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La Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino volumen 1

PREGUNTA 66 — LA RELACIÓN ENTRE CREACIÓN Y DISTINCIÓN

1. ¿Precedió en el tiempo un estado informe de la materia creada a la distinción de esta materia? -
2. ¿Existe una sola materia para todos los seres corpóreos? -
3. ¿El cielo empíreo fue creado con materia informe? -
4. ¿Se creó el tiempo con ella?

Artículo 1 - ¿Un estado informe de la materia creada precedió en el tiempo a su distinción?

Objeciones:

1.
Parece que un estado informe de la materia precedió en el tiempo a su formación. En efecto, se dice en el Génesis (1,2): "La tierra estaba desierta y vacía" o, según otra versión, "invisible y sin composición"; según San Agustín, esto designa un estado informe de la materia. Por tanto, en un momento determinado, antes de formarse, la materia habría sido informe.

2 . En su operación, la naturaleza imita la operación de Dios, como la segunda causa imita a la primera. Ahora bien, en la operación de la naturaleza, el estado informe precede a la formación. Por lo tanto, esto también se aplica a la operación divina.

3 . La materia está por encima del accidente. Porque la materia es parte de la sustancia. Pero Dios puede provocar un accidente sin causa. Esto es evidente en el sacramento del altar. Por lo tanto, Dios puede hacer que la materia sea informe.

En la dirección opuesta ,

1 . La imperfección de un efecto da fe de la imperfección del agente. Pero Dios es el agente perfecto por excelencia. De ahí las palabras de Deuteronomio (32:4): “Las obras de Dios son perfectas”. Por lo tanto, la obra creada por Dios nunca ha sido informe.

2 . La formación de la criatura corpórea fue producida por el trabajo de distinción. Pero la distinción se opone a la confusión, como la formación en el estado informe. Por lo tanto, si el estado sin forma hubiera precedido en el tiempo a la formación de la materia, se seguiría que en el principio habría habido una confusión de la criatura corpórea, lo que los antiguos llamaban Caos.

Respuesta:

Sobre este problema los Padres tenían opiniones diferentes. San Agustín quiere que el estado informe de la materia no preceda temporalmente a su formación; sólo habría habido anterioridad según el origen o el orden de la naturaleza. Otros, como San Basilio, San Ambroise y San Juan Crisóstomo, quieren que el estado informe de la materia haya precedido a su formación. Aunque estas opiniones parecen contrarias, difieren sólo ligeramente. De hecho, San Agustín entiende la expresión “estado informe” de la materia de manera diferente que los demás.

Según San Agustín, en el estado informe de la materia, debemos ver la ausencia de cualquier forma. Y desde este punto de vista es imposible decir que el estado informe de la materia precedió temporalmente a la formación de esta materia o a su distinción. Esto es obvio para el entrenamiento. De hecho, si la materia informe hubiera precedido a la duración, ya habría existido en acción; porque el acto está implícito en la duración; de hecho, el término de la creación está en acción. Ahora bien, lo mismo que está en acto es la forma. Luego afirmar que hubo materia primera sin forma es decir que un ser en acto era sin acto, lo cual es contradictorio. - Tampoco podemos decir que la materia tuviera una especie de forma común, y que después se le añadieran diversas formas por las que se distinguiera. Porque esto volvería a la opinión de los antiguos naturalistas, que suponían que la materia primera era un cuerpo real, por ejemplo fuego, aire o agua, o algún intermediario; de lo cual resultó que el devenir sustancial no era otra cosa que la alteración. Pues de esta forma anterior que da el ser actual en la categoría de sustancia y hace que exista tal ser existente, se seguiría que la forma sobreañadida no causaría absolutamente el ser actual, sino el ser según tal acto, que es la propiedad. de la forma accidental. De esta manera, las formas posteriores serían accidentes, donde no observamos generación sino alteración. Por tanto, hay que decir que la materia prima no fue creada sin forma alguna, ni creada en una única forma común, sino que fue creada en formas distintas. - Por tanto, si la expresión "estado informe de la materia" se refiere a la condición de la materia primera (que como tal no tiene forma alguna), debe reconocerse que tal estado no precedió temporalmente a la formación o distinción de la materia, como San Agustín dice, pero sólo por origen o por naturaleza, en la forma en que la potencia es anterior al acto, y la parte al todo.

Los otros Padres, por el contrario, usan la expresión "estado sin forma" no para excluir toda forma, sino para excluir la belleza y el brillo que ahora vemos en la criatura corpórea. Y en este sentido afirman que el estado informe de la materia corporal ha precedido, con el tiempo, a su formación. Visto así las cosas, San Agustín está, en parte, de acuerdo con ellas; pero por otra parte no los sigue, como veremos más adelante.

Según lo que queremos extraer de la carta del Génesis, faltaban tres especies de belleza, y por eso a la criatura corpórea se la llamó "sin forma". En primer lugar, la belleza de la luz faltaba en la totalidad de ese cuerpo diáfano que llamamos cielo, de ahí esta frase: “La oscuridad cubrió el abismo”. Por otra parte, la tierra carecía de una doble belleza: la primera es estar libre de agua; y es en este sentido que se dice: "La tierra era desierta" o "invisible", porque no se podía ver tal como es a causa de las aguas que la cubrían por todos lados. La segunda belleza es la que extrae de los vegetales y de las plantas; y por eso se dice que estaba "vacío" o, según la otra versión, "desorganizada". Así, habiendo puesto al frente de su relato la creación de dos naturalezas, el cielo y la tierra, el autor sagrado expresa el estado informe del cielo diciendo: "Las tinieblas cubrieron el abismo", como bajo la palabra "cielo" se incluye el aire. ; y afirma el estado informe de la tierra con las palabras: "La tierra estaba desértica y vacía".

Soluciones:

1
. En este pasaje, la palabra "tierra" es entendida de manera diferente por San Agustín y por los demás Padres. San Agustín quiere en efecto que aquí los nombres “tierra” y “agua” designen la materia prima misma. De hecho, mientras Moisés se dirigía a un pueblo sin educación, no le era posible indicar la materia prima más que mediante analogías extraídas de cosas bien conocidas. Por eso también designa esta materia con varias analogías, no utilizando la sola palabra "agua" ni la sola palabra "tierra", para que no imaginemos que en realidad era ni la tierra, ni el agua. Sin embargo, la materia prima presenta con la tierra esa semejanza de estar subyacente a las formas, y con el agua, de poder informarse de diversas formas. En este sentido, pues, a la tierra se la llama "desierta y vacía" o "invisible y desorganizada", porque la materia se conoce por la forma (por eso considerada en sí misma se dice invisible o desierta); y su poder se cumple por la forma; de ahí que Platón diga que la materia es un “lugar”. - Los demás Padres entienden por tierra el elemento mismo; Hemos explicado anteriormente cómo, según ellos, era informe.

2. La naturaleza produce el efecto real a partir del ser potencial. Es, pues, necesario que en su funcionamiento la potencia preceda temporalmente al acto, y que el estado informe sea anterior a la formación. Pero Dios produce el ser en acto de la nada; por lo tanto, puede producir instantáneamente una realidad perfecta de acuerdo con la magnitud de su poder.

3 . El accidente, por ser forma, es del acto; por el contrario, la materia, como tal,es estar en potencial. Por tanto, el ser en acto es más contrario a la materia sin forma que al accidente sin sujeto.

Soluciones a las objeciones en contrario:

1 . Si, según la doctrina de los otros Padres, el "estado informe" precede temporalmente a la formación de la materia, esto no proviene de la impotencia de Dios, sino de su sabiduría. Pretende observar un orden en el establecimiento de las cosas conduciéndolas del estado imperfecto al estado perfecto.

2 . Algunos de los físicos antiguos supusieron una confusión que excluía cualquier distinción; excepto la reserva hecha por Anaxágoras de un intelecto único, distinto y sin mezcla. Por otra parte, la Escritura establece, antes de la obra de distinción, varias distinciones.

- 1 . La del cielo y la tierra, que manifiesta una distinción válida también en el plano de la materia, como veremos más adelante; se encuentra en las palabras: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra".

- 2 . La distinción de elementos según sus formas.

Se hace cuando se nombra el agua y la tierra. Si la Escritura no hace alusión ni al aire ni al fuego, es porque a los hombres incultos a quienes se dirigió Moisés no les resultaba evidente que existieran cuerpos de esta clase, como es evidente en el caso de la tierra y el agua. Platón, sin embargo, entendió que la expresión "aliento del Señor" significaba aire, porque al aire también se le llama "aliento". En cuanto al fuego, lo vio representado por el cielo, del que dijo que era de naturaleza ígnea, según lo relata San Agustín. Maimónides, que coincide con Platón en lo demás, afirma por su parte que el fuego se significa por "tinieblas", por lo que dice, que en la esfera que le es propia el fuego no brilla. Parece más acorde con la realidad repetir lo dicho anteriormente, porque la expresión "aliento del Señor" suele usarse en las Escrituras sólo cuando se refiere al Espíritu Santo. Y cuando se dice que se cierne sobre las aguas, esto debe entenderse no de manera corporal sino como la voluntad de un maestro artesano domina la materia que pretende informar.

- 3 . la distinción según la situación local. La tierra estaba bajo las aguas que la hacían invisible; y el aire, que es objeto de las tinieblas, está indicado como por encima de las aguas con estas palabras: "Las tinieblas estaban sobre la faz del abismo". - Lo que quedaba por distinguir, lo mostraremos a continuación.

Artículo 2 - ¿Existe una única materia para todos los seres corpóreos?

Objeciones:

1.
Parece que para todos los cuerpos existe una única materia informe. San Agustín dice en efecto: "Veo dos cosas que tú hiciste: una formada y otra informe". Luego precisa que esta última es la "tierra invisible y desnuda", que, afirma, significa la materia de las realidades corpóreas. Hay, pues, una sola materia para todas las cosas corpóreas.

2 . Aristóteles nos dice que las realidades que son una por género lo son por materia. Ahora bien, todas las cosas corpóreas se encuentran en el cuerpo genérico. Existe, pues, una única materia para todos los seres corpóreos.

3 . Hay diversidad de acto en los distintos poderes, y unidad cuando el poder es único. Ahora bien, existe una forma única para todos los cuerpos, que es la corporalidad. Así que hay un tema único para cada uno.

4 . Considerada en sí misma, la materia sólo existe potencialmente. Pero la distinción viene de las formas. Por tanto, si la consideramos en sí misma, sólo hay una materia para todas las realidades corporales.

Por el contrario , todas las cosas que tienen materia en común son transmutables entre sí y desempeñan el papel de agente y paciente unas para otras, dice Aristóteles. Sin embargo, los cuerpos celestes y los cuerpos inferiores no tienen este comportamiento mutuo. Por tanto, no tienen un solo tema.

Respuesta:

Sobre este problema las opiniones de los filósofos han divergido. Platón y todos los filósofos anteriores a Aristóteles asumieron que todos los cuerpos tenían la naturaleza de los cuatro elementos. Como los cuatro elementos se comunican en la misma materia, como lo demuestra su mutua generación y destrucción, se sigue que hay una sola materia para todos los cuerpos. En cuanto al hecho de que ciertos cuerpos sean indestructibles, Platón lo atribuyó no a una condición de la materia, sino a la voluntad del autor, es decir de Dios, a quien presenta hablando así a los cuerpos celestes: “Por vuestra naturaleza sois susceptibles de disolución, pero por mi voluntad estáis exentos de disolución, porque mi voluntad es superior al nudo que os constituye”.

Aristóteles refuta esta posición invocando el movimiento natural de los cuerpos. El cuerpo celeste está dotado de un movimiento natural diferente al movimiento natural de los elementos; por lo tanto se sigue que su naturaleza es distinta de la de los cuatro elementos. Y así como el movimiento circular propio de los cuerpos celestes no experimenta contrariedad, siendo los movimientos de los elementos contrarios entre sí (como el movimiento ascendente o descendente), el cuerpo celeste tampoco experimenta contrariedad, mientras que los cuerpos elementales implican contrariedad. Así, pues, como la generación y la destrucción ocurren entre opuestos, se sigue que, según su naturaleza, el cuerpo celeste es incorruptible, mientras que los elementos son corruptibles.

A pesar de esta diferencia con la corruptibilidad y la incorruptibilidad naturales, Avicebron, considerando la unidad de la forma corporal, asumió una sola materia para todos los cuerpos. Pero si existiera una sola forma esencial como forma de corporalidad, una forma a la que se agregarían otras formas que presidirían la distinción de los cuerpos, estaríamos en la necesidad que acabamos de afirmar. Porque esta forma sería inherente inmutablemente a la materia. En consecuencia, desde el punto de vista de esta forma, cualquier cuerpo sería incorruptible, y su corrupción sólo se produciría mediante el rechazo de las formas posteriores; lo cual no sería una corrupción absoluta sino relativa, porque detrás de la corrupción quedaría un determinado ser en acción. Lo mismo les sucedía a los físicos antiguos cuando suponían como sujeto de los cuerpos un ser activo, como el fuego, el aire u otro de la misma especie.

Por otra parte, si suponemos que no hay forma en el cuerpo corruptible que quede como sustrato de generación y corrupción, se sigue necesariamente que no es la misma materia la que se encuentra en los cuerpos según sean corruptibles o incorruptibles. . De hecho, la materia, como tal, es potencialmente forma. Es, pues, necesario que la materia, considerada en sí misma, esté en potencia con las formas de todas las cosas de las que es materia común. Por el contrario, la materia sólo se vuelve acto mediante una forma en relación con esta forma. Por tanto, la materia permanece en potencial para todas las demás formas. - Esto no se excluye si una de estas formas es más perfecta y contiene en sí misma en sus potencialidades las otras formas; porque el poder, como tal, tiene un comportamiento indiferente respecto de lo perfecto y lo imperfecto. En consecuencia, cuando está en forma imperfecta, está potencialmente en forma perfecta, y viceversa. Luego la materia, en cuanto está en forma de cuerpo incorruptible, permanece potencialmente en forma de cuerpo corruptible. Y como no tiene esta forma en acción, se encontrará simultáneamente sujeto a la forma y a la privación; la falta de una forma en lo que es potencial para la forma es la privación. Pero esta disposición es el hecho del cuerpo corruptible. Es, pues, imposible por naturaleza que el cuerpo incorruptible y el cuerpo corruptible tengan la misma y única materia.

Sin embargo, no es necesario decir, como imaginaba Averroes, que el cuerpo celeste es en sí mismo la materia del cielo, un ser en potencia para una situación local y no para una existencia sustancial, siendo entonces su forma la sustancia separada que se une a como motor. En efecto, no podemos afirmar que algo sea un ser actual si no es enteramente acto y forma, o si no posee acto ni forma. Si descartamos mentalmente esta sustancia separada que se postula como motor, y si el cuerpo celeste no es el que posee la forma (es decir, un ser compuesto de la forma y del sujeto de la forma), se sigue que es enteramente forma y acto. Pero todo ser de este tipo es una inteligencia en acción, lo que no se puede decir del cuerpo celeste, ya que es perceptible por los sentidos.

Por tanto, la materia del cuerpo celeste considerada en sí misma no tiene en potencia otra forma que la que posee. Y no nos importa cuál sea esta forma, alma o cualquier otra cosa. En cualquier hipótesis, esta forma perfecciona tan bien esta materia que de ningún modo queda en ella potencial alguno para una existencia sustancial, sino sólo en el lugar, dice Aristóteles. Luego no es la misma materia la que existe en los cuerpos celestes y en los elementos, salvo por analogía, en la medida en que estas cosas están unificadas en la noción de potencia.

Soluciones:

1.
S. Agustín sigue la opinión de Platón que no suponía una “quinta esencia”. También se puede responder que la materia informe es una según una unidad de orden, como todos los cuerpos son uno según el orden de la criatura corpórea.

2. Si consideramos el género desde el punto de vista físico, los seres corruptibles y los incorruptibles no están en el mismo género, por las diferentes modalidades que toma en ellos el poder, según Aristóteles. Pero desde el punto de vista lógico existe un solo género para todos los cuerpos, por una única razón de corporalidad.

3. La forma de la corporalidad no es una en todos los cuerpos, porque, como hemos dicho, no difiere de las formas por las que se distinguen los cuerpos

. 4. Como la potencia se dice en relación al acto, el ser en potencial se diversifica por el hecho mismo de que se ordene a diversos actos; así la vista al color y el oído al sonido. Luego la materia del cuerpo celeste es distinta de la materia de los elementos por el hecho de que no está potencialmente en sus formas.

Artículo 3 - ¿El cielo empíreo fue creado con materia informe?

Objeciones:

1.
Si el cielo empíreo es algo, debe ser un cuerpo sensible. Ahora bien, todo cuerpo sensible está sujeto al movimiento. Pero el cielo empíreo no lo es en este caso, porque su movimiento sería percibido por el movimiento de algún cuerpo aparente; del que no somos del todo conscientes. Por tanto, el cielo empíreo no es algo creado con materia informe.

2. S. Agustín dice que "los cuerpos inferiores están gobernados según un cierto orden por los cuerpos superiores". Si el cielo empíreo fuera una especie de cuerpo supremo, tendría que tener cierta influencia sobre los cuerpos inferiores de este mundo. Lo cual no parece ocurrir, sobre todo si lo presentamos como libre de circulación; pues ningún cuerpo puede ser causa del movimiento si no es él mismo sujeto del movimiento. Por tanto, el cielo empíreo no está creado con materia informe.

3. Si decimos que el cielo empíreo es el lugar de la contemplación, no ordenada a los efectos naturales, S. Agustín dice en sentido contrario: "En la medida en que nuestra mente capta algo eterno, ya no estamos en este mundo". De donde se desprende que la contemplación eleva nuestra mente por encima de las cosas corporales. Por tanto, no hay ningún lugar corporal asignado a la contemplación.

4.Entre los cuerpos celestes, hay uno que es en parte diáfano y en parte luminoso: el “cielo sideral”. También hay un cielo completamente transparente, que algunos llaman cielo "acuoso" o "cristalino". Si arriba hay otro cielo, éste debe ser completamente luminoso. Pero esto no puede ser, porque entonces el aire estaría continuamente iluminado y nunca habría noche. Por tanto, no existe un cielo empíreo creado con materia informe.

En sentido contrario , Estrabón dice que en estas palabras: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra", el cielo no significa un firmamento visible, sino empíreo, es decir fuego.

Respuesta:

La existencia del cielo empíreo sólo es propuesta por las autoridades de Estrabón y Beda, y además por la de San Basilio. Al afirmar este hecho, estos autores coinciden en un punto: este cielo es el lugar de los bienaventurados. De hecho Estrabón, y Beda con él, nos dice: "Tan pronto como estuvo hecho, fue lleno de los ángeles". Y en el mismo sentido especifica S. Basilio: "Así como los condenados son arrojados a la última oscuridad, así la recompensa por las obras meritorias se distribuye en esta luz que está fuera del mundo, donde los bienaventurados reciben la parte del descanso de la estancia. " Estos autores, sin embargo, difieren sobre el motivo que sugiere la existencia de este cielo. Para Estrabón y Beda, la hipótesis del cielo empíreo se basa en el argumento de que el firmamento (palabra con la que entienden el cielo empíreo) no se dice que se hizo al principio, sino en el segundo día. San Basilio, por su parte, da la razón de que no debe parecer que Dios comenzó pura y simplemente su obra desde las tinieblas, lo cual era una de las mentiras blasfemas de los maniqueos, ya que llamaban al dios de las tinieblas el Dios del Antiguo Testamento.

Todas estas razones no tienen mucha fuerza. La cuestión del firmamento, que leemos en la Escritura fue hecha el segundo día, en realidad es resuelta de manera diferente por San Agustín y por los demás Padres. En cuanto a la cuestión de las tinieblas, se resuelve, en primer lugar, en que el estado informe que significa la oscuridad precedió a la formación no por duración sino por origen. Para los demás Padres, como las tinieblas no son una criatura sino una privación de la luz, la sabiduría divina se manifiesta en que los seres que ella produjo de la nada fueron primero instituidos por ella en un estado de imperfección y luego llevados posteriormente a la perfección.

Podemos encontrar una razón más satisfactoria a partir de la condición misma de gloria. De hecho, esperamos una doble gloria en la recompensa venidera: espiritual y corporal; y entonces no sólo serán glorificados los cuerpos humanos, sino que el mundo entero será renovado. Ahora bien, la gloria espiritual comenzó desde el principio del mundo con la bienaventuranza de los ángeles, bienaventuranza semejante a la prometida a los santos. Convenía, pues, que desde el principio la gloria corporal fuera inaugurada también en un cuerpo preservado desde el principio de las ataduras de la corrupción y del cambio, y dotado de completa luminosidad, conforme a lo que toda criatura corpórea espera llegar a ser después de la resurrección. . Y por eso a este cielo se le llama empíreo, es decir de fuego, no porque arda, sino porque brilla.

Debes saber que, según San Agustín, Porfirio "distinguía a los ángeles de los demonios por el hecho de que los lugares del aire pertenecían a los demonios, y los del éter o el empíreo a los ángeles". Pero observemos que Porfirio, como platónico, creía que este cielo sideral estaba hecho de fuego. Por eso lo llamó “empíreo”; o incluso "etéreo", en la medida en que la palabra éter se toma de la conflagración y no, como dice Aristóteles, de la rapidez del movimiento. Recordamos esto para evitar la creencia de que San Agustín entendía el cielo empíreo en el sentido moderno.

Soluciones:

1.
Los cuerpos sensibles son sujetos de movimiento según el estatuto mismo del mundo. Porque es el movimiento de la criatura corpórea el que produce la multiplicación de los elementos. Pero, en la consumación final de la gloria, el movimiento de los cuerpos encontrará su fin. Y, sin embargo, ésta debió ser la disposición del cielo empíreo desde el principio.

2. Hay cierta probabilidad, como piensan algunos, de que el cielo empíreo, ordenado al estado de gloria, no tenga influencia sobre los cuerpos inferiores, que pertenecen a otro orden, el de las cosas naturales. Sin embargo, la siguiente posición parece ser aún más probable. Así como los ángeles superiores, que están con Dios, influyen sobre los ángeles de dignidad intermedia e inferior, que son "enviados" (aunque, según Dionisio, ellos mismos no son "enviados"); Asimismo, el cielo empíreo influye sobre los cuerpos sujetos al movimiento, aunque él mismo no esté sujeto al movimiento. Así podemos decir que causa en el primer cielo sujeto al movimiento, no alguna realidad pasajera que se produce mediante un movimiento, sino algo fijo y permanente, como el poder de contener o causar, o algo más de esta naturaleza, que es. adecuado a su dignidad.

3.Se asigna un lugar corporal a la contemplación por una razón no de necesidad sino de conveniencia, de modo que una claridad exterior esté en armonía con la claridad interior. De ahí las palabras de San Basilio: “Los espíritus siervos no podían vivir en la oscuridad: era en plena luz y alegría espiritual que encontraban el estado que les convenía”.

4. “Es manifiesto”, dice San Basilio, “que el cielo, cerrado sobre su propia circunferencia, formado de una materia opaca y sólida, podía separar el interior del exterior. Por tanto, era necesario que oscureciera el lugar. quedó aislado, incidiendo la luz exterior." - Pero como este cuerpo del firmamento, aunque sólido, es diáfano, lo que no impide la luz (la experiencia lo demuestra, ya que podemos ver la luz de las estrellas, sin que los cielos intermedios la obstaculicen), por eso aún podría estar Dijo que el cielo empíreo no tiene una luz condensada que emita rayos, como el cuerpo del sol, sino una luz de naturaleza más sutil. - Finalmente, todavía es posible otra respuesta: el cielo empíreo tiene la claridad del estado de gloria, que no es de la misma especie que la claridad natural.

Artículo 4 - ¿Se creó el tiempo con materia informe?

Objeciones:

1.
Parece que no. San Agustín, dirigiéndose a Dios, dice en efecto: "Encuentro dos cosas que habéis hecho ajenas al tiempo: la materia corpórea y la naturaleza angélica". Por tanto, el tiempo no se crea con la materia.

2. El tiempo se divide en día y noche. Pero en el principio no había ni día ni noche; esto sólo apareció más tarde, cuando "Dios separó la luz de las tinieblas". Entonces el tiempo no existió desde el principio.

3. El tiempo es el número que mide el movimiento del firmamento. Ahora leemos en las Escrituras que éste fue creado en el segundo día. Por tanto, el tiempo no existe desde el principio.

4. El movimiento es anterior al tiempo. Por lo tanto, es él, y no el tiempo, quien debe contarse entre los primeros seres creados.

5. El tiempo es una medida extrínseca; así mismo el lugar. Por tanto, no más que el lugar debemos contar el tiempo entre el número de los primeros seres creados.

Por el contrario , San Agustín decía que la criatura, tanto espiritual como corporal, fue creada "al principio de los tiempos".

Respuesta :

Se dice comúnmente que fueron cuatro las cosas que se crearon primero: la naturaleza angelical, el cielo empíreo, la materia corpórea informe y el tiempo. Pero hay que tener cuidado de que esta manera de hablar no surja de la opinión de San Agustín. De hecho, esto plantea dos criaturas creadas primero: la naturaleza angelical y la materia corpórea. No hace mención del cielo empíreo. Ahora bien, estas dos realidades, la de naturaleza angélica y la de materia informe, preceden a la formación no en duración sino por naturaleza. Y así como por naturaleza preceden a la formación, así también son anteriores al movimiento y al tiempo. Por tanto, no podemos incluir el tiempo en esta enumeración.

Esto proviene de la opinión de los otros Padres, para quienes el estado informe de la materia había precedido, con el tiempo, a la formación. Debido a esta duración, fue necesario reservar algo de tiempo. De lo contrario no podría haber medición de la duración.

Soluciones:

1.
S. Agustín dice esto en el sentido de que la naturaleza angélica y la materia informe preceden al tiempo en el orden del origen o naturaleza.

2. Según los demás Padres, la materia estaba en cierto modo sin forma, luego se formó. Asimismo, el tiempo era en cierto modo informe y luego se formó y se distinguió en día y noche.

3. Si el movimiento del firmamento no comenzó desde el principio, entonces el tiempo que precedió no fue el número del movimiento del firmamento, sino de todo primer movimiento. En efecto, el tiempo pasa a ser el número del movimiento del firmamento en la medida en que este movimiento es el primero de los movimientos. Pero si hubiera otro movimiento primario, es de este movimiento del que el tiempo sería la medida. Porque todo lo que se mide es por referencia al primero de su tipo. Por otra parte, hay que decir que desde el principio hubo cierto movimiento, aunque sólo fuera a través de una sucesión de ideas y afectos en el espíritu angélico. Sin embargo, no podemos concebir el movimiento sin el tiempo, porque el tiempo no es otra cosa que “el número del antes y el después en el movimiento”.

4. Entre los primeros seres creados se encuentran aquellos que tienen una relación general con las cosas. Por tanto, debemos contar el tiempo allí, ya que tiene un valor de medición común. Pero esto no se aplica al movimiento, que se refiere sólo al sujeto al que afecta.

5. El lugar debe entenderse en el cielo empíreo, que lo contiene todo. Y como el lugar es una de las realidades permanentes, se crea simultáneamente en su totalidad. Pero el tiempo, que no es algo permanente, sólo fue creado originariamente en su principio. Así, incluso ahora, nada puede considerarse tiempo en acción, excepto el momento presente.

Estudiemos a continuación la obra de distinción: I. La obra del primer día (Q. 67). -II. El trabajo del segundo día (P. 68). -III. La obra del tercer día (P. 69).