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BEATO MIGUEL RUA 6 de abril. YossMaria Mar 20, 2011 Beato Miguel Rúa † 1910 San Juan Bosco, en 1852, se encontró en la calle con unos jóvenes que le pedían alguna medalla. A cada uno le obsequió su …Más
BEATO MIGUEL RUA 6 de abril.

YossMaria Mar 20, 2011 Beato Miguel Rúa † 1910
San Juan Bosco, en 1852, se encontró en la calle con unos jóvenes que le pedían alguna medalla. A cada uno le obsequió su medalla, menos a uno pálido y delgaducho, de noble mirada, al cual el santo le dijo: "A ti sólo te doy esto", al mismo tiempo el santo hacía un gesto con su mano derecha como si partiera su propio brazo izquierdo en la mitad. El joven no entendió ni se atrevió a preguntar, pero 30 años más tarde, le preguntará a Don Bosco: "¿Qué me quiso decir en mi niñez cuando me ofreció regalarme la mitad de su brazo?", y el santo le responderá: "Te quise decir que los dos obraríamos siempre ayudándonos el uno al otro y que tú serías mi mejor colaborador". San Juan Bosco una vez mas probó ser un gran profeta pues así fue en verdad.
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BEATO MIGUEL RUA - el 6 de abril.
fecha de inscripción en el santoral:
6 de abril
n.: 1837 - †: 1910 - país: Italia
canonización: B: Pablo VI 29 oct 1972
hagiografía: Salesiani di Don Bosco
Elogio:
En Turín, igualmente de Italia, beato Miguel Rua, presbítero, propagador eximio de la Sociedad de San Francisco de Sales.
Nacido en Turín el 9 de junio de 1837, el menor de nueve hijos, Miguel …Más
BEATO MIGUEL RUA - el 6 de abril.

fecha de inscripción en el santoral:
6 de abril
n.: 1837 - †: 1910 - país: Italia
canonización: B: Pablo VI 29 oct 1972
hagiografía: Salesiani di Don Bosco

Elogio:
En Turín, igualmente de Italia, beato Miguel Rua, presbítero, propagador eximio de la Sociedad de San Francisco de Sales.

Nacido en Turín el 9 de junio de 1837, el menor de nueve hijos, Miguel ingresó en el Oratorio de Don Bosco en 1852. Un día Don Bosco le dijo «Iremos por mitades en todo». Estaba en el primer grupo al que Don Bosco le sugirió la formación de una Sociedad Salesiana. Durante 36 años fue su colaborador más cercano en todas las etapas del desarrollo de la congregación. En 1854, en la habitación de Don Bosco, hizo su «profesión simple», era así el primer salesiano. A los 22 años (1859) fue el primer director espiritual de la congregación y en 1860 fue ordenado sacerdote. A los 26 años (1863-1865) se convirtió en el primer director del Colegio Mirabello y más tarde fue el vicario de Valdocco, con sus 700 alumnos, y de la congregación. Fue administrador de «Letture Cattoliche» (Lecturas Católicas), responsable de la formación y del personal (1869). En 1875 se convirtió en el Director General de las Hermanas Salesianas y acompañó a Don Bosco en sus viajes.

En 1884, por explícita solicitud del fundador, el papa León XIII lo designó sucesor de Don Bosco y en 1888 lo confirmó como Director General. El padre Rua era visto como la «regla viva» debido a su austera fidelidad; sin embargo, también demostró un espíritu paterno que era capaz de gran consideración, tanto que era conocido como el «rey de la bondad».

Con el crecimiento de la cantidad de cofrades y del desarrollo de las obras, envió salesianos a todas partes del mundo, prestando especial atención a las expediciones misioneras. En sus largos viajes por Europa y Medio Oriente, él consoló y animó, siempre mirando hacia el fundador: «Don Bosco dijo... Don Bosco hizo... Don Bosco quería...». Cuando murió, el 6 de abril de 1910 a la edad de 73 años, la Congregación había crecido de 773 Salesianos a 4000, de 57 casas a 345, de 6 provincias a 34 en 33 países.

Cuando lo beatificó, el Papa Pablo VI dijo: «La Familia Salesiana le debe su origen a Don Bosco, al Padre Rua su continuidad. Él convirtió el ejemplo del Santo en un colegio, su Regla en un espíritu, su santidad en un modelo. Transformó el arroyo en un río». Sus restos son venerados en la cripta de la Basílica de María Auxiliadora. Su memorial se celebra, en al congregación, el 29 de octubre.
fuente: Salesiani di Don Bosco
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BEATO MIGUEL RUA - 6 de abril
Irapuato
Primera Lectura (Lectio Divina)
Isaías 49, 8-15
Esto dice el Señor:
"En el tiempo de la misericordia te escuché,
en el día de la salvación te auxilié.
Yo te formé y te he destinado para que seas alianza del pueblo:
para restaurar la tierra,
para volver a ocupar los hogares destruidos,
para decir a los prisioneros: ‘'Salgan‘,
y a los que están en tinieblas: ‘Vengan a la luz‘'.
Pastarán de …Más
Primera Lectura (Lectio Divina)
Isaías 49, 8-15
Esto dice el Señor:
"En el tiempo de la misericordia te escuché,
en el día de la salvación te auxilié.
Yo te formé y te he destinado para que seas alianza del pueblo:
para restaurar la tierra,
para volver a ocupar los hogares destruidos,
para decir a los prisioneros: ‘'Salgan‘,
y a los que están en tinieblas: ‘Vengan a la luz‘'.

Pastarán de regreso a lo largo de todos los caminos,
hallarán pasto hasta en las dunas del desierto.
No sufrirán hambre ni sed,
no los afligirá el sol ni el calor,
porque el que tiene piedad de ellos
los conducirá a los manantiales.
Convertiré en caminos todas las montañas
y pondrán terraplén a mis calzadas.

Miren: éstos vienen de lejos;
aquéllos, del norte y el poniente,
y aquéllos otros, de la tierra de Senim.

Griten de alegría, cielos; regocíjate, tierra;
rompan a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y tiene misericordia de los desamparados.
Sión había dicho: '‘El Señor me ha abandonado,
el Señor me tiene en el olvido‘'.
¿Puede acaso una madre olvidarse de su creatura
hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas?
Aunque hubiera una madre que se olvidara,
yo nunca me olvidaré de ti",
dice el Señor todopoderoso.

+ Meditatio
Dentro de la riqueza de este pasaje de Isaías, destinado al pueblo de
Israel mientras estaba en el Exilio, centremos nuestra atención en la
misión redentora del profeta: "Yo te formé y te he destinado para que
seas alianza del pueblo: para restaurar la tierra, para decir a los
prisioneros: ‘Salgan‘, y a los que están en tinieblas: ‘Vengan a la
luz‘". Esta también es nuestra misión como bautizados, ser un
instrumento de Dios para todos aquellos que viven aún prisioneros de
sus vicios y defectos; ser luz para aquellos que viven en las
tinieblas del pecado; ser alianza para que los que no conocen a Jesús,
no sólo lo conozcan sino lo lleguen a amar profundamente y de esta
manera tengan vida y la tengan en abundancia.

Tú y yo, en el medio en el que nos desenvolvemos diariamente debemos,
primero que nada con nuestro testimonio de vida y luego si es posible
con nuestra palabra profética, ser portadores del Evangelio y del amor
de Dios para los demás. Él cuenta con nosotros.

+ Oratio
Hazme salir de mi comodidad, Señor, llévame a los afligidos, a los
atribulados y prisioneros de vicios, pecados y toda atadura que los
aleja de ti. Haz de mi vida un reflejo de tu luz, que pueda iluminar a
los que viven en tiniebla y sombra de muerte, que pueda guiar sus
pasos por tu senda de justicia y de paz.

Yo he descubierto que tú nunca me abandonarás, que aunque una madre se
olvidara de su creatura, tú nunca me olvidarás ni me abandonarás; haz,
Señor, que mi vida sea un constante anuncio de esta verdad para los
que no tienen esperanza. Usa mi persona para atraer a más gente hacia
a ti.

+ Operatio
En este día buscaré a alguien verdaderamente necesitado de esperanza,
fe y amor, y le diré claramente que Dios le ama, que tiene un plan
para su vida.
Regresar

El Evangelio de hoy
Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer
curaciones en sábado): "Mi Padre trabaja siempre y yo también
trabajo". Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte,
ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios,
igualándose así con Dios.

Entonces Jesús les habló en estos términos: "Yo les aseguro: El Hijo
no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al
Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al
Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía
mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita
a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien
él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo
ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre.
El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.

Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me
envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya
pasó de la muerte a la vida.

Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues
así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al
Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar,
porque es el Hijo del hombre.

No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que
yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien
para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada
puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es
justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió".

+ Reflexión
El tema central de este pasaje es escuchar la palabra de Jesús y creer
que él es verdaderamente el Hijo de Dios. Estos son dos elementos que
están íntimamente relacionados uno con otro. Si nosotros reconocemos
verdaderamente que Jesús es Dios, entonces su palabra deja de ser una
palabra como la de los demás para convertirse en "Palabra de Dios";
ahora bien, si la palabra de Jesús, lo que nosotros leemos en los
evangelios es verdaderamente "Palabra de Dios", debería ser algo sobre
lo que no se duda o discute: puede ser que no la entienda, o que me
resulte difícil de vivir o de aceptar, pero sigue siendo "Palabra de
Dios".

Jesús nos dice hoy: "El que escucha mi palabra y cree en el que me
envió, tiene vida eterna". Con esto nos manifiesta que la fuente de la
vida es su palabra por ininteligible que pudiera parecer o por difícil
que fuera el vivir de acuerdo a ella. En definitiva, si el hombre
quiere tener una vida llena de paz, de alegría y de gozo en el
Espíritu, no tiene ninguna otra opción que vivir de acuerdo a la
voluntad de Dios expresada en Cristo.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro
Un comentario más de Irapuato
Irapuato
Beato Miguel Rúa
† 1910

San Juan Bosco, en 1852, se encontró en la calle con unos jóvenes que le pedían alguna medalla. A cada uno le obsequió su medalla, menos a uno pálido y delgaducho, de noble mirada, al cual el santo le dijo: "A ti sólo te doy esto", al mismo tiempo el santo hacía un gesto con su mano derecha como si partiera su propio brazo izquierdo en la mitad. El joven no entendió ni …Más
Beato Miguel Rúa
† 1910

San Juan Bosco, en 1852, se encontró en la calle con unos jóvenes que le pedían alguna medalla. A cada uno le obsequió su medalla, menos a uno pálido y delgaducho, de noble mirada, al cual el santo le dijo: "A ti sólo te doy esto", al mismo tiempo el santo hacía un gesto con su mano derecha como si partiera su propio brazo izquierdo en la mitad. El joven no entendió ni se atrevió a preguntar, pero 30 años más tarde, le preguntará a Don Bosco: "¿Qué me quiso decir en mi niñez cuando me ofreció regalarme la mitad de su brazo?", y el santo le responderá: "Te quise decir que los dos obraríamos siempre ayudándonos el uno al otro y que tú serías mi mejor colaborador". San Juan Bosco una vez mas probó ser un gran profeta pues así fue en verdad.

Miguel Rúa nació en Turín (Italia) de una modesta familia. Hizo sus estudios de primaria con los Hermanos Cristianos que lo apreciaron mucho porque era sin duda el alumno de mejor conducta que tenían en su escuela. Y resultó que al Instituto de los Hermanos iba San Juan Bosco a confesar y los alumnos se encariñaron de tal manera con este amable santo que ya no aceptaban confesarse con ningún sacerdote que no fuera él. Rúa fue uno de los que se dejaron ganar totalmente por la impresionante simpatía y santidad del gran apóstol.

Al quedar huérfano de padre, empezó a frecuentar el Oratorio de Don Bosco, donde los muchachos pobres de la ciudad iban a pasar alegre y santamente los días festivos. Allí oyó un día que el santo le preguntaba: "Miguelín: ¿nunca has deseado ser sacerdote?". Al jovencito le brillaron los ojos de emoción y le respondió: "Si, lo he deseado mucho, pero no tengo cómo hacer los estudios".

"Pues te vienes cada día a mi casa y yo te daré clases de latín", le dijo Don Bosco. Y así empezó el joven sus clases de secundaria.

Más tarde Don Bosco lo envió a que recibiera clases de un excelente profesor de la ciudad, y cuando le pidió informes acerca de su alumno, el profesor respondió: "Es el mejor de la clase en todo: en aplicación, en conducta y en buenos modales".

San Juan Bosco deseaba mucho fundar una comunidad religiosa para educar a los jóvenes, y se propuso formar a sus futuros religiosos de entre sus propios alumnos. Al primero que eligió para ello fue al joven Rúa. Le impuso la sotana y se interesó porque fuera haciendo sus estudios lo más completamente posible.

En 1856 Don Bosco hizo una votación entre los centenares de alumnos de su Oratoria de Turín (en el cual había muchos internos). Las preguntas eran estas: 1ª. ¿Cuál es el más santo y piadoso de los oratorianos? 2ª. ¿Cuál es el más simpático y buen compañero de todo el Oratorio? La segunda pregunta la ganó Santo Domingo Savio. La primera la ganó por amplia votación el joven Rúa. La votación de aquellos jóvenes resultó ser muy acertada pues ambos llegaron a ser formalmente reconocidos por la Iglesia por su santidad.

Rúa fue el primer alumno de Don Bosco que, ordenado de sacerdote, se quedó a colaborarle en su obra. Fue también el primer director de colegio salesiano y el hombre de confianza que acompañó durante 37 años al gran apóstol en todas sus empresas apostólicas. En él depositaba San Juan Bosco toda su confianza y era en todo como su mano derecha.

Del beato Miguel Rúa hizo San Juan Bosco el siguiente elogio: "Si Dios me dijera: hágame la lista de las mejores cualidades que desea para sus religiosos, yo no sé qué cualidades me atrevería a decir, que ya no las tenga el Padre Miguel Rúa".

Cuando el Padre Rúa fue nombrado para ser director del primer colegio salesiano que se fundaba fuera de Turín, le pidió a su maestro Don Bosco que le trazara un plan de comportamiento, y el santo le escribió lo siguiente: "Ante todo trate de hacerse querer, más que de hacerse temer. Recuerde lo que decía San Vicente de Paúl: ‘Yo tenía un carácter demasiado serio y un temperamento amargo, y me di cuenta de que si no hay amabilidad, se hace más mal que bien en el apostolado. Y me propuse adquirir un modo de ser amable y bondadoso’. Este sea su plan de comportamiento". Miguel Rúa conservó toda su vida estos consejos y llegó a practicarlos de manera admirable.

San Juan Bosco decía al final de su vida: "Si el Padre Rúa quisiera hacer milagros, los haría, porque tiene la virtud suficiente para conseguirlos". El era humilde y no hablaba de sus logros. Pero un día, ya ancianito, le preguntaron los religiosos jóvenes: "Padre, ¿nunca le ha sucedido algún hecho extraordinario?". Y él, por bromear, les dijo: "Sí, un día me dijeron: ya que está reemplazando a Don Bosco que era tan milagroso, por favor coloque sus manos sobre una enferma que está moribunda. Yo lo hice, y tan pronto como le coloqué las manos sobre la cabeza, en ese mismo instante... ¡la pobre mujer se murió!".
Cuando San Juan Bosco era ya muy ancianito, el Santo Padre León XIII le dijo: "Dígame cuál es su sacerdote de mayor reemplazo". El santo le dijo que era Miguel Rúa y este recibió el encargo Pontificio de reemplazar a Don Bosco cuando muriera. Y así lo hizo en 1888 al morir el santo. Quedó Rúa elegido como Superior General de los salesianos y en los 22 años que dirigió la Congregación Salesiana, esta multiplicó por cinco el número de sus religiosos y abrió casas y obras sociales en gran cantidad de países.
Los salesianos decían: "Si alguna vez se perdiera nuestra Regla o nuestros Reglamentos, bastaría observar cómo se porta el Padre Rúa, para saber ya qué es lo que los demás debemos hacer". Su exactitud era admirable. Siempre amable y bondadoso, comprensivo con todos y lleno de paciencia, pero exactísimo en el cumplimiento de todos sus deberes.

Cuando Rúa tenía apenas unos 25 años, un día se enfermó muy gravemente y mandó llamar a San Juan Bosco para que le impusiera los santos óleos y le llevaran el viático. El santo respondió: "Miguel no se muere ahora, ni aunque lo lances de un quinto piso". Y después explicó el por qué decía esto. Es que en sueños había visto que todavía en el año 1906 (40 años después) estaría Miguel Rúa extendiendo la comunidad salesiana por muchos países del mundo. Y a él personalmente le dijo después: "Miguel: cuando ya seas muy anciano y al llegar a una casa alguien te diga: ‘Ay padre, ¿por qué se ha envejecido tan exageradamete?’, prepárate porque ya habrá llegado la hora de partir para la eternidad". Y así sucedió. Al principio del año 1910, el Padre Rúa fue a Sicilia a visitar un colegio salesiano y un antiguo discípulo suyo, al verlo le dijo: "Ay padre, ¿por qué se ha envejecido tan exageradamente?". El santo sacerdote palideció y se preparó para bien morir.

El 6 de abril de 1910, después de exclamar: "Salvar el alma, eso es lo más importante", expiró santamente. Había dedicado su vida con todo su corazón a comunicar el amor de Dios según el carisma que recibió de San Juan Bosco.
www.corazones.org/santos/miguel_rua.htm