Adelita
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Nuestra Señora de Akita - Japón, 1973/81

Nuestra Señora de Akita - Japón, 1973/81

Introducción

Parte 1

Akita, Japón

La Religiosa Sor Agnes Sasagawa recibe en 1973 la visita de nuestra Amadísima Madre Celestial, con mensajes relacionados con la importancia del Jesús Eucarístico, el rol de María como Corredentora, Abogada y Mediadora, y la inminencia de difíciles épocas para la humanidad.

Sor Agnes recibe los estigmas de Jesús, mientras una imagen de madera de la Virgen María sangra desde llagas aparecidas en una de sus manos, y también emana sudor con una fragancia celestial, que inunda la Capilla del Convento de la Orden de las Hermanas Custodiadoras de la Eucaristía.

La misma imagen llora por 101 veces consecutivas, teniendo esta cifra un significado revelado en una aparición de su Ángel Custodio a la hermana Sasagawa.

El obispo del lugar envía a analizar las muestras de sangre, sudor y lágrimas, que se extrajeron de la imagen frente a una gran cantidad de testigos (con evidencias fotográficas y televisivas). Los análisis dictaminaron que se trataba de muestras de origen humano.

La hermana Sasagawa, que sufría de sordera, recibe el anuncio de la Virgen sobre su futura curación. La misma se produce durante una Ceremonia Religiosa, frente a la total falta de expectativas médicas, dando una evidencia más a los hechos ocurridos en Akita.

Finalmente, la Iglesia aprueba la aparición y autoriza la devoción respectiva, bajo la advocación de Nuestra Señora de Akita.
Akita tiende un puente entre dos apariciones fundamentales de nuestro siglo. La primera es Fátima, largamente conocida y difundida. En Akita se repite la esencia del mensaje de Fátima sobre la necesidad del mundo de arrepentirse, hacer oración de reparación, y la inminencia de un castigo de Dios a esta humanidad alejada. La segunda referencia es hacia una aparición poco difundida, pero central por su contenido: Nuestra Señora de Todos los Pueblos, en Amsterdam, Holanda, producida desde el año 1945. Allí María introduce su pedido referido a la necesaria aprobación por parte de la Iglesia, del quinto y último dogma de Fe Mariano: María como Corredentora, Abogada y Mediadora.

San Luís Grignon de Monfort en el siglo XVIII escribió sobre María en estos términos, pero en Amsterdam y Akita María en persona reafirma la importancia de completar los cinco dogmas de Fe Marianos, dándole a la Pastora de los tiempos finales el rol en la tierra que Jesús le asignó, y que estaba ya escrito desde el libro del Génesis, 3:15.


¿El momento?
1973 marca un momento de gran frustración para la humanidad. En adición a una crisis económica mundial, se manifiestan las primeras evidencias del fracaso de los sueños de la década del 60. Así, occidente ve como las ilusiones del movimiento de la paz y el amor, culminan en una ola de excesos en la droga, el abuso del sexo, el aborto abierto y promovido, y el descontrol juvenil.

En los países de la órbita socialista, el sueño de la igualdad social termina en el abuso de poder por parte de las minorías dirigentes, y en un escalamiento de la guerrilla como difusora del modelo en el resto del mundo.

En resumen: ambos modelos encuentran su necesario fracaso, al olvidar que de espaldas a Dios, nada es posible. Probablemente el momento en que la Virgen se manifiesta en Akita sea exactamente el punto de inflexión de la humanidad, donde se dieron por tierra todos los sueños de crecimiento y confort del mundo de postguerra, hacia el encuentro con nuevos modelos de acoso social, como el terrorismo militar y económico, las drogas, la corrupción, y el inicio del poder ejercido desde un punto de vista más oculto, sutil y global.

¿La vidente?
Sor Agnes Sasagawa, una Hermana de la Orden de las Custodiadoras de la Eucaristía, en un Japón donde sólo el 0,3 % de la población es Católica.

Japón había visto en los siglos anteriores la continuación de la acción iniciada por San Francisco Javier (siglo XVI), con persecución y Mártires surgidos en defensa de la Fe en Cristo. No era precisamente una sociedad donde se conocieran las referencias sobre Fátima u otras apariciones ocurridas en las décadas anteriores. Particularmente en el convento de Akita poco se conocía sobre estos hechos, concentrándose las cohermanas en la Adoración Eucarística, que era el centro de la vida de la congregación.

La Hermana Sasagawa sufría de una aguda sordera, enfermedad que jugó un rol importante en el desarrollo de la aparición y en su aprobación posterior por parte de la Iglesia.

Una vez más el Cielo elige el lugar y la persona aparentemente menos indicada para recibir sus revelaciones. Sin embargo, este hecho en sí mismo, es una clave de la virtud que Dios más nos demanda: la humildad.

A los más pequeños, a los más ignorantes, a los que acepten los mandatos de Dios sin planteamientos ni pretensiones de comprender la lógica Divina, se les abren de par en par las puertas del paraíso.

¿Los testigos?
Sor Agnes mostró en todo momento una obediencia ejemplar a la jerarquía Eclesiástica. No reveló ninguna de sus experiencias Místicas, sin antes compartirlas con sus superiores. El Padre Yasuda, director espiritual de la religiosa, y el Obispo de Nigata, John Ito, tuvieron un papel protagónico a lo largo de todo el proceso. No solo fueron el sostén de Sor Agnes durante la aparición, sino que también fueron testigos de los fenómenos místicos observados en la imagen de madera de María, así como de la curación milagrosa de la sordera de la vidente. También las cohermanas de Sor Agnes, sus compañeras de convento, fueron testigos y sostén permanente.

¿Hubo antecedentes previos?
En 1969, la Hermana Agnes (entonces una postulante a la Orden), recibió un mensaje mientras se encontraba orando. Un ser angelical apareció ante ella y le dijo que rezara al final de cada diez cuentas del Rosario, esta oración:

"Oh mi Jesús, perdona nuestros pecados; sálvanos del fuego del infierno; guía a todas las almas al Cielo, especialmente a aquellas más necesitadas."

Aunque Sor Agnes lo desconocía, este fue uno de los rezos dados a los niños de Fátima más de sesenta años antes. Lo que iba a suceder años después fortaleció más aún el acercamiento de los hechos de Akita con las apariciones de Fátima.

En junio de 1973, los días 12, 13 y 14, siendo Sor Agnes ya religiosa, vio unos rayos luminosos que salían del Sagrario de la capilla. Ella luego escribió en su diario personal: "..De pronto una luz deslumbrante salió del Santísimo Sacramento. Como en una ocasión anterior, algo como niebla o humo empezó a juntarse alrededor del altar y de los rayos de luz. Entonces aparecieron una multitud de seres semejantes a los ángeles, que rodearon el altar en adoración ante la Hostia. El brillo de la Hostia era tal que no podía mirarla directamente. Cerrando los ojos, me postré instintivamente...".

¿De qué manera se manifestó María a la vidente y cuáles fueron sus mensajes?
El 28 de junio, una herida en forma de Cruz se formó en la palma de la mano izquierda de Sor Agnes. Ésta le causaba un dolor muy vivo, el que recrudeció el 5 de julio. Sin embargo, siguió trabajando y ocupándose de la sacristía de la capilla.

El viernes 6 de julio de 1973, a las tres de la mañana, su ángel de la guarda se le aparece y le dice:

"No temas. Soy el que está a tu lado y te guarda. Ven y sígueme. No reces únicamente por tus pecados, sino en reparación por los pecados de la humanidad. El mundo actual hiere al Sacratísimo Corazón de Jesús con sus ingratitudes y sus ultrajes. La herida de la mano de la Santísima Virgen María es mucho más profunda que la tuya. Ahora vamos hacia la
capilla...".


Al llegar a la capilla, el ángel desapareció mientras Sor Agnes se arrodillaba delante del altar frente al Sagrario, en adoración profunda. Al acercarse a la estatua de la Virgen María observa una herida que apareció en la mano de la misma, en forma de Cruz. Apenas lo hace, escucha una voz dulce y misteriosa proveniente de la estatua, mientras observa que ésta se transfigura, tornándose luminosa y viva. Sor Agnes era sorda, pero de una manera milagrosa recibe un primer mensaje de la Virgen:

"Hija mía, has sido muy obediente al desprenderte de todo. La enfermedad de tu sordera, ¿te hace sufrir?. Tú sanarás, ciertamente. Sé paciente. Esta es la última prueba. La herida en la mano, ¿te duele?... Ora en reparación por todos los hombres... Todas las religiosas que están aquí, son preciosas para mí. ¿Rezas de todo corazón la Oración de las Siervas de la Eucaristía? Si tú quieres, recémosla juntas... Ora mucho por el Papa, los obispos y los sacerdotes. Háblale a tu superior de lo que te he dicho hoy, y haz como él te diga".

Ese mismo día, 6 de julio de 1973, la herida en forma de cruz que apareció en la mano derecha de la estatua de la Virgen comienza a sangrar. El 25 de julio, Monseñor Ito (el Obispo del lugar) se dirige al convento para verificar el sangramiento en la mano de la estatua.

Sor Agnes sintió un dolor violento en la herida de la palma de su mano, cuando el 27 de julio, el ángel le dijo:

"Tus dolores terminarán hoy. Guarda con mucho celo el recuerdo de la sangre de María y grábalo en tu corazón. La herida de María tiene un significado muy importante: ha sido hecha para obtener vuestra conversión, para implorar la paz, para reparar las ingratitudes, ofensas, ultrajes e injurias que Dios recibe. Tengan en gran estima la devoción a la preciosísima sangre de Cristo".

El 3 de agosto de 1973, Sor Agnes recibió el segundo mensaje de la Virgen:

"¿Hija mía, mi novicia, amas tú al Señor? Si tu amas al Señor, escúchame bien. Muchas personas en el mundo afligen al Señor. Deseo consoladores para su aflicción. Mi Hijo y yo deseamos almas que hagan reparación por los sufrimientos y la pobreza, por los pecados y las ingratitudes, para así poder apaciguar la cólera del Padre Eterno. Para que puedan entender cuán irritado está Él contra el mundo, les digo que el Padre prepara un gran castigo sobre toda la humanidad. Por las muchas insistencias ante mi Hijo, me fue posible, con dificultad, apaciguar la cólera del Padre. Pude hacerlo ofreciéndole los sufrimientos de su Hijo en la Cruz y mostrándole Su sangre, y ofreciéndole en Él la corte de amantísimas almas víctimas que lo consuelan. La oración, la mortificación, la pobreza, los actos que exigen sacrificio y valor pueden apaciguar la cólera del Padre... Con una sumisión total, obedece a tu superior. Él se mostrará benevolente y comprensivo y te dirigirá".


El 13 de octubre de 1973 (en el aniversario de la última aparición de Fátima, día en que se produjo el Milagro del Sol), la Virgen le da el tercer mensaje a Sor Agnes:

"Como ya lo había anunciado anteriormente, si los hombres no se convierten, el Padre dejará caer sobre toda la raza humana un gran castigo. Sin duda alguna, éste será un castigo terrible, más grave que el diluvio. Algo que nadie jamás ha visto. Fuego caerá del cielo. Con este castigo, una gran parte de la humanidad será aniquilada. Los sacerdotes morirán como los fieles... Ahora, la sola arma que quedará será: el rosario y la señal dejada por el Hijo. Recen cada día la oración del rosario... rueguen por los obispos, los sacerdotes. La acción del demonio ha penetrado hasta dentro de la Iglesia. Cardenales se opondrán contra cardenales y obispos contra obispos. Los sacerdotes que me honren serán menospreciados, vilipendiados, combatidos por sus hermanos religiosos. La Iglesia estará llena de gente comprometida. Por la acción del demonio, muchos sacerdotes y religiosos abandonarán sus vocaciones... La pérdida de muchas almas es la causa de mi dolor. Si los pecados continúan cometiéndose y desbordando la medida actual, aún el perdón de los pecados acabará por desaparecer. Con valor, transmite éste mensaje a tu superior".
La voz añade muy familiarmente:

"¿Deseas pedirme alguna cosa? Hoy es la última vez que tú me escucharás hablarte de viva voz. En adelante, tú obedecerás a mi enviado y a tu superior. Reza muchos rosarios. Todo el que confíe en mí se salvará".

El 6 de julio de 1973, la voz que salía de la estatua le había dicho a Sor Agnes:

"La enfermedad de tu sordera, ¿te hace sufrir? Tú sanaras, ciertamente".

Toda la credibilidad de los mensajes reposará finalmente sobre la realización de esta promesa. El día 13 de octubre de 1974, mientras saludaba al Santísimo Sacramento, Sor Agnes fue instantáneamente sanada de su sordera. La hermana misma telefoneó a monseñor Ito y le habló como una persona normal que no había estado enferma. El día siguiente, el médico dio este diagnóstico: "Facultad de oír normal". Esta recuperación del oído le duró a Sor Agnes seis meses, luego ella volvió a estar sorda otra vez. Dios le pidió que hiciera el ofrecimiento de ese sacrificio. Pero nueve años más tarde ella sanaría definitivamente por un milagro de la Eucaristía, el último domingo del mes de mayo en 1982, día de Pentecostés, durante la bendición con el Santísimo Sacramento.