Perdona siempre. Tocará tu corazón. Dios te bendiga en tu camino.Más
Perdona siempre. Tocará tu corazón.
Dios te bendiga en tu camino.
Dios te bendiga en tu camino.
Es un cortometraje unico ,singular que sin un dialogo, lo a expresado todo ,es de lo mejor su estilo recuerda la cinematografia del brazil y tiene algo del estilo del cine europeo continental ,le felicito por su buen gusto Marcus Antares gracias por compartirlo y subirlo .
Marcus Antares
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Gracias por sus comentarios:
Lucecita Ángel
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Perdonemos siempre, siempre.
Flor María
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Hermoso
Jésus Fils de Dieu
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Jésus Fils de Dieu
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Un comentario más de Jésus Fils de Dieu
Jésus Fils de Dieu
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Sagrario Mariángeles
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Marcus
Sagrario Mariángeles
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¿Cómo perdonar?
Las personas que se dejan dominar por su imaginación e inventan agravios o exageran los que reciben, lo mismo que no distinguen lo que se debe excusar de lo que se debe perdonar, se consideran obligadas a perdonar lo innecesario, con lo que la tarea del perdón se hace mucho más difícil. Pero también es equivocado el camino contrario, el de aquel que no quiere reconocer las bondades …Más
¿Cómo perdonar?
Las personas que se dejan dominar por su imaginación e inventan agravios o exageran los que reciben, lo mismo que no distinguen lo que se debe excusar de lo que se debe perdonar, se consideran obligadas a perdonar lo innecesario, con lo que la tarea del perdón se hace mucho más difícil. Pero también es equivocado el camino contrario, el de aquel que no quiere reconocer las bondades del perdón ante la ofensa real y pretende olvidar para no tener que perdonar. En este caso la herida permanece porque no se ha perdonado. Por ello es importante siempre que recibimos o sentimos una ofensa, analizarla para eliminar la exageración y lo que puede ser imaginario de nuestra forma de interpretar la ofensa y si ver que es lo verdadero en ella. En otras palabras para perdonar hay que ser realistas, cruelmente realistas.
Las personas que se dejan dominar por su imaginación e inventan agravios o exageran los que reciben, lo mismo que no distinguen lo que se debe excusar de lo que se debe perdonar, se consideran obligadas a perdonar lo innecesario, con lo que la tarea del perdón se hace mucho más difícil. Pero también es equivocado el camino contrario, el de aquel que no quiere reconocer las bondades del perdón ante la ofensa real y pretende olvidar para no tener que perdonar. En este caso la herida permanece porque no se ha perdonado. Por ello es importante siempre que recibimos o sentimos una ofensa, analizarla para eliminar la exageración y lo que puede ser imaginario de nuestra forma de interpretar la ofensa y si ver que es lo verdadero en ella. En otras palabras para perdonar hay que ser realistas, cruelmente realistas.
Para poder perdonar debemos ser valientes para mirar de frente al horror, a la injusticia, a la maldad de la que fuimos objeto. No debemos distorsionar, ni sólo disculpar, ni mucho menos ignorar. Hay que ver la ofensa frente a frente y llamarla por su nombre. Sólo si somos realistas podremos perdonar.
3 más comentarios de Luzmaría
Dicho de otro modo, el perdón verdadero implica mirar sin rodeos el pecado, la parte inexcusable y reconciliarse a pesar de todo con la persona que lo ha cometido. Esto y nada más que esto es el perdón y siempre podremos recibirlo de Dios, si lo pedimos.
En la parábola del hijo pródigo, el hijo mayor no puede perdonar a su hermano por una sencilla razón: porque él no se considera necesitado de perdón. Siempre se ha portado bien, ha permanecido en la casa paterna y no tiene nada de qué arrepentirse. Cuando uno comprendemos que somos pecadores y necesitamos del perdón de Dios, nos será fácil perdonar a los demás.
Tenemos que ser perdonados para poder perdonar. San Juan Crisóstomo decía que “aquél que considere sus propios pecados estaré más pronto al perdón de su compañero”. Reconocer nuestras ofensas no es otra cosa que ser humildes, y la humildad es la base para cualquier acción buena, especialmente cuando la acción ha de estar movida por el amor, como ocurre con el perdón. El soberbio sólo se ama …Más
Tenemos que ser perdonados para poder perdonar. San Juan Crisóstomo decía que “aquél que considere sus propios pecados estaré más pronto al perdón de su compañero”. Reconocer nuestras ofensas no es otra cosa que ser humildes, y la humildad es la base para cualquier acción buena, especialmente cuando la acción ha de estar movida por el amor, como ocurre con el perdón. El soberbio sólo se ama a sí mismo, no se considera necesitado del perdón y, en consecuencia, no puede perdonar.