El fin del hombre es Dios y todas las otras cosas son medios, el hombre no ha sido creado para la riqueza, cuantas más posee, tanto mas las desea y tanto más infeliz es, endurece su corazón, el hombre no ha sido creado para los placeres, cuantos más posee, tanto más los desea y tanto más infeliz es, el hombre no ha sido creado para la gloria, cuanta más posee, tanto más la desea y tanto más infeliz es, el hombre ha sido creado para Dios y para el paraíso, Dios es la fuente de la felicidad, el que se acerca a Dios, participa de su felicidad y ya en esta vida pregusta de ella. Tengamos una actitud libre, abierta y gozosa, aunque los pies rocen la tierra y la mano empuñe la lapicera o un instrumento mecánico, nuestro corazón ha de estar libre, para brindar a Dios la ofrenda de nuestra fe, el canto de nuestra gratitud y el gozo de nuestro amor, el apóstol Pedro decía: Os exhorto a que viváis como peregrinos y extranjeros (I Pe 2,11). San Buenaventura ponderaba que el hombre es capaz de Dios, capax Dei, es capaz de recibir a Dios en su interior, de conocerlo, amarlo, servirlo, y es el único capaz de acercarse a Dios con su mente, con su corazón y con todas sus fuerzas, a poner pues acción a nuestra creatividad, un reto para nuestra generosidad, que aventura para nuestro corazón.