Marcelino y María. Toda su vida y la de los hermanos está rodeada de una presencia maternal, amorosa y activa, afectiva y efectiva de la buena Madre: MARÍA. Para honrarla, amarla e invocarla no …Más
Marcelino y María.

Toda su vida y la de los hermanos está rodeada de una presencia maternal, amorosa y
activa, afectiva y efectiva de la buena Madre: MARÍA. Para honrarla, amarla e invocarla no
necesitaban largos raciocinios. Vivían esta filial adhesión a la Madre en la fe y la expresaban
con una religiosidad rodeada de sencillez. Marcelino y nuestros primeros hermanos la
llamaban: la Madre buena, nuestra tierna y bondadosa Madre, Recurso ordinario, Patrona y
Primera superiora. La siguiente fórmula de oración escrita por Marcelino aparece ya en la
primera Regla de los Maristas en 1837:

«María, Virgen santa, señora y soberana mía,
recíbeme bajo tu protección salvadora.
Ten un cuidado especial de toda mi persona.
Me abandono en el seno de tu misericordia,
y confío a tu solicitud mi alma y mi cuerpo,
durante este día y todos los días de mi vida...»