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TOMO VIII. VIDA DE GARCÍA MORENO. El episodio que vamos a narrar a continuación es verídico. transmitido por todos los guarandeños. Estos dan el nombre y apellido del rávula o tinterillo que abusó de …Más
TOMO VIII. VIDA DE GARCÍA MORENO.

El episodio que vamos a narrar a continuación es verídico. transmitido por todos los guarandeños. Estos dan el nombre y apellido del rávula o tinterillo que abusó de la benditez casi ordinaria de la raza indígena. Cuando el defraudado supo que García Moreno se hallaba de paso eñ Guaranda, recurrió a él, y se le puso de rodillas, exhalando ayes lastimeros. —“Levántate, hijo, ¿qué te ha pasado?”, interrogó su Excia.— El indio contestó: “Fulano de tal me' compró un terreno en cien pesos; me mostró una vasija llena de monedas y me dijo: aquí están los cien pesos, firma el recibo. Yo firmé. Cogí el montón de monedas, me fui "a mi casa, y me puse a contar. Me convencí de que las monedas habían estado sólo en la parte superior, y debajo encontré solamente pedacitos de vidrio y porcelana. Faltaban muchos pesos para los ciento. Fui a reclamar, y el señor fulano me contesta: ya te pagué todo; aquí está el recibo que tú firmaste"
Los ojos de García Moreno fulguraron. Dirigiólos a los circunstantes y preguntó: “¿Es o no verdad lo que acaba de relatar este pobre?” —“Sí, Excmo. Sr. es verdad; y lo peor es que ante la ley no cabe reclamó” —"Señor Uquillas, Ud. rápido en el andar y resuelto en el obrar, tráigamelo a ese pícaro a mi presencia” No habían transcurrido diez minutos cuando el estafador, sin poder disimular su miedo, se presentó. García Moreno le dijo fríamente: “Hay amagos de perturbación política. Necesito aumentar el número de soldados del cuartel de artillería de Guayaquil. Ud. luzca su patriotismo y parta inmediatamente a engrosar las filas de aquella unidad” Es de notarse que dicho cuartel era más temido, a causa de su disciplina rígida y austera. El malandrín de raza blanca objetó tímidamente: “A causa de mi delicada salud, ruego a su Excia. no me imponga semejante servicio. Además yo me hallo dispuesto a remediar el abuso que tal vez haya cometido con este natural” —“Tiene Ud. cinco minutos, repuso el Presidente, con acento enérgico, para devolver el terreno mediante una contra-escritura en regia” Incontinenti fue redactada la fórmula jurídica, y firmada por los escribanos, jueces y el tinterillo. Este se libró de ir al cuartel, y recibió sus pesos malhadados. El indiecito, más con ademanes que con palabras, manifestó su gratitud al Mandatario, y recobró su pegujal.