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¿Estados Unidos, los posibles presidentes demócratas? Todos son pro-infanticidio

Por Marco Respinti

2-3-2019, IN www.lanuovabq.it/it/usa-i-possibili…

El lunes, 44 senadores el Partido Demócrata votaron contra la propuesta de ley que intenta reforzar las protecciones para los neonatos sobrevivientes de un aborto intentado. Favorables al infanticidio son todos y seis senadores demócratas, desde Bernie Sanders a Kamala Harris, que han anunciado su candidatura para las presidenciales del 2020.


Hay un fantasma que se desparramará por Estados Unidos de América: es el infanticidio. No, no es el habitual giro lingüístico utilizado para encontrar un incipit brillante, por el contrario, es una pesadilla a ojos vista bajo forma de ley. Parecería imposible que tal cosa pudiera suceder en el corazón del mundo democrático, pero es exactamente lo que está sucediendo. Hay políticos y legisladores que piensan positivamente en hacer posible el infanticidio, como ya se informó desde este diario, y que buscan imponer esta bestialidad como ley del Estado voto tras voto. Como en un día de reposo monstruoso, como en la más horrenda de las comidas de la bestia triunfante.

Ahora que ya existe el horror del aborto, por supuesto que lógicamente sigue el infanticidio. Pero el segundo aparece, si es posible, para una dirección aún más terrible: no en la sustancia, porque se trata siempre del sacrificio de la vida humana inocente en el altar más negro, sino en la devastación cultural de la cual se nutre. Si ya es cultural, psicológica y espiritualmente devastador suprimir a un niño en el vientre de su propia madre antes de que salga a la luz, cuando el niño ha salido a la luz toda la insolencia de la maldad se muestra sin más frenos. Si por un lado se busca enmascarar el aborto a través de preparados químicos que, al censurar la vista, hacen que la cosa parezca más fácil para todos, por otra parte desafía a todo el universo con lo exactamente contrario: el homicidio del niño a plena luz del día, sobre la mesa de operaciones, sin posibilidades de confundir las mentes hablando de una “masa de células”. Un sacrificio rotundo y explícito.

Las fuerzas del mal que quieren la legalización nada menos que del infanticidio presionan ahora el acelerador actuando al límite. Apuntan a abatir un proyecto de ley, presentado en forma similar en el 2015, que quiere garantizar cuidados médicos a los niños sobrevivientes de abortos fracasados, la Ley de protección de sobrevivientes del aborto nacidos vivos, propuesta nuevamente este año por el senador republicano Ben Sasse, de Nebraska. La votación se llevó a cabo el lunes 25 de febrero en el Senado Federal, con 53 votos a favor y 44 en contra, alcanzando la mayoría entonces, pero se necesitaban 60 votos para que se aprobara la propuesta. De los 100 senadores tres no votaron por los compromisos indelegables, los tres republicanos: Kevin Cramer, de Dakota del Norte; Tim Scott, de Carolina del sur y Lisa Murkowski, de Alaska. Lástima, por lo menos por los dos primeros, que son graníticos pro vida, un poco menos para Murkowski, conocida filo-abortista pero que votó contra la corriente respecto a su propio partido. A favor de la vida, junto con el resto del Partido Republicano, se expresaron tres miembros del Partido Demócrata, que a pesar de que su pertenencia política se nutre del aborto y del infanticidio, a veces van meritoriamente contra la corriente: Robert Casey, Jr., de Pennsylvania; Joe Manchin, de Virginia Occidental y Doug Jones, de Alabama. Gracias a Dios también por Susan Collins, una de las dos republicanas filo-abortistas, votó bien esta vez.

Pero otro dato emerge imperioso y aterrador del voto del Senado estadounidense el lunes pasado. El grupo de Demócratas que ya han declarado que participarán en las presidenciales del 2020 votó compactamente a favor del infanticidio: Bernie Sanders, de Vermont; Kamala Harris, de California; Cory Booker, de Nueva Jersey; Kirsten Gillibrand, de Nueva York; Amy Klobuchar, de Minnesota y Elizabeth Warren, de Massachusetts. Ahora bien, el adversario de todos ellos, el presidente en ejercicio Donald Trump, será lo que será, ¿pero cómo no darle la razón cuando habla de ejecuciones de los niños al nacer? ¿Y cómo pensar que esos personajes puedan ser mejores que él?

El domingo anterior a la votación en el Senado, Alexandria Ocasio-Cortez, la diputada demócrata del Estado de Nueva York, orgullosamente socialista y emblema del nuevo radicalismo en el Congreso estadounidense, hizo un video-selfie que rápidamente se volvió viral. Porque mientras hornea un festival de platos en la cocina de su casa, pontifica con gran énfasis de su voz y con un lenguaje corporal estudiado sobre los “cambios climáticos”, y se pregunta si es ético meter todavía en el mundo más hijos, para reservarles después lo peor. Aparte de la risible cientificidad del asunto y el moralismo con el que la joven pasionaria pretende dictar moral al mundo, hay que estremecerse.

Nos distrajimos un momento y regresó Herodes. La crème de la izquierda estadounidense que se candidatea para gobernar el país más poderoso del mundo y sus corifeos sostienen efectivamente que es un gran gesto de civilización dejar morir a un niño pequeño que no se llegó literalmente a hacer pedazos por otros medios (haciendo colapsar así la última barrera de la hipocresía, la que querría que el aborto fuera un acto justo, porque lo que las madres llevan en su vientre no sería vida humana hasta que no sale del útero) y sugieren que la humanidad se esterilice para, según ellos, complacer los hielos antárticos y la foca monje.
La política se ha convertido ahora en una cuestión de supervivencia. Del género humano.

Publicado originalmente en italiano el 2-3-2019 en www.lanuovabq.it/it/usa-i-possibili…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino
elporron
Los republicanos tampoco se diferencias de los demócratas, salvo en las palabras. La ley promulgada por el gobernador de New York, por la cual puede abortarse un ser humano hasta instantes antes del nacimiento, debió ser vetada por el Presidente Trump, y no lo hizo. Si bien los estados estadounidenses son autónomos y autárquicos, el presidente de la nación tiene poder de veto.