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Aborto en Argentina: el plan Rockefeller-Kissinger y el Banco Mundial

Hace ocho días ha comenzado en el Parlamento nacional un simulacro de debate sobre el proyecto de ley de despenalización del aborto, enviado por el presidente Mauricio Macri para su tratamiento legislativo.

Si bien el primer mandatario argentino se ha declarado personalmente en contra de la despenalización, ha argumentado que “no quiere imponer su voluntad a nadie” y que “respetará lo que decidan los legisladores”, a favor o en contra, renunciando anticipadamente a vetar la ley, si se aprueba el proyecto.

Lo que lo no dicho Mauricio Macri es que, en realidad, quien lo ha obligado a presentar el proyecto de ley para su tratamiento legislativo ha sido el Banco Mundial, a través de su funcionaria Margo Thomas, en ocasión de la reunión del G20 celebrada hace más de 2 semanas en Buenos Aires. Es bien conocida la posición oficial pro-aborto del Banco Mundial, y la forma de presión e imposición que ejerce en gobiernos como el argentino, dependiente en forma absoluta de los préstamos que esa institución hace a la Argentina desde marzo de 2011, para financiar los planes sociales que constituyen el único ingreso con el que pueden contar hoy unas 11 millones de personas.

Si bien el presidente argentino se manifiesta católico, y además ha sido egresado universitario de la Universidad Católica Argentina, su catolicismo deja mucho que desear, como se aprecia muy bien en su actitud típica de un Poncio Pilato que deja de lado sus convicciones para someterse al chantaje del imperialismo financiero y demográfico que ejercen los dueños de las finanzas internacionales (dueños a su vez de la economía mundial y que concentran las riquezas a más no poder, implementando un genocidio planetario, para poder “gozar en paz” de su latrocinio), impidiendo ahora y en el futuro que la mayoría de los pueblos del mundo consuman los bienes y riquezas que supuestamente pertenecen a esa elite parasitaria y depredadora.

El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, definió acertadamente al presidente argentino, caracterizándolo como un “católico que no sabe hacer la señal de la cruz”. Un católico que cuando tiene que dar testimonio de su fe retrocede y se inclina ante la voluntad de los poderosos, en este caso, del Banco Mundial, para dar paso al asesinato “legal” en el seno materno de miles y miles de niños por nacer.

Un primer problema que tiene este proyecto despenalizador es que se basa en una serie de aberraciones jurídicas, desde el carácter anticonstitucional de la iniciativa, la cosificación y nulificación del niño por nacer, desconociendo su dignidad de persona humana, una simple declaración jurada como único y exclusivo fundamento y justificación del asesinato del bebé, la simple voluntad de negarle la existencia al hijo engendrado, etc.

La Constitución Nacional argentina y el nuevo Código Civil y Comercial unificado reconocen que la existencia del ser humano como persona se inicia en la concepción. Lo mismo reconoce la Convención Americana de Derechos Humanos (Costa Rica, 1969), incorporada a la Constitución Nacional, al igual que la prohibición de implementar la pena de muerte en países como Argentina, donde no estaba ni está vigente. Para poder legalizar el aborto, habría que modificar o cambiar previamente la Carta Magna, repudiar la adhesión a la Convención Americana citada y eliminar el artículo n. 19 del Código Civil y Comercial, que afirma expresa y taxativamente que “la existencia del ser humano como persona comienza con la concepción”. Porque en esencia, por más eufemismos que se utilicen -como “interrupción de embarazo”- el aborto es el asesinato de un ser humano -absolutamente inocente y totalmente indefenso- en el seno de la madre.
Es por eso que afirmamos que todo el debate llevado a cabo y el tratamiento legislativo del proyecto despenalizador es un ejercicio inútil y una pérdida de tiempo, porque está viciado de inconstitucionalidad.

¿Pero por qué se pretende avanzar sí o sí y en forma aberrante con esta iniciativa violatoria de la Carta Magna argentina? Responder a esta pregunta nos lleva al segundo problema: porque se trata de una iniciativa impulsada desde hace algunas décadas por el poder económico, financiero y político más depredador de la historia humana, poder representado y significado en el clan Rockefeller.

Que el aborto “es el derecho de la mujer de determinar su propia fertilidad”; que “sólo deben ser traídos al mundo los hijos que se desean”; que “hay que determinar cuándo termina la vida potencial y cuándo comienza realmente la vida humana”, poniendo en duda el carácter de persona del feto; que el aborto “va en contra de la libertad de la mujer” (porque no le permite tomar sus propias decisiones y vivir libremente) y que “ perjudica la justicia social” (porque las mujeres ricas pueden matar a sus hijos en condiciones seguras, mientras que las mujeres pobres se arriesgan más, porque lo tienen que hacer en forma clandestina”; que el aborto “es una tema de salud pública” que se debe resolver solamente entre “el médico y la paciente”; etc., son los dogmas formulados y popularizados por John Davison Rockefeller III en el informe que presentó al presidente Richard Nixon en 1972, para fundamentar la política del control de la natalidad en Estados Unidos (Rockefeller Commission Report, Population and the American Future, 1972).

Este vademécum antinatalista fue el documento que sirvió de base para la elaboración del famoso Memorando 200/74, oficialmente titulado National Security Study Memorandum, Implications of Worldwide Population Growth For U.S. Security and Overseas Interests [Memorandum de Estudio de Seguridad Nacional, Implicancias del Crecimiento Poblacional Mundial para la Seguridad de Estados Unidos y sus Intereses de Ultramar, 10/12/1974]. Es decir, el plan Rockefeller para Estados Unidos fue aplicado a escala planetaria apenas dos años después por su empleado Henry Kissinger, en su carácter de Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

Promover y legalizar de hecho el aborto como derecho, por encima de Tratados Internacionales, Constituciones nacionales y Leyes es, en definitiva, hacer realidad los delirios criminales de la plutocracia financiera internacional y defender la seguridad nacional de Estados Unidos y de sus intereses de ultramar, como lo definió Henry Kissinger, histórico empleado del clan Rockefeller.

Lo paradójico, rayano en la esquizofrenia política, es que esta agenda del imperialismo internacional del dinero sea impulsada públicamente por las fuerzas políticas que dicen oponerse al neoliberalismo y al capitalismo depredador, como son los partidos de izquierda y progresistas, las organizaciones “no-gubernamentales” vernáculas subsidiadas por ese mismo poder financiero a través de sus propias fundaciones pro-aborto (Ford Foundation, International Planned Parenthood Federation, Human Rights Watch, Amnesty International, etc.). En otras palabras: la agenda antinatalista y criminal de los dueños del capitalismo depredador está impulsada públicamente por quienes en teoría “critican” a ese capitalismo, en un extraño e inexplicable maridaje político.

¿Qué es lo que une a estos “enemigos” supuestamente incompatibles en su “ideología”? El alma humanista y cristiana de los pueblos de Hispanoamérica, fuente de la resistencia que hoy encuentra en Argentina este nuevo intento de implementación de la pena de muerte, disfrazada con el eufemismo de “interrupción del embarazo”.

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, también y sobre todo frente a los mercaderes y mercenarios de la muerte.

Publicado en italiano el 25 de abril de 2018, en www.lanuovabq.it/it/aborto-le-press…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino
Pablo64
Es que la izquierda y el capitalismo liberal son los dos engendros de la misma madre: La revolución francesa. Es un grave error considerarlos como extremos opuestos.
apostolesdemaria
Un simulacro en un Parlamento para discutir el asesinato? Si esta es la cúpula intelectual, Dios nos ayude... 🙏
adeste fideles
✍️ 🙏 🙏 🙏