15:13
EDGARIUS
221
6 Julio 2017-Jueves 13º Ordinario-Mt 9, 1-8-Ni Juditas ni el señor Cura curan: Sólo el Señor cura. EVANGELIO DEL JUEVES 13º DEL TIEMPO ORDINARIO, 30 DE JUNIO 2016-CICLO C: Mt 9, 1-8: “NI JUDITAS NI …Más
6 Julio 2017-Jueves 13º Ordinario-Mt 9, 1-8-Ni Juditas ni el señor Cura curan: Sólo el Señor cura.

EVANGELIO DEL JUEVES 13º DEL TIEMPO ORDINARIO, 30 DE JUNIO 2016-CICLO C: Mt 9, 1-8: “NI JUDITAS NI EL SEÑOR CURA CURAN: SÓLO EL SEÑOR CURA”. Al leer este Evangelio me acordé de las misas, así llamadas de sanación, aunque toda misa, por sí misma, es para sanar. Es verdad que las misas de sanación con su ambiente ayudan a recibir alguna gracia. Me tocó celebrar una misa de sanación y luego una persona me dijo tres días después: “Padre, usted me sanó”. Le respondí: “Yo soy sólo el señor cura, pero el que cura de verdad es el Señor”, como acontece en este pasaje de hoy. LAS MARAVILLAS DEL PARALÍTICO. Mateo narra el milagro del paralítico que llevaban en una camilla. Los otros Evangelistas añaden unos detalles más. En aquella casa no había espacio para meter al paralítico, debido a la multitud. Abrieron, pues, un boquete en el techo y deslizaron al paralítico. ¡Vaya malabarismos debieron hacer, expresión de su fe! No les importó el daño del techo, porque era más importante la sanación. Jesús arrastraba multitudes, era el maestro por excelencia, porque Jesús de verdad curaba. Y no sólo cura de las parálisis físicas. A Jesús le interesan otras parálisis. PARALÍTICOS DE MUCHAS CLASES, PERO SÓLO HAY UNA PARÁLISIS IMPORTANTE. Paralíticos como el que lanzaron desde el techo, paralíticos que simple y físicamente tienen un “hándicap”. De estos abundan en este mundo. Pero las parálisis más importantes que Jesús también viene a curar son las parálisis de la mente, del corazón cuando a lo mejor ya tenemos el cerebro “paralizado”, porque hay muchas cosas que nos estorban y no nos dejan pensar. Nos estorban los afanes del mundo, las locuras que hemos vivido en nuestra juventud, los abusos que han sucedido en nuestras vidas, los odios y rencores que no nos dejan ni siquiera pensar, porque nos esclavizan la mente. Hay cantidad de juicios, de pensamientos, yo digo cantidad de telarañas que se nos ha metido a la cabeza, que no nos dejan ni siquiera pensar. De todas estas parálisis Jesús viene a curarnos. Pero la parálisis más importante que Jesús viene a curar queda a la luz, cuando le dice al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”. Jesús pone el dedo sobre la llaga, sobre las verdaderas parálisis: las parálisis del alma. Cuando tú te has apartado de Dios, cuando has engañado a Dios o vives engañando todos los días, cuando tu sinceridad y autenticidad de vida están puestas en tela de juicio, cuando te dejas llevar por odios, rencores y no eres capaz de perdonar: Ésas son las parálisis que verdaderamente nos frenan. Y Jesús viene a curar sobre todo estas enfermedades del corazón, del alma. Y sólo Él puede curarlas. Por eso, no me digas que yo soy el que te curo. Sólo Dios cura. Yo soy sólo el señor cura. JESÚS ES MOLESTO. ROBA LA CHAMBA. ES SALVADOR DE ALMAS. Jesús empezó a ser molesto, en apariencia, porque curaba las enfermedades. Pero, Jesús empezó a ser una molestia para los fariseos porque la gente estaba yéndose con Jesús. La gente seguía a Jesús porque le entusiasmaba lo que Jesús decía y los fariseos, en cambio, estaban perdiendo la chamba, el trabajo. A nosotros nos podría pasar lo mismo y llenarnos de envidia o sentirnos molestos porque nuestros amigos se van con otro. Pero lo importante es que todo mundo crezca y llegue al conocimiento de Dios. Los fariseos se “molestaron”, en apariencia, porque Jesús dijo al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”. Jesús se saltó la parálisis física, para entrar en la parálisis moral. Jesús tenía bien claro que Él no era un salvador ni histórico ni político, sino un salvador de corazones, de almas. Nos podemos preguntar tú y yo también: ¿Somos salvadores de almas? No es labor sólo del sacerdote. A todos nos debe preocupar ir al cielo y ayudar a otros a que lleguen. Los fariseos tenían la razón al decir: ¿Quién puede perdonar los pecados sino Dios? Pero no supieron dar el salto para descubrir que detrás del hijo de María, detrás del Galileo, detrás del hijo del Carpintero estaba el Hijo de Dios, razón por la que perfectamente podía perdonar los pecados. Por eso, es que nosotros acudimos a Jesús, para ser perdonados, porque Él es el único que puede sanarnos, perdonarnos: ¡Es Dios! “Pues, para que ustedes sepan que el Hijo del Hombre tiene poder para perdonar los pecados, dice al paralítico: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Los fariseos siguieron ciegos, paralíticos de alma, paralíticos de corazón. Y a nosotros nos toca pedir a Jesús que nos arranque nuestras parálisis del alma, para sentirnos libres y levantarnos, convencidos de que quien únicamente cura es el Señor. ¡Bendiciones mías y de Papá Dios! P. Salvador Gómez, L.C. PONGO MI LINK DE FACEBOOK, por si alguno quiere hacer algún comentario o quiere contactarme: www.facebook.com/FRSGG/