El Mundo lleva consigo para matar a las almas o cuando
menos desmembrarlas, entretenerlas y desviarles las gracias,
quitándoles a ellas la perfección y a Mí la gloria, los vicios
siguientes:
Sensualidad, Disipación, Escándalo, Ligereza, Molicie,
Comodidad, Delicadeza, Calumnia, Murmuración, Difamación, Respeto humano, Vanidad, Fragilidad, Flaqueza, Debilidad, Condescendencia, Adulación, Exageración, Curiosidad,
Precipitación, Imprudencia, Frivolidad, Imprevisión, Sensibilismo, Susceptibilidad, Inconstancia, Instabilidad, Infidelidad, Indiscreción, Veleidad, Injusticia.
El Demonio se atribuye más directamente, diré, el manejo de estos otros Vicios:
Soberbia, Envidia, Astucia, Escrúpulos, Turbación, Perturbación, Inquietud, Duda, Vacilación, Indecisión, Hipocresía, Egoísmo, Mentira, Doblez, Falsedad, Bajeza, Pereza, Ociosidad, Cansancio, Ira, Cólera, Venganza, Rencor, Odio, Traición, Perfidia, Orgullo, Amor propio, Pretensión, Presunción, Pedantería, Altivez, Afectación, Cobardía, Excusa, Vileza, Ocultamiento, Premeditación, Burla, Sarcasmo, Fingimiento, Ingratitud, Inmortificación, Impaciencia, Acritud, Dureza, Ruindad, Desobediencia, Imaginación.
La Carne se daña en estos otros Vicios:
Lujuria, Impureza, Malicia, Voluptuosidad, Inmodestia, Libertad con sus consecuencias. Obstinación, Ofuscación, Sordera, Ceguera, Duda, Ilusión, Engaño, Frialdad, Tibieza, Indiferencia, Desaliento, Impenitencia.
El vicio del Desorden abarca todos los otros, pues habita en el seno mismo de Satanás, autor de todos.
Cada enemigo capital, sin embargo, no se concreta tan
sólo a cultivar su campo, sino que los tres, separados y
unidos, trabajan a una, y con un mismo fin, que es perder a
las almas y quitarme gloria. Saben las consecuencias, que
cada uno de estos vicios acarrea a los corazones; y en su sección especial, cuántos y cuántos lleva el Mundo. El tiene tendido su campo con las redes vistosas de mil cambiantes colores y ya saben cómo coge a las almas incautas, cómo las seduce y emponzoña haciéndolas suyas.
El campo del Demonio y de la Carne, aunque distintos,
repito, en su forma, van ambos a un mismo punto y a un
mismo pérfido fin, el cual ya he explicado, y las almas lo
conocerán para su bien.
Felices los corazones si se preservan de tantos males y
abandonando los Vicios se pasan al campo hermosísimo y
puro de las Virtudes que está a la sombra del Sacrificio, del
Dolor, es decir, de la Cruz preciosa que esconde en su centro la dulzura y las delicias más grandes que pueda desear el
corazón humano. CC 15, 199-206. Jesucristo Nuestro Señor a Concepcion Cabrera de Armida y a mi también