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Nuevo Orden Mundial y la destrucción del Orden Natural. Por José Arturo Quarracino

Si tuviéramos que buscar una palabra para definir la condición bajo la cual se desarrolla actualmente la vida humana en el mundo, deberíamos recurrir al concepto de caos, un desorden que abarca todos los ámbitos de la existencia personal y colectiva, bajo el imperio de las tinieblas, y que amenaza con barrer a la misma humanidad, en su esencia y en sus fundamentos vitales.

Tres son las dimensiones sobre las cuales se desarrolla la vida humana:

a) la vertical, el mundo sagrado de valores y creencias que desde lo Alto se constituyen como principios y fundamentos que dan sentido a la existencia y la colman de significados y metas que la orientan;

b) la horizontal, en la que como individuos vivimos en relación con quienes nos rodean, a través de vínculos que nos proyectamos y realizamos socialmente; y

c) el mundo, al que accedemos a través del conocimiento y del trabajo para usar y usufructuar los recursos que necesitamos para vivir, respetando su esencia, lo cual impide que abusemos de ellos.

Estas tres dimensiones están presentes también en la historia de los pueblos, comunidades y civilizaciones que han poblado el universo: lo religioso como base y fundamento que ha iluminado, orientado y otorgado sentido y fuerza a la existencia en común; las instituciones sociales, jurídicas y políticas que han ordenado y organizado civilizadamente esa vida en común; y la organización económica, con sus leyes y procedimientos que han permitido el intercambio y el compartir de los bienes producidos.

Este es el Orden Natural que los individuos y los pueblos han configurado para que unos y otros hayan podido desarrollarse en plenitud y dejar impreso su personalidad en el transcurso de la historia, como legado para las generaciones que se han ido sucediendo en el devenir histórico. Un ordenamiento de la vida que era fundamento indispensable para el desarrollo y crecimiento -individual y social- acorde a la esencia del ser humano como persona, como individuo que lleva en sí mismo lo social como motor y meta de su desarrollo pleno. Un ordenamiento Natural, porque cada miembro podía desarrollar en plenitud sus capacidades y potencialidades, para bien de sí mismo y de la comunidad de la que formaba parte.

Pero en los últimos siglos, el gran desarrollo económico posibilitado por la revolución industrial-tecnológica en los siglos XVIII-XIX en Occidente produjo un crecimiento material que se ha concentrado en muy pocas manos y que los sistemas políticos vigentes no pudieron resolver. Este crecimiento económico vertiginoso llevó en primer lugar al predominio de lo material sobre lo espiritual y cultural y posteriormente a conflictos sociales constantes y muchas veces irresolubles, en búsqueda de una Justicia social muchas veces obtenida al precio de luchas y sangre.

Esta primera alteración del Orden Natural se vio agravada en las últimas décadas por el proceso de secularización de las sociedades -lo religioso y cultural, con sus valores, expulsado de la vida social-, la dictadura del relativismo -el rechazo de toda Verdad absoluta como norma-, la disolución de los lazos afectivos y familiares como fundamento de la vida cotidiana, la pérdida del sentido de Nación y Patria, la primacía de lo actual sobre la Tradición, de lo minoritario y diferente por encima de los valores que crean comunión de unidad y destino, hasta llegar a la promoción y vigencia del pensamiento “líquido”, es decir, la acentuación de lo efímero, impredecible, inestable, momentáneo, mutable, y provisional frente a todo criterio y norma trascendente y supraindividual que sirve de horizonte.

En el Orden Natural, el ser humano -como individuo social- ocupaba un lugar preeminente, como custodio y garante de ese mundo configurado y ordenado, en tanto respetaba las leyes de la existencia y de la realidad a través del conocimiento y del trabajo fecundos.

Pero hoy estamos ingresando en una nueva Era histórica, en la que se pretende manejar y manipular la realidad en su totalidad a través de la tecnología y la cibernética, en un nuevo orden mundial en el que el ser humano sea una pieza o un engranaje de esa “nueva” sociedad tecnocratizada, dominada por un minúsculo pero poderosísimo poder plutocrático que se piensa como “amo del universo” y a los pueblos como sus esclavos. Un universo infernal, sin Dios, sin afectos, sin amor, sin valores ni ideales, en el que “seremos ‘felices’, pero sin ser dueños de nada” (Agenda 2030 de la ONU/Foro Económico Mundial).

Es imperioso entonces volver a ese Orden Natural humanista y cristiano, en un esfuerzo titánico en el que Dios nos ayudará a lograrlo, sólo si somos capaces de ayudar a Dios.

José Arturo Quarracino
11 de abril de 2022
Alas Ocho enCasa
En un principio, pudiera parecer que el artículo lo ha escrito un erudito, pero nada más lejos: lo ha escritu un "ciego", de esos que abundan en el Evangelio.
Si el artículo lo hubiese escrito un "erudito", habría partido de tres premisas concretas, y muy distintas a las que propone el autor, a saber:
1) El hombre es un ser creado por Dios, en inocencia: sin raciocinio, sin razonamiento, sin …Más
En un principio, pudiera parecer que el artículo lo ha escrito un erudito, pero nada más lejos: lo ha escritu un "ciego", de esos que abundan en el Evangelio.

Si el artículo lo hubiese escrito un "erudito", habría partido de tres premisas concretas, y muy distintas a las que propone el autor, a saber:

1) El hombre es un ser creado por Dios, en inocencia: sin raciocinio, sin razonamiento, sin ciencia.

2) El hombre ha transgredido comiendo del "fruto prohibido", por lo cual ha sido arrojado al raciocinio, a la razón, a las mil conjeturas sin ninguna certeza: a la pura filosofía marchita y ciega.

3) El Verbo Encarnado, ha rescatado al hombre de su propio pensamiento, ha rescatado al hombre "humano", y le ha retornado a un estado "contemplativo" que pocos humanos han aceptado y querido: lo ha transformado en místico.

Y ninguna de esas premisas aparecen en este miniartículo.

El ser humano, el ser "caído en su propio raciocinio", no es nada: no sabe gobernarse, no sabe respetarse, no sabe ayudarse: solo sabe crear máquinas a las que cada vez le da un uso más mortal, más mortífero, más destructivo, más infernal.

Solo el "ser contemplativo", puede venir en rescate del "ser humano", pero de eso hoy hay muy poco, casi nada: casi sin monasterios, casi sin clausura, casi si seres fieles a Dios y a su mandato y orden de amor.

Y no me alargo, pues basta con lo dicho...

P.D. ¿Qué es un "ser contemplativo"? Un santo: san francisco, santa Clara, san Ignacio, san Benito... el padre Pío... los partorcillos de Fátima... santa Bernadet... Y también los hay vivos, pero dejo a cada cual la investigación para que los pueda hallar.