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"No al aborto, familia es una sola", dice el Papa. Sí, pero...

STEFANO FONTANA

Si el padre Martin hablará de integración, de recibimiento, de acompañamiento y de discernimiento la doctrina no será formalmente negada, pero será puesta aparte con un “sí, pero…”. Pero apartar la doctrina y hacer como si ella no existiera quiere decir cambiarla (sin decirlo).

El papa Francisco, como fue informado ayer por NBQ, al hablar en el Foro italiano de las Familias, ha confirmado que la familia es una sola y está formada por un varón y por una mujer, negando otros tipos de familia, incluida la llamada homosexual. La declaración del Papa ha sido puesta en relación con la anunciada participación como expositor del padre jesuita James Martin, partidario de las familias “arco iris”, al próximo Encuentro Mundial de las Familias que se espera en Dublín, como si Francisco lo hubiese desautorizado.

Si esta interpretación fuese correcta, debería haber una revisión del programa del IX Encuentro Mundial de las Familias previsto en agosto en la capital irlandesa y debería dejarse de lado al padre Martin. Pero yo creo que será así: pienso (bien dispuesto a que me desmientan, naturalmente) que la conferencia de Martin será confirmada. En la Iglesia de hoy la discontinuidad entre doctrina y pastoral y el pluralismo son, lamentablemente, cosas ampliamente adquiridas. Lo que requiere una nueva consideración también de estos pronunciamientos del Papa.

Los obispos irlandeses, en ocasión del reciente referendo sobre el aborto, han aceptado una ley que permite el aborto en forma legal, seguro y raro. La “rareza” ha sido considerada suficiente para aceptar una ley que conlleva la muerte de un ser inocente y a confirmar la teoría del mal menor, absolutamente condenada por la moral católica. Algo parecido ha dicho el cardenal Bassetti, a propósito de nuestra ley 194. Nadie, desde Roma, las ha reclamado. Ahora el papa Francisco dice al Foro de las Familias italiano que el aborto es como el holocausto nazi, hecho con guantes blancos. Ahora bien: ¿cómo se combina esta verdad con la de los obispos irlandeses? ¿Cómo se combinan las afirmaciones del Papa sobre la familia con la conferencia del padre Martin en Dublín?

¿Se trata de incidentes? ¿De incomprensiones? ¿De fugas hacia adelante? Creo que se trata de algo más profundo. Hoy, el magisterio mismo enseña que la doctrina puede y debe ser interpretada. Me limito aquí a citar solamente la Exhortación Amoris Latitia: “Recordando que el tiempo es superior al espacio, quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. Naturalmente, en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella. Esto sucederá hasta que el Espíritu nos lleve a la verdad completa (cf. Jn 16, 13), es decir, cuando nos introduzca perfectamente en el misterio de Cristo y podamos ver todo con su mirada. Además, en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, porque ‘las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general [...] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado’” (AL, n. 3).

En el origen de esta impostación está la idea que también la fe de los apóstoles ha sido interpretación y no conocimiento, porque como se dijo, no existía el grabador en la época de Jesús. La interpretación se entiende aquí en el sentido que le han dado el filósofo alemán Gadamer y el existencialismo en general. De un texto, ya sea la Biblia o la República de Platón, hoy podemos decir que lo conocemos mejor que el mismo autor, gracias precisamente a la historia de las interpretaciones que han desarrollado el sentido originario, sin poder llegar jamás a la “lección”, es decir, a su primer significado fundante. Entendida en este sentido, la interpretación es una fuente siempre de verdades nuevas que dependen del momento histórico del que nacen las pre-comprensiones siempre nuevas. ¿Es historicismo? Diría que sí. A los fines de nuestro discurso es suficiente con reconocer que esta visión de las cosas lleva necesariamente a distintas interpretaciones, con la posibilidad que el Papa diga una cosa y el padre Martin en Dublín diga otra. Es importante señalar que esto también se aplica a nivel diocesano, donde es posible que el obispo diga una cosa y en el seminario se enseñe otra. Y no se trata de incidentes imprevistos.

Luego está la gran cuestión de la relación entre la teoría y la praxis. En el caso de la palabra será suficiente sostener que en Dublín el padre Martin no se ocupará de la doctrina moral y católica, sino que se ocupará de la pastoral, de tal modo que las cosas que él diga podrán ser dichas en contraste con lo que afirmó el Papa en el Foro de las Familias, de las que hemos partido. Es desde el Concilio Vaticano II que vivimos este equívoco, pero hoy más que nunca. Si el padre Martin hablará de integración, de recibimiento, de acompañamiento y de discernimiento, la doctrina no será negada formalmente, sino que será dejada de lado con un “sí, pero…”. Pero dejar de lado la doctrina y hacer como si ella no existiera quiere decir cambiarla (sin decirlo).

¿Y por qué no debería permitirse nunca esto, si existen “distintos modos de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencia que se derivan de ella”?

Publicado originalmente en italiano el 18 de junio de 2018, en www.lanuovabq.it/it/no-aborto-famig…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino
jamacor
El demonio siempre deja el mismo rastro: mentira, muerte y división. Las deducciones son muy sencillas. ¿Dónde está fuerte y bien asentado el demonio? En los apartamentos pontificios. ¡No hay peor ciego, que el que no quiere ver!