“Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como testimonio de esperanza en el futuro. Puede usted decir, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a quiénes lo hagan. Ojalá, así, se convencerán que perderán su tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás”. Monseñor Óscar Romero, agosto 1978.
El 24 de marzo de 1980 la …Más
“Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como testimonio de esperanza en el futuro. Puede usted decir, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a quiénes lo hagan. Ojalá, así, se convencerán que perderán su tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás”. Monseñor Óscar Romero, agosto 1978.

El 24 de marzo de 1980 la bala de un francotirador atravesaba el corazón de Óscar Arnulfo Romero, mientras oficiaba una misa. Sus asesinos, un comando armado de la extrema derecha salvadoreña mataron al hombre, pero no a su ideal de justicia social, de un cristianismo liberador nacido en el amor a los más humildes.

“Aún cuando se nos llame locos, aún cuando se nos llame subversivos, comunistas y todos los calificativos que se nos dicen, sabemos que no hacemos más que predicar el testimonio subversivo de las bienaventuranzas, que le han dado vuelta a todo para proclamar bienaventurados a los pobres, bienaventurados a los sedientos de justicia”, dijo en mayo de 1978 Romero, dos años antes de morir.
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Las ideas de Monseñor Romero

“Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como testimonio de esperanza en el futuro. Puede usted decir, si llegasen a matarme, que perdono …