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Yugo
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Dentro del Apocalípsis. Estamos de lleno dentro de el Es una profecía (apocalipsis quiere decir revelación), que trata de dar esperanza a los cristianos perseguidos en esos momentos, y además muestra …Más
Dentro del Apocalípsis.

Estamos de lleno dentro de el
Es una profecía (apocalipsis quiere decir revelación), que trata de dar esperanza a los cristianos perseguidos en esos momentos, y además muestra las catástrofes que sufrirá el mundo antes de la Parusía (segunda venida de Jesús a la Tierra) y la derrota de los enemigos de Dios. Desde la Edad Media, la palabra apocalipsis es sinónimo de fin del mundo (fenómeno del milenarismo). El género apocalíptico es de un estilo alegórico repleto de visiones y símbolos. Se relata una sucesión de escenas -al modo del cine o el teatro- en el que todos los elementos naturales entran en acción, siendo los ángeles los directores del movimiento escénico. Ni los mismos católicos se ponen de acuerdo en su interpretación, aunque a muchos papas les ha servido para aludir a él respecto a los tiempos contemporáneos
yuca2111
Oh Dios mio, que huida ni que huida, Benedicto es el que huyo y sigue huyendo... 🤦
El sera el que morira martirizado, acaso EL YA NO ES UN MARTIR SECO? Pero ni modo...Más
Oh Dios mio, que huida ni que huida, Benedicto es el que huyo y sigue huyendo... 🤦

El sera el que morira martirizado, acaso EL YA NO ES UN MARTIR SECO? Pero ni modo...
Cuatita Once
Sugiero que quien hizo el video quite algunas fotografías que son obscenas o extremadamente violentas, no aptas para todo público.
Angelo Lopez
ALFREDO SÁENZ, S.J. El Apocalipsis según Leonardo Castellani
La Primera Bestia
Y ante todo la Primera Bestia o Anticristo. Con cierto facilismo se creyó reconocer al Anticristo en los enemigos concretos de la Iglesia que se iban presentando a lo largo de la historia. El mismo Juan dio pie a ello cuando en su primera carta dijo que el Anticristo ya estaba en el mundo, así como que había ya en él …Más
ALFREDO SÁENZ, S.J. El Apocalipsis según Leonardo Castellani

La Primera Bestia
Y ante todo la Primera Bestia o Anticristo. Con cierto facilismo se creyó reconocer al Anticristo en los enemigos concretos de la Iglesia que se iban presentando a lo largo de la historia. El mismo Juan dio pie a ello cuando en su primera carta dijo que el Anticristo ya estaba en el mundo, así como que había ya en él muchos «anticristos» (cf. 1 Jn 2, 18), denunciando así la analogía entre los malvados de su tiempo, y el último y mayor enemigo venturo del Señor.
Los primeros señalados como tales fueron los emperadores romanos que desencadenaban persecuciones. Así algunos Padres vieron al Anticristo en la persona de Nerón o Diocleciano. No se equivocaban del todo al afirmar tal cosa. Pero recordemos lo que dijimos acerca de los sentidos literales, uno inmediato y otro mediato. El emperador pagano podía ser el «typo» del Anticristo. Pero su «antitypo» estaba aún por venir al fin de los tiempos.
De manera semejante, en el bajo Medio Evo se lo creyó encarnado en Mahoma, ya que el dominio tan extendido del imperio mahometano representó para la Cristiandad un peligro que no parecía ofrecer salida alguna. Esta idea cobra hoy nueva vigencia a raíz de la conjetura de algunos autores, principalmente Belloc, que afirman la posibilidad de que el Islam pueda renacer como Imperio Anticristiano, más poderoso y temible que antes.
Con el advenimiento del Protestantismo se produjo una extraña variación en la exégesis del Anticristo. Lutero aplicó la terrible etiqueta esjatológica al Papado. Sobre la base de que la Iglesia puede corromperse, y de hecho se corromperá en los últimos días, tesis muy delicada, y que debe entenderse con cautela en atención a la indefectibilidad que Cristo le ha prometido, Lutero, interpretando dicha tesis de manera herética, creyó ver en el Papa la Gran Ramera de que habla el Apocalipsis.
Castellani parece sostener una suerte de manifestación gradual del Anticristo. Las Siete Trompetas del Apocalipsis, que simbolizan siete grandes jalones heréticos en la historia de la Iglesia, aludirían a siete sucesivos Anticristos, en el sentido en que habla Juan en su epístola, precursores del Último, al cual preparan sin saberlo, acumulativamente. A medida que se aproximan al «Hombre de Pecado», las herejías van creciendo en fuerza y malignidad. La primera trompeta representaría el arrianismo; la segunda, el Islam; la tercera, el Cisma Griego; la cuarta, el Protestantismo. Aquí se produce una especie de paréntesis, que se puede advertir también en los otros Septenarios antes de la última terna; un águila vuela por lo alto del cielo y amenaza: «Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra»... (Ap 8, 13). Es el aviso de que la catástrofe se avecina. La quinta trompeta sería la Revolución francesa, con su Enciclopedismo. La sexta, el enfrentamiento de los Continentes, la guerra como institución permanente. Y así llegamos a los umbrales del fin, de la época en que se atentará directamente contra el primer mandamiento, la época del odio formal a Dios, el pecado y herejía del Anticristo.

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