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Angelo Lopez
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AUNQUE TODOS...YO NO. ¡Él abandono del Sagrario! Es decir, la repetición constante para el Corazón de Jesucristo de lo más triste de su Evangelio. Es Belén, su pueblo, con sus puertas cerradas, y …Más
AUNQUE TODOS...YO NO.

¡Él abandono del Sagrario!
Es decir, la repetición constante para el Corazón de Jesucristo de lo más triste de su Evangelio.
Es Belén, su pueblo, con sus puertas cerradas, y sin un rinconcito para que nazca. Es Nazaret, la tierra de casi toda su vida, intentando arrojarlo desde lo alto del monte. Es Jerusalén, el gran teatro de sus milagros, dejándolo sin comer y sin casa para dormir el mismo Domingo de Ramos. Es el abandonándolo, todos huyeron de la noche de las agonías del Huerto.
Ese AUNQUE TODOS... YO NO, es la palabra de la lealtad a toda prueba, hasta llegar, si es preciso, a la terquedad heroica de perder la vida antes de dejar de guardarla.
Es la gota de bálsamo que Dios bueno deja llegar al corazón de los injustamente condenados y es la mano airada que abofetea la cara de los tiranos y perseguidores injustos.
Es la fórmula de los corazones viriles y grandes, que no se ablandan ni ante el soborno ni ante el éxito, corazones de roca ante la dádiva del vencedor y de carne para la compasión hacia el vencido.
Esa palabra no es ciertamente palabra de esclavo, sino de señor. No es palabra que pronuncian ni entienden los cobardes, los egoístas y los comodones, sino los esforzados y abnegados.
Es, por último, y ¡qué triste es esto!, la palabra de los menos, y, si me aprietas, te diré que de los muy pocos, que la historia y la experiencia enseñan que no están los más, por esas escabrosidades y contramarcas de la lealtad a todo trance.