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DOMINGO XXIV del T O 2018 Día 16 XXIV Domingo del Tiempo Ordinario Podemos detenernos, aprovechando los versículos finales del pasaje de san Marcos que nos ofrece hoy la Iglesia, para meditar brevemente …Más
DOMINGO XXIV del T O 2018

Día 16 XXIV Domingo del Tiempo Ordinario Podemos detenernos, aprovechando los versículos finales del pasaje de san Marcos que nos ofrece hoy la Iglesia, para meditar brevemente en el tipo de exigencia que supone la vida cristiana. Lógicamente nos fijaremos en Cristo, que antes incluso que Maestro es Modelo. Os he dado ejemplo para que, como yo he hecho con vosotros, también lo hagáis vosotros, dijo a sus apóstoles, concretamente después de lavarles los pies antes de la Última Cena. Y anteriormente había precisado: aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Jesús presenta su vida intachable ante el mundo. ¿Quién de vosotros podrá acusarme de que he pecado?, replica incontestable a los judíos que le ctitican. En su conducta exigente, totalmente entregado a cumplir la voluntad del Padre, es imposible apreciar fisuras de menos generosidad, de menos entrega. No hay un momento de menos rectitud en esa conducta suya que debemos imitar. Y, sin embargo, cuando expone a sus apóstoles lo que será su vida próximamente, en un futuro no lejano, cuando les anuncia su pasión y su muerte, Pedro le recrimina. Pero Jesús no transige. Ni por miedo a contristar al que sería cabeza de todos, ni por la amistad probada de su leal discípulo deja de corregirle. Más aún, si Pedro tomó aparte a Jesús, el Señor critica su conducta delante de los demás, ante los doce. Debía quedar muy claro que el dolor y la dura exigencia que Pedro quería ahorrarle, no sólo no eran indignas de Él, sino que eran el único camino para nuestra salvación, para el cumplimiento de la voluntad del Padre, para consumar su misión en el mundo, y debía quedarnos como ejemplo.