Kevin Angel
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Evangelio según San Mateo 6, 1-6. 16-18. (10/02/2016) Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no …Más
Evangelio según San Mateo 6, 1-6. 16-18. (10/02/2016)

Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha,
para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Palabra del Señor.
Kevin Angel
Miércoles de Ceniza
Una vez más llegamos al umbral de la Cuaresma, época de nuevas bendiciones y gracia de Dios, tiempo en el cual debemos cambiar de conducta para comenzar a experimentar la vida nueva que Cristo ganó para todos sus fieles. La gracia abundante y el amor que nos comunica el Espíritu Santo nos transforman para que lleguemos a experimentar una existencia alegre, productiva y …
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Miércoles de Ceniza

Una vez más llegamos al umbral de la Cuaresma, época de nuevas bendiciones y gracia de Dios, tiempo en el cual debemos cambiar de conducta para comenzar a experimentar la vida nueva que Cristo ganó para todos sus fieles. La gracia abundante y el amor que nos comunica el Espíritu Santo nos transforman para que lleguemos a experimentar una existencia alegre, productiva y satisfactoria, que es verdaderamente el inicio de la vida gloriosa que nos espera en el cielo.

Pero si queremos experimentar esta nueva vida de Dios, debemos empezar por tomar la decisión de renunciar a los hábitos de pecado que tal vez hemos mantenido por mucho tiempo. San Agustín (354-430) decía que “Muchos pecados pequeños, si no se les hace caso, son como diminutos granos de arena, pero cuando la arena se acumula y se amontona, pesa y aplasta.”

Las palabras de San Agustín son simplemente una reflexión sobre lo que Jesús había enseñado a sus discípulos acerca del valor y la práctica de la limosna, la oración y el ayuno. Jesús señaló que las obras espirituales deben hacerse con el fin de demostrar amor y verdad y que emanen de un conocimiento del amor y la providencia de Dios.

Y estas son precisamente las prácticas espirituales que nos propone la Iglesia para la Cuaresma, porque nos ayudan a centrar la atención en el sacrificio redentor de Jesucristo, nuestro Señor, y recibir la gracia de Dios. Estas prácticas son el ayuno, la oración y la limosna. El ayuno total se hace hoy Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y eso significa comer sólo una comida completa al día que no contenga carne y dos comidas parciales que juntas equivalgan a no más de una comida completa. Los demás viernes de Cuaresma se hace abstinencia, es decir, no se come carne.

Aparte de esto, nos conviene dedicar más tiempo y atención a la oración personal, la lectura de la Sagrada Escritura, especialmente los relatos de la pasión, crucifixión y resurrección del Señor. Debido a que la Cuaresma es un tiempo especial de examen de conciencia, reconocimiento de las faltas cometidas y arrepentimiento, conviene también ir a la confesión sacramental.


“Señor y Salvador mío, en esta Cuaresma, me comprometo a renovar mi entrega a ti, para recibir la vida nueva que tú nos prometiste.”