).* LUNES XIII SEMANA TIEMPO ORDINARIO Al verse rodeado por la multitud, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla …Más
*Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (Mt 8, 18-22).*
LUNES XIII SEMANA TIEMPO ORDINARIO

Al verse rodeado por la multitud, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré adonde vayas”. Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Otro de sus discípulos le dijo: “Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos”.

*Palabra del Señor*.

*Comentario*
Seguir a Jesús no es fruto de una decisión propia, sino de un llamado. Jesús, cuando nos convoca, presenta las dificultades del seguimiento; nuestra decisión viene después. ¿Somos capaces de seguir a Jesús cuando nos dice que no tendremos lugar en donde recostar nuestra cabeza, es decir, que no tendremos seguridades humanas al poner nuestra mirada solo en él?

*Oración introductoria*
Señor, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad. Teóricamente yo también quiero seguirte, ansío ser fiel a los innumerables dones de tu gracia; pero, bien conoces mi debilidad, mis apegos… Hoy me pongo de rodillas ante Ti y te suplico me des la luz y la fuerza de tu Espíritu Santo.

*Petición*
Ven, Espíritu Santo, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad

*Meditación*
Hoy, el Evangelio nos presenta —a través de dos personajes— una cualidad del buen discípulo de Jesús: el desprendimiento de los bienes materiales. Pero antes, el texto de san Mateo nos da un detalle que no querría pasar por alto: «Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre...» (Mt 8,18). Las multitudes se reúnen cerca del Señor para escuchar su palabra, ser curados de sus dolencias materiales y espirituales; buscan la salvación y un aliento de Vida eterna en medio de los vaivenes de este mundo.

Como entonces, algo parecido pasa en nuestro mundo de hoy día: todos —más o menos conscientemente— tenemos la necesidad de Dios, de saciar el corazón de los bienes verdaderos, como son el conocimiento y el amor a Jesucristo y una vida de amistad con Él. Si no, caemos en la trampa de querer llenar nuestro corazón de otros “dioses” que no pueden dar sentido a nuestra vida. Es lo que les pasa a muchos actualmente. Para eso es preciso, como el Señor, el desprendimiento de todo aquello que nos ata a una vida demasiado materializada y que cierra las puertas al Espíritu.

«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (...). Sígueme» (Mt 8,22), nos dice el Evangelio de hoy. Y san Gregorio Magno nos recuerda: «Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada». Es un buen criterio para examinar nuestro seguimiento de Jesús.

La petición de Jesús es exigente y a la vez, menciona condiciones muy severas "quien pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás no es apto para el reino de los cielos". Pero, cuando se ama, se es exigente con el amado, se desea su fidelidad, su paz, con dividimos con los mismos sentimientos, con las mismas esperanzas y con las mismas necesidades. El amor no se conforma con los recortes de tiempo, entre el trabajo y las diversiones. Una relación de amor se hace a través del diálogo íntimo, del empeño que comporta un riesgo personal. Si no es así, entonces no es una relación auténtica y sincera, sino incumplidora y caprichosa, que espera los acontecimientos y sospecha dudas. ¿Es esta la relación que Dios quiere con los hombres? Y a pesar del amor de Cristo, ¿vamos a responder con menos amor? Él, que nos ha amado absolutamente hasta llegar a morir en la cruz para salvarnos de la muerte y del pecado.

Jesús no rechaza la oferta que el escriba y el discípulo le ofrecen. Pero con su respuesta exigente les hace entender que, cuando se dona una cosa se hace de forma generosa y íntegra, no incierta y parcial.

La vocación, y no sólo a la vida consagrada, sino también la vocación al matrimonio, a la paternidad o al empeño cristiano en general, una vez reconocida, debe ser concretada, sin miedo al respeto humano. A menudo contamos con temores, dificultades, problemas sin embargo, si el amor es sincero y sin reservas, Cristo mismo estará presente para darnos la fuerza y las soluciones para vencerlos.

*Propósito*
Ante el Santísimo Sacramento, revisar mi vida: ¿qué me pide Dios que no he querido darle?

*Diálogo con Cristo*
Señor, el ambiente y los medios de comunicación buscan imponer un estilo de vida donde lo práctico y el bienestar ocupan el primer lugar. Seguirte, comprometer la vida al ideal del Evangelio, es ir contra corriente. Así es, y así ha sido siempre. No permitas que me engañe, que busque evadir mis responsabilidades. Ayúdame a saber vivir mi misión, identificándome plenamente con el ideal que me propone tu Evangelio.

Pbro. Cristian Hernan Andrade