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Esta obra, SAN MIGUEL ARCÁNGEL DE DIOS, escrita por Alfredo Sáenz, se presenta en un momento crucial, dado que al Arcángel San Miguel (Mikael) le corresponde un papel preponderante en los tiempos que vivimos. El objetivo del texto es desentrañar el oficio peculiar que Mikael desempeña en la economía de la salvación, utilizando como luz la Escritura, la historia, el arte, la liturgia y la piedad popular.
La figura de Mikael (Mika’él en hebreo, Michael en la Vulgata latina) fue delineada en la Escritura y recibió matices populares en los escritos apócrifos anteriores a Cristo. Ya en la época de Jesús, Mikael era considerado un gran personaje, reconocido como patrono y defensor de Israel, jefe de los ángeles, caudillo de los ejércitos del Señor, revelador de los misterios divinos, y el psicopompo que acompaña a las almas para conducirlas a la presencia de Dios.
La Iglesia ha recogido esta herencia desde la primera generación cristiana, honrando al Arcángel por sus milagros y su intervención en la defensa de la fe. La obra de Sáenz aborda de manera eminente las múltiples facetas de este héroe cósmico:
1. Mikael, el Contemplador: Se presenta como el ángel que está en la presencia de Dios, dedicado a la trascendencia y la adoración. Es incluido en el coro de los siete ángeles que están siempre delante del Señor. En este rol, Mikael es caracterizado como Ángel de la alabanza, Ángel turiferario (del incienso), ofreciendo los perfumes unidos a las oraciones de los santos, y como Ángel intercesor, ya que la Iglesia lo invoca para que nos proteja sin detrimento de su contemplación adorante en el cielo. Mikael une admirablemente la contemplación y la acción.
2. Mikael, el Guerrero: Este es uno de los aspectos más relevantes de su personalidad. Su grito de batalla incesante es ¡Quis ut Deus! ("¡Quién como Dios!"), que impregna todo su quehacer.
* En la visión de Daniel, Mikael es llamado “uno de los jefes supremos”, “vuestro jefe” y “el gran jefe, el defensor de los hijos de tu pueblo”. En ese contexto, él es el único que defiende el plan de Dios frente a la oposición del “jefe del reino de Persia”.
* En la visión del Apocalipsis (capítulo 12), Mikael lidera la batalla victoriosa en el cielo contra el Dragón (Satanás, la antigua Serpiente) y sus ángeles, precipitándolos a la tierra. La Iglesia lo llama “príncipe invicto de la cohorte celestial”.
* Algunos exégetas interpretan que Mikael es el poder angélico (ho katéjon, el que retiene) que frena la plena manifestación del “mysterium iniquitatis” (el misterio de iniquidad) y del Anticristo.
* Es el custodio de la Iglesia Militante, la cual ha sucedido al pueblo de Israel. La Iglesia lo invoca para que la defienda contra las insidias diabólicas, un hecho corroborado por la historia, como en la vocación guerrero-religiosa de Santa Juana de Arco, guiada por la voz de San Miguel.
3. Mikael, el Psicopompo: En este rol, es el conductor de las almas después de la muerte. La Iglesia considera el trance de la muerte como una dramática "agonía," una lucha terrible con Satanás donde Mikael se hace presente. La tradición de los apócrifos (tanto pre como post-cristianos) describe a San Miguel librando a las almas de los justos y conduciéndolas a la gloria celestial. En la Liturgia, específicamente en la Misa de Difuntos y el Ritual de la recomendación del alma, se le pide que recoja las almas de los elegidos y las introduzca en la luz eterna.
4. Mikael, el Esjatólogo: Finalmente, el Arcángel tiene un papel en relación con los últimos tiempos. La liturgia le atribuye la proclamación de los sucesos finales, y tendrá un papel descollante en los acontecimientos terminales. Según Santo Tomás, los muertos resucitarán “a la voz del Arcángel” por su ministerio. En el último día, Mikael, a la cabeza de los ángeles, llevará a cabo la separación de los elegidos y de los réprobos en el juicio final.
La figura de San Miguel, que se presenta como Contemplador, Guerrero, Psicopompo y Esjatólogo, es esencial para una época que se muere de asfixia por falta de contemplación y que está volcada a la praxis. Son tiempos apocalípticos donde la lucha subversiva del demonio se lleva a cabo incluso dentro de la Iglesia, y por ello, la guardia de San Miguel no se desvanecerá.
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