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Benedicto XVI: el Papa es Francisco. Respeten mi libertad. «No existe la menor duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino... Las especulaciones sobre la invalidez de la renuncia son …Más
Benedicto XVI: el Papa es Francisco.
Respeten mi libertad. «No existe la menor duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino... Las especulaciones sobre la invalidez de la renuncia son simplemente absurdas».
Leticia María
AMAR AL PAPA Y A LA IGLESIA (San Josemaría Escrivá de Balaguer)
El Papa, sea quien sea, es Pedro y, en consecuencia, es el camino seguro para llegar a Cristo: «Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam», nos propone el autor como una orientación para la vida cristiana en el n. 833. El Romano Pontífice es contemplado, pues, en su calidad de Sucesor de Pedro, Cabeza visible de la Iglesia.Más
AMAR AL PAPA Y A LA IGLESIA (San Josemaría Escrivá de Balaguer)

El Papa, sea quien sea, es Pedro y, en consecuencia, es el camino seguro para llegar a Cristo: «Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam», nos propone el autor como una orientación para la vida cristiana en el n. 833. El Romano Pontífice es contemplado, pues, en su calidad de Sucesor de Pedro, Cabeza visible de la Iglesia.
Leticia María
El Papa, sea quien sea, es Pedro y, en consecuencia, es el camino seguro para llegar a Cristo: «Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam», nos propone el autor como una orientación para la vida cristiana en el n. 833. El Romano Pontífice es contemplado, pues, en su calidad de Sucesor de Pedro, Cabeza visible de la Iglesia.
13 más comentarios de Leticia María
Leticia María
Ciertamente, el Papa —dirá la teología— no posee todas las prerrogativas que tuvo Pedro, como testigo directo de la vida de Jesús. No se trata en Camino de elaborar una teología del primado, sino de suscitar la fe que reconoce en el Papa la presencia perpetua del ministerio petrino de unidad, de comunión.
Leticia María
De igual modo que el Apóstol de las gentes decidió, movido por la fe en el ministerio de Pedro en la Iglesia, ir a Jerusalén tras su conversión «videre Petrum», para «ver a Pedro» (cfr. Gal 1, 18), así en Camino el autor nos invita a afianzar el sentimiento de ser hijo de la Iglesia, el gozo de pertenecer a la Iglesia Católica Romana, por el reconocimiento del Vicario de Cristo en la tierra: «…Más
De igual modo que el Apóstol de las gentes decidió, movido por la fe en el ministerio de Pedro en la Iglesia, ir a Jerusalén tras su conversión «videre Petrum», para «ver a Pedro» (cfr. Gal 1, 18), así en Camino el autor nos invita a afianzar el sentimiento de ser hijo de la Iglesia, el gozo de pertenecer a la Iglesia Católica Romana, por el reconocimiento del Vicario de Cristo en la tierra: «Católico, Apostólico, ¡Romano!
Leticia María
—Me gusta que seas muy romano. Y que tengas deseos de hacer tu "romería", "videre Petrum", para ver a Pedro» (n. 520).
Leticia María
Los deseos de comunión y el ferviente amor al Papa son considerados en Camino como un don de Dios, que hemos de saber agradecer: «Gracias, Dios mío, por el amor al Papa que has puesto en mi corazón» (n. 573).
Leticia María
En efecto, aunque el amor al Papa puede ser cultivado y acrecentado en nuestro corazón, no deja de ser, en último término, fruto de la acción del Espíritu Santo que es el alma de la Iglesia y el que pone la semilla de la unidad en el corazón de todos los cristianos.
Leticia María
Este amor a la Iglesia, concreto y operativo, se percibe en Camino como un don de Dios al hombre.
Leticia María
En conclusión, el amor a la Iglesia y al Papa en Camino no es un sentimiento periférico o accidental, sino que constituye una de las líneas de fuerza más profundas del contenido del libro, junto con la filiación divina y la llamada del cristiano a vivir la santidad en medio del mundo, en el trabajo ordinario.
Leticia María
El amor a la Iglesia adquiere una dimensión bien concreta en el amor a las realidades visibles en las que ésta se manifiesta y se despliega en la historia: la liturgia, la doctrina, el Papa, el estado sacerdotal, los hermanos en la fe, y todos los hombres, pues todos están llamados a participar en la salvación que Cristo ofrece mediante la Iglesia. De ahí que el amor a la Iglesia sea una fuerza …Más
El amor a la Iglesia adquiere una dimensión bien concreta en el amor a las realidades visibles en las que ésta se manifiesta y se despliega en la historia: la liturgia, la doctrina, el Papa, el estado sacerdotal, los hermanos en la fe, y todos los hombres, pues todos están llamados a participar en la salvación que Cristo ofrece mediante la Iglesia. De ahí que el amor a la Iglesia sea una fuerza que estimula al cristiano a la búsqueda de la santidad y al apostolado.
Leticia María
Y, precisamente, a la consecución de la santidad en medio de las realidades temporales, pues es ahí donde la Iglesia tiene su punto de inserción en el mundo para santificarlo desde dentro.
Leticia María
Este amor a la Iglesia, concreto y operativo, se percibe en Camino como un don de Dios al hombre, algo que el mismo Señor ha puesto en el corazón del cristiano y, en su caso, del autor del libro. Se entronca así con la virtud teologal de la caridad, ya que el amor del Cristiano a la Iglesia es participación del mismo amor con que la ama Cristo.
Leticia María
El cristiano ama entonces a la Iglesia con ese amor de Dios y de Cristo que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado (Rom 5, 5).
Leticia María
El cristiano puede contemplar en la Iglesia la bondad y el amor de Dios que se nos ha manifestado en Cristo y nos llega a través de las acciones sacramentales de la Iglesia. Considerando la realidad sobrenatural, y humana al mismo tiempo, de la Iglesia, se comprende la verdad profunda del amor, que consiste no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como …Más
El cristiano puede contemplar en la Iglesia la bondad y el amor de Dios que se nos ha manifestado en Cristo y nos llega a través de las acciones sacramentales de la Iglesia. Considerando la realidad sobrenatural, y humana al mismo tiempo, de la Iglesia, se comprende la verdad profunda del amor, que consiste no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiación por nuestros pecados (1 Ioh, 4, 10).
Leticia María
Así, realmente, el amor a la Iglesia es un don de Dios, pero un don que está orientado a suscitar en el cristiano unos sentimientos de gozo y de fidelidad a la Iglesia que impregnan toda su existencia.
Tamara Rodero
«Sigamos rezando, porque yo no veo otra solución».
«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y no saben lo que dicen, cuando aseguran «urbi et orbi» que este «Papa seguirá llevando la Iglesia Católica hacia el abismo». Puro filolefebvrismo. El Autor [lefebvriano, como hemos sabido] de ese pésimo artículo y el portal de la web que lo publica, como otros autores y portales semejantes, se …Más
«Sigamos rezando, porque yo no veo otra solución».

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y no saben lo que dicen, cuando aseguran «urbi et orbi» que este «Papa seguirá llevando la Iglesia Católica hacia el abismo». Puro filolefebvrismo. El Autor [lefebvriano, como hemos sabido] de ese pésimo artículo y el portal de la web que lo publica, como otros autores y portales semejantes, se proponen, por lo que se ve, el siniestro objetivo de dificultar al máximo a los fieles
Tamara Rodero
Callarán sistemáticamente todo lo bueno que hubo en el Arzobispo Bergoglio y que haya en el Papa Francisco, y llamarán la atención exclusivamente sobre los aspectos deficientes que pudo haber en aquél y que pueden darse en éste. Pueden darse, ciertamente, deficiencias de acción o de omisión en el Papa, porque no asegura Cristo una asistencia infalible a todos y cada uno de los miles de gestos,…Más
Callarán sistemáticamente todo lo bueno que hubo en el Arzobispo Bergoglio y que haya en el Papa Francisco, y llamarán la atención exclusivamente sobre los aspectos deficientes que pudo haber en aquél y que pueden darse en éste. Pueden darse, ciertamente, deficiencias de acción o de omisión en el Papa, porque no asegura Cristo una asistencia infalible a todos y cada uno de los miles de gestos, decisiones y palabras realizados al paso del tiempo por su Vicario en la tierra.
3 más comentarios de Tamara Rodero
Tamara Rodero
Sin embargo, centrarse en esos aspectos deficientes, exagerarlos más allá de toda mesura y pasar por alto lo mucho de bueno que hay en nuestro nuevo Papa es de hecho, aunque no se pretenda, colaborar con el Enemigo, que disfruta destruyendo el amor al Papa y a la Iglesia en el corazón de los fieles.
Tamara Rodero
El daño que por esa vía causarán al pueblo cristiano, sobre todo a aquellos fieles tradicionales de más escasa formación doctrinal, es gravísimo. No serán pocos los que se nieguen a participar en una Eucaristía que se celebra «una cum famulo tuo Papa nostro Francisco».
Tamara Rodero
Dividirán así con fermentos cismáticos el rebaño único de Cristo. Y a quienes no seguimos su extraviado camino nos llamarán «papólatras», nos lo llaman, término que, si no recuerdo mal, usaban ya en el siglo XVI los protestantes rebeldes a la Sede Romana para referirse a los católicos fieles.