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Invocar a la Virgen no significa jamás evitar a Dios o ir contra la razón

Hagamos conocer y amar a María Ha llegado el momento de redescubrir la consistencia teológica y espiritual de la veneración —diferente de la de latría, que le debemos a Dios— a la Virgen. Y la mejor …Más
Hagamos conocer y amar a María
Ha llegado el momento de redescubrir la consistencia teológica y espiritual de la veneración —diferente de la de latría, que le debemos a Dios— a la Virgen. Y la mejor manera de hacerlo es traer a la luz los vínculos que unen a María con la Trinidad y el misterio de la Redención.
De hecho, reconocemos una auténtica piedad mariana que nos transporta al corazón de la fe cristiana, por lo que resulta imposible disociar a María de la acción de la Trinidad en favor de los hombres. La Virgen permanece enteramente subordinada a Dios. Su misión y su maternidad espiritual no pretenden que las miradas se detengan en su persona, sino que se dirijan a la Trinidad, fuente y término de la salvación.
Colocado así en su marco trinitario, nuestro amor por la Virgen enfatiza los aspectos armónicos, así como los arquitectónicos, del plan de salvación en el que se inserta la persona de la Virgen. (...)
El impulso del corazón se multiplica por diez cuando se revelan al mismo …Más