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“Crisis de Identidad Católica”

Guayaquil, Diciembre 8 de 2013

Estimo que quien concuerde con los actos recientes del Papa Francisco entra en grave error, quien se ha revelado más como un antagonista a todo lo que tenga olor a Tradición u origen del papado anterior al Concilio Vaticano II (CVII).

Me da la impresión que los "pro Papa Francisco" desconocen que la Iglesia fue creciendo gracias a dos pilares fundamentales. En primer lugar la Tradición Apostólica (no la confunda con costumbres o cultura heredada -puramente humanas-, sino a lo traspasado que debe ser custodiado). En segundo lugar El Evangelio; que, a partir del año 97 más o menos 4 años, recoge por escrito parte de la Tradición Apostólica, siendo posible recién en el Siglo IV seleccionar los libros que más se ajustaban a una parte de lo primero, como dede el inicio, a través del Magisterio de la Iglesia, que actúa precisamente como la fuente que nos interpreta aquella Verdad Revelada de la Tradición, ya que nadie puede interpretar por sí mismo la Escritura» (2 Ped. 1, 20), gracias a la ayuda del Espíritu Santo y que debe ser aceptada por todo católico.

Esto ha sido recogido por varios concilios, incluso el último (La Tradición Apostólica y la Sagrada Escritura manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal y corren hacia el mismo fin -CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA "DEI VERBUM" SOBRE LA DIVINA REVELACIÓN, Cap II n.9).

Es muy lamentable lo ocurrido en el Concilio Vaticano II y sus consecuencias posteriores, algunos podrán apreciarlo sólo en la historia, otros lo hemos vivido. Los errores y frutos han sido tan graves que el anterior Papa Benedicto XVI ha sugerido la tesis de la Hermenéutica de la continuidad... en la reforma, para aquel y otros... en la ruptura, para terceros.

Por 1950 años la Iglesia ha ido añadiendo textos y documentos que nos aclara la Verdad Revelada de forma armónica a través de los Dogmas, la Doctrina y vivirla por supuesto a través de la Liturgia.

De esta última, en la (Nueva) Misa actual, apenas nos queda no más del 20% de la (Vieja) Misa anterior que la celebramos por 700 años, con sutiles modificaciones de parte de Juan XXIII, resultando una Misa más parecida a la protestante o calvinista que a la Tridentina.

La nueva definición del Vaticano II es que la Misa es "un servicio y una comunión colegial y ecuménica". Deja de ser, o por lo menos intenta dejar de ser, “la participación en el sacrificio de Jesucristo” como lo ha señalado la Tradición y el Magisterio antes del CVII.

El Papa San Pío V, en la bula Quo primum tempore, 14 de julio de 1570, expresa: “Pues bien: a fin de que todos abracen y observen en todas partes lo que les ha sido transmitido por la sacrosanta Iglesia Romana, madre y maestra de las demás Iglesias, en adelante y por la perpetuidad de los tiempos futuros prohibimos que se cante o se recite otras fórmulas que aquellas conformes al Misal editado por Nos. (…) Así pues, que absolutamente a ninguno de los hombres le sea lícito quebrantar ni ir, por temeraria audacia, contra esta página de Nuestro permiso, estatuto, orden, mandato, precepto, concesión, indulto, declaración, voluntad, decreto y prohibición. Más si alguien se atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo”

Jean Guitton (un íntimo amigo de Pablo VI) escribió: “La intención del Papa Pablo VI en relación a lo que comúnmente se llama [Nueva] Misa, fue reformar la liturgia católica de tal manera que casi debería coincidir con la liturgia protestante. Esto era con una intención ecuménica de Pablo VI.

Es muy doloroso lo que sucede, si a ustedes no les causa asombro lo que experimentamos los católicos hoy, no sé a qué religión asiste. Como dice por ahí una fiel católica de estirpe judía, pareciera que hay una “crisis de identidad”.

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