“La serpiente del Vaticano” - Miles Christi - 17/01/2024.
“El Aula Pablo VI es un gran espacio diáfano, de planta trapezoidal y cubierta curva de estructura de tipo concha, que aloja un auditorio con capacidad para 6,300 personas. Fue diseñado por el ingeniero italiano Pier Luigi Nervi. El encargo papal se decidió en 1964, en pleno Concilio, y las obras comenzaron en 1966. La inauguración se produjo el 30 de julio de 1971.” [1]
“La Sala de Audiencias del Vaticano, también conocida como Aula Pablo VI o Sala Nervi, está construida con un escalofriante diseño. Su arquitecto, Pier Luigi Nervi, creó un auditorio para 6.300 personas con algunos símbolos escondidos, pero a la vista de todos. Se puede ver, desde dentro, como las dos ventanas se sitúan de tal manera que semejan los ojos de una serpiente; el interior del techo, la piel escamada; y, en el fondo, la boca, con dos grandes colmillos, representados por columnas.” [2]
Se observa claramente que la forma del edificio representa la cabeza de un ofidio. Es decir que los papas conciliares, cuando dan sus audiencias públicas, lo hacen hablando desde la boca de una serpiente. Considero que ya es hora de salir del letargo y de abrir los ojos ante la toma de control del Vaticano por parte del Maligno desde el CVII. El simbolismo luciferino del Aula Pablo VI es una señal inequívoca de esta situación, cuya comprensión se encuentra al alcance de todos, pues no se necesita ser capaz de seguir sutiles disquisiciones teológicas sobre la heterodoxia de los documentos conciliares o de la reforma litúrgica para comprender el mensaje que transmiten estas imágenes.
“La Resurrección es una escultura monumental creada por el escultor Pericle Fazzini, a quien el Vaticano encargó en 1965 ofrecer un telón de fondo para la moderna Sala de Audiencias Pablo VI, también llamada Sala Nervi. El Papa celebra una audiencia semanal en este auditorio cuando las inclemencias del tiempo impiden usar la Plaza de San Pedro. Es una escultura de 20 por 7 metros que tiene un aspecto aterrador porque esa es su intención: representa a Jesús elevándose por encima del cráter de una bomba nuclear en el huerto de Getsemaní.” [3]
En mi opinión, lo que esta espeluznante escultura representa es la irrupción pública del Anticristo, el falso Mesías que vendrá a “salvar a la humanidad” -posiblemente, luego de un cataclismo nuclear-, prometiendo instaurar en el mundo la “paz y seguridad” tan anheladas, de las que habla San Pablo:
“Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (I Tes. 5, 2-3).
Cabe agregar que, además de la indescriptible fealdad de esta escultura supuestamente “crística”, se observa, en la cabeza desfigurada del personaje vista de costado, lo que también semeja una cabeza de serpiente. Y, si se divide la imagen por la mitad y se la reconstituye mediante el “efecto de espejo” [4] -técnica utilizada en el esoterismo-, la figura se transforma en una suerte de ser monstruoso -similar a un “alienígena”-, situado por encima de un macho cabrío o “Baphomet”, símbolo ocultista difundido en el siglo XIX por el célebre gnóstico y masón francés Eliphas Levi. [5]
Este proyecto diabólico fue iniciado en 1964 -es decir, en pleno desarrollo del CVII [6]-, por el modernista Montini, quien promulgaría esa funesta asamblea el año siguiente, legitimando de este modo la herejía condenada por San Pío X a comienzos del siglo pasado, y quien cinco años después suprimiría la Misa católica, reemplazándola por un rito bastardo [7], elaborado en colaboración con “pastores” protestantes. Estamos hablando del mismo individuo que cuatro años antes había expresado su entusiasmo ante la posibilidad de que surja una nueva religión universal que reemplazaría al cristianismo. Así como lo oyen, por mucho que cueste dar crédito a tamaña blasfemia: [8]
“¿Acaso el hombre moderno no llegará un día, a medida que sus estudios científicos progresen y descubran leyes y realidades ocultas bajo el rostro mudo de la materia, a prestar oídos a la maravillosa voz del espíritu que palpita en ella? ¿No será ésa la religión del mañana? El mismísimo Einstein previó la espontaneidad de una religión del universo.”
Religión universal del ecumenismo y de la fraternidad masónica por la que el Vaticano ha trabajado a destajo desde entonces, obra de impiedad luciferina iniciada por el iluminado Roncalli [9], oficializada por su secuaz Montini e implementada sin solución de continuidad por todos sus sucesores, emblema de la cual son las abominables reuniones interreligiosas de oración por la paz de Asís -auténticos aquelarres demoníacos-, convocadas sucesivamente por Wojtyla [10], Ratzinger [11] y Bergoglio. [12]
Así las cosas, en este proceso de apostasía conciliar ininterrumpido, hemos llegado finalmente al Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común, firmado por Bergoglio y el Gran Imán Ahmed Al-Tayeb en febrero de 2019 en Abu Dabi [13]. En dicho documento [14] puede leerse lo siguiente:
“El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos.”
Lo cual es no solamente falso, sino, sobre todo, herético y blasfematorio. [15]
En definitiva, y para que quede bien claro: los “papas conciliares”, cuando instruyen a los fieles, lo hacen desde la boca de una serpiente, sentados delante de una escultura del anticristo, la que, a su vez, surge de una figura demoníaca. Es difícil imaginar un signo y una advertencia más elocuentes de la Divina Providencia acerca de lo que viene ocurriendo en Roma desde el CVII, a saber, la implementación progresiva de lo que un día será la falsa religión mundial del Anticristo, bajo la tutela de Satanás y dirigida por el falso profeta o anticristo religioso, quien será, muy probablemente, un “papa conciliar”, que podría ser Bergoglio o, en su defecto, alguien que vaya a sucederle en el cargo. [16]
Una reflexión final: puedo comprender perfectamente que la cuestión teológica -tanto la correspondiente a la letra de las actas conciliares como la atinente al desarrollo posteriormente efectuado por el “magisterio” post conciliar-, no esté al alcance de la mayoría de la gente, por carecer de la formación necesaria. En cambio, estimo que el simbolismo luciferino descaradamente expuesto en la Sala de Audiencias del Vaticano es algo que no puede pasar inadvertido para nadie que lo contemple, salvo en caso de padecer ceguera, ya sea ésta de índole física o bien -lo que sería muchísimo más grave-, de naturaleza espiritual…
“Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos, semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón”(Ap. 13, 11).