EL PURGATORIO Y LOS TRES CIELOS/ Santa Francisca Romana

SANTA FRANCISCA ROMANA -

EL PURGATORIO Y LOS 3 CIELOS

El fuego del purgatorio es muy distinto del fuego del Infierno. A éste Santa Francisca lo ve negro, y el del Purgatorio, claro, con un tinte rojizo. Ve, no en el Purgatorio mismo, sino fuera de él, al ángel de la guarda de cada persona difunta, a la derecha de ella, y al demonio tentador a su izquierda. El ángel de la guarda presenta a Dios las oraciones de los vivos ofrecidas en sufragio de aquella alma del purgatorio.

En cuanto a las oraciones rezadas en favor de las almas que se cree están en el Purgatorio cuando no están en él, he aquí, según Santa Francisca, cuál es su aplicación. Si el alma que se cree en el Purgatorio está ya en el cielo y no tiene necesidad de oraciones, las que se ofrecen por ella se aplican a las otras almas que están en el Purgatorio y también a la persona viva que las reza. Si el alma que se cree en el Purgatorio está en el Infierno, el mérito y la eficacia de la oración recaen por completo en el que la hace, y no se reparten como en la hipótesis anterior.

Francisca ve en el Purgatorio tres moradas desigualmente dolorosas y terribles, y en esta división nota todavía subdivisiones. En todas ellas el castigo presenta relación con los pecados cometidos, con la naturaleza de éstos, con sus causas, sus efectos y todas sus circunstancias
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VISIÓN DEL CIELO

Una de las más hermosas visiones de Santa Francisca es la de los tres cielos. Aquel día vio el cielo estrellado, el cielo cristalino y el cielo empíreo.
Vio la inmensidad del cielo estrellado, su esplendor, y la enorme distancia que separa a unas estrellas de otras. Muchas de ellas le parecieron más grandes que la tierra. El cielo estrellado le dio idea de un esplendor desconocido y no imaginado.

El cielo cristalino le pareció tan alto sobre el estrellado como éste lo es encima de la tierra. Vio que el esplendor del cielo cristalino era mucho mayor que el del estrellado; y en cuanto al empíreo, lo vio mucho más elevado sobre el cristalino que éste sobre el estrellado. Su inmensidad y magnificencia son inimaginables.

Las almas bienaventuradas y los santos de la tierra, iluminadas por los rayos que partían de las llagas del Salvador brillaban a los ojos de Francisca con resplandor desigual bajo el fuego de los rayos desiguales. Las llagas de los pies iluminaban a los que amaron, y la del costado a los que amaron con más profunda pureza. Santa Francisca vio en esta visión a su alma abismada en la llaga del corazón. Vio la llaga del corazón como un mar sin orillas; y cuanto más avanzaba más insondable le parecía su inmensidad.

Otro día oyó de la boca de Jesucristo estas palabras: “Yo soy la profundidad del poder divino; Yo he creado el cielo, la tierra, los ríos y los mares. Todas las cosas son creadas según mi sabiduría. Yo soy la profundidad, soy la sabiduría divina, soy la sabiduría infinita, soy el Hijo único de Dios... Yo soy la altura, soy la esfera inmensa (inmensa rotunditas), la altura del amor, la caridad inestimable; por mi humildad, fundada en la obediencia, he redimido al género humano”.

Terminemos con la visión más alta: “He visto, dice a su confesor, al Ser antes de la creación de los ángeles. He visto al Ser como es permitido verlo a una criatura que vive en la carne”.

Era un círculo inmenso y espléndido. Este círculo no descansaba en nada más que en sí mismo, Él era su propio sostén. Un esplendor que el espíritu no se figura, salía de aquel círculo; y Francisca no podía mirar fijamente aquel esplendor intolerable. Bajo el círculo infinito y deslumbrador había un desierto que daba idea del vacío; era el lugar del cielo antes que el cielo existiera. En el círculo había algo como la semejanza de una columna muy blanca y absolutamente deslumbrante; era como un espejo en el que Francisca percibía el reflejo de la Divinidad; y vio trazados allí algunos caracteres; principio sin principio, y fin sin fin. Pues Dios llevaba el tipo de todas las cosas en su Verbo antes de crear cosa alguna.

Después, he aquí —como innumerables copos de nieve que cubren las montañas— que son creados los ángeles. El tercio de ellos será precipitado en el abismo; los dos tercios permanecerán en la gloria.

Visiones de los 3 Cielos de sta Francisca Romana