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Con el Papa Francisco
En este entorno, la Santísima Virgen ha profetizado desde hace 200 años medularmente lo siguiente:
Crecimiento de la maldad, apostasía y pérdida de la fe en la mayoría de las naciones
Divisiones entre las familias, pueblos, naciones, soberanos y príncipes de la Iglesia
Guerras entre naciones poderosas
Catástrofes naturales nunca antes vistas que envuelven a los cuatro elementos de la naturaleza …Más
En este entorno, la Santísima Virgen ha profetizado desde hace 200 años medularmente lo siguiente:
Crecimiento de la maldad, apostasía y pérdida de la fe en la mayoría de las naciones
Divisiones entre las familias, pueblos, naciones, soberanos y príncipes de la Iglesia
Guerras entre naciones poderosas
Catástrofes naturales nunca antes vistas que envuelven a los cuatro elementos de la naturaleza
Hambruna, pestes y epidemias
Falta de crecimiento espiritual, pérdida de lo sagrado e indiferencia profunda a las cosas de Dios
Advertencias universales y sobrenaturales para la conversión de la humanidad
Rusia como flagelo de la humanidad
Un momento de gran obscuridad para la Iglesia nunca antes vista en la que habrá división entre sacerdotes, obispos y cardenales que detonará en un cisma de terribles consecuencias para las almas
Surgimiento de algunos hombres que se superarán espiritualmente y contribuirán al triunfo final del Corazón Inmaculado de María, para dar paso al Reino de Cristo con Su Parusía (presencia espiritual) en la tierra donde se restituirá el Amor de Dios sobre todas las cosas
Ante este panorama profético, el demonio se ha asegurado, como se dijo al principio, de confundir mezclando profecías falsas y verdaderas, adelantando acontecimientos que ha traído a la postre una relajación en el tema profético que ha distorsionado la verdadera y auténtica profecía dulce-amarga que revela el Plan de Dios descrito mediante signos y simbolismos en el Libro del Apocalipsis.
Así, hay quienes veían el fin de los tiempos en el año 1960; la Gran Ramera identificada con la Iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano II; los falsos pastores y anticristos en la Sede de Pedro a partir de Juan XXIII y sucesores. A Juan Pablo II como el Papa del Secreto de Fátima y el que habría de salir huyendo de Roma según la visión del Secreto de Fátima y más.
Ahora, a partir de la sorpresiva e inesperada renuncia del Papa Benedicto XVI se entró en un período de incertidumbre profética y no pocos quieren ver en el Papa Francisco al falso pastor anunciado en las Escrituras o al antipapa anunciado en algunas revelaciones privadas, o más grave aún, quienes ven a Francisco como la causa eficiente próxima de un cisma.
El Crepúsculo y la Noche
Es preciso analizar con detenimiento las profecías. Para esto es condición indispensable eliminar las que son falsas para lograr el discernimiento correcto ahora que todavía hay luz, pues las tinieblas que se avecinan serán tan densas que será harto difícil andar por el camino verdadero: “Todavía por un poco tiempo tenéis luz en vosotros. Caminad mientras tenéis luz para que no os sorprendan las tinieblas, ya que el que anda en tinieblas ignora adónde va. Mientras tenéis luz, creed a la luz para que os convirtáis en hijos de la luz” (Jn 12, 35 – 36).
La mayor obscuridad para la Iglesia será cuando la veamos dividida y enfrentada, y ahí sí será muy difícil saber por dónde se camina. Es importante prepararnos bien ahora que hay un poco de tiempo y contamos con los medios espirituales para pasar la noche, haciéndonos hijos de la luz para que la fe no desfallezca en la muy próxima hora de las tinieblas. La noche será de apostasía para quienes pierdan su fe por no haberse convertido en hijos de la luz durante el crepúsculo actual; y la noche será más de santidad, misticismo e incluso martirio para aquellos que hayan aprovechado este crepúsculo para hacerse hijos de la luz.
La Causa del Cisma
Hemos dicho que la causa remota del cisma más grande que habrá enfrentado la Iglesia en su Historia es el llamado Misterio de la Iniquidad que obra en el mundo. Finalmente Satanás es la causa indirecta del mal que Dios permite en su Divina Sabiduría. Pero las causas más próximas de esta apostasía que se vive hoy en la Iglesia son el resultado de falsas filosofías que dieron lugar a perversas ideologías en el orden político, social y religioso y que fueron minando poco a poco el fundamento de la Iglesia de Cristo. De alguna manera es una catástrofe anunciada que ya el Papa León XIII visualizaba con la gran herejía del modernismo, que como toda herejía, no venía del exterior sino del interior de la Iglesia. Finalmente es querer interpretar la doctrina católica según los moldes culturales y humanos de los tiempos modernos. Por eso Pío X profetizaba que la deserción y la apostasía que se hacía evidente era “como un anticipo y comienzo de los males que estaban reservados para el final de los tiempos” (cfr. Encíclica E Supremi Apostolatus Cathedra No. 6).
Pío XI diría en su Encíclica Quas Primas que “la sociedad está tambaleándose hacia su ruina porque ya no tiene más una fundación segura y sólida”.
Con el advenimiento de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II la Iglesia Católica entró dividida al Concilio y salió de él enfrentada en dos bandos irreconciliables que aún hoy marcan grandes diferencias y que dio lugar a dos distintas interpretaciones del Concilio.
Sin pretender agotar el tema ni mucho menos, me limito a citar las palabras del entonces Cardenal Ratzinger sobre lo que denominó la perversión del Concilio, es decir, la infiltración implacable y tenaz de las fuerzas ocultas al interior de la Iglesia:
“Resulta incontestable que los últimos veinte años han sido decididamente desfavorables para la Iglesia Católica. Los resultados que han seguido del Concilio parecen oponerse cruelmente a las esperanzas de todos, comenzando por las del Papa Juan XXIII y, después las de Paulo VI (…)
“Los Papas y los padres conciliares esperaban una nueva unidad católica y ha sobrevenido una división tal que –en palabras de Paulo VI– se ha pasado de la autocrítica a la autodestrucción (…) Esperábamos un salto hacia adelante, y nos hemos encontrado ante un proceso progresivo de decadencia que se ha desarrollado en buena medida bajo el signo de un presunto “espíritu del Concilio”, provocando de este modo su descrédito.
“Estoy convencido de que los males que hemos experimentado en estos veinte años no se deben al Concilio “verdadero”, sino al hecho de haberse desatado al interior de la Iglesia ocultas fuerzas agresivas, centrífugas e irresponsables (…)”
(Informe sobre la Fe. BAC Popular. 1985. Págs. 35, 36 y 47).
Esta era la debacle y la profunda crisis y división de la Iglesia en los años posteriores al Concilio, junto con la amenaza del marxismo con la Teología de la Liberación, particularmente de la Iglesia norteamericana y otras naciones tercermundistas; así como el rechazo casi unánime de laicos católicos, moralistas, sacerdotes y obispos en contra de la Humanae Vitae, y la no menos grave infiltración masónica y de la mafia en los engranajes financieros del Vaticano, y como colofón, la confusión de graves errores doctrinales en la Iglesia sobre Cristo, la Eucaristía, el Sacramento de la Penitencia con abusos de absoluciones generales, la doctrina sobre el pecado original, un equivocado ecumenismo e indiferentismo y progresismo religioso, que llevó a Pablo VI a hablar del “humo del infierno que había penetrado dentro de la Iglesia de Dios”.
Creemos –dijo Paulo VI– que algo preternatural vino al mundo precisamente para perturbar, para sofocar los frutos del Concilio Ecuménico y para impedir que la Iglesia prorrumpiera en un himno de alegría por haber readquirido la plenitud de su conciencia sobre sí misma” (alocución Resistite fortes in fide del 29 de Junio de 1972).
Bajo Juan Pablo II la grave crisis interna de la Iglesia no sólo continuó sino que se agravó, pese a que con el Papa parecía haberse aplacado un tanto la furia innovadora, herética, revolucionaria y de apostasía de tantos sacerdotes, laicos y obispos de todo el mundo.
No obstante, el neo-modernismo progresista quedó consolidado en la Iglesia pero sólo de hecho, no doctrinariamente en la cátedra de Pedro, ni tampoco por Juan Pablo II quien predicó incansablemente por todo el mundo contra sus errores y que, para no precipitar a la Iglesia en males mayores, no pudo erradicar a los muy numerosos teólogos y sacerdotes que los sustentaban más o menos abiertamente. En consonancia a este texto, se entienden las palabras del Papa León XIII, a raíz de la visión que tuvo acerca del ataque que infringiría el Demonio a la Iglesia en el siglo XX, y que le llevó a componer la Oración a Miguel Arcángel:
En el mismo lugar santo, donde ha sido establecida la sede de San Pedro y la Silla de la Verdad para iluminar al mundo, ellos han levantado el trono de su abominable impiedad, con el designio inicuo que cuando el pastor sea golpeado, las ovejas se dispersen”.
Gente Maligna Planea la Obscuridad total de La Iglesia
Gente Maligna, que va en contra de la fe, planea la obscuridad de la Iglesia… y llegará, cuando la Iglesia Verdadera se separe de la Falsa. Muchos huirán escandalizados. Será un gran escándalo para todos. Muchos dejarán de creer y otros muchos se sentirán engañados por la Iglesia. Muchísimos andarán como oveja sin pastor. Será una proyección espiritual de las catástrofes políticas, económicas, sociales y naturales que en ese momento se estarán viviendo en el mundo.
Pero muchos se han adelantado confundidos por Satanás y creen que ya el cisma está o que el Papa Francisco forma o formará parte de él. No es así. Este Papa es el Rompedor. En su Pontificado veremos acciones y toma de decisiones nunca antes realizadas por los Romanos Pontífices. Él es parte de la mística trilogía de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco que prepara a la Iglesia a su catacumba en la llamada a la vivencia y práctica diaria del Evangelio. El In Persecutione por las veces que será atentado contra su vida porque empieza a cimentar la reconstrucción de la Iglesia, para que nazca la Iglesia del AMOR, la de Juan, la que debe afianzar y darle Plenitud a la Iglesia de Pedro, que fue la Iglesia de la ley por 2000 años.

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