El Sínodo no ha ofrecido conclusiones, así que un poco de prudenciaTerminó el Sínodo extraordinario sobre la familia. Nada de lo dicho es definitivo, así que un poco de prudencia en el juicio sería conveniente. Lo más importante es no dejarse confundir por la polvareda levantada por algunos medios de comunicación seculares quienes pretendieron sacar conclusiones, sin atender a las premisas.
Fue notorio cómo algunos medios intentaron un linchamiento cibernético contra el Cardenal Müller acusándolo de ser el paladín de la intransigencia, que no lo es; pero no dieron cuenta de su vocación por la apertura, que sin duda la tiene, al grado de convertirse en inequívoco promotor del derecho que nos asiste a los fieles de informarnos sobre lo que opinan nuestros prelados. Algo similar, si bien de signo contrario, sucedió en relación con el Cardenal Kasper dibujado como una especie de diablo pervertidor de ángeles. En ambos casos se trata de caricaturas grotescas que nada tienen que ver con la realidad.
El Vaticano, me parece, pudo haber hecho más y mejor para dar información clara a una prensa que poco sabe de finezas eclesiológicas y teológicas. No obstante, hay que reconocer que, en esta lógica, la segunda semana fue mucho mejor que la primera.
Sería muy deseable un ejercicio de autocrítica para mejorar las estrategias de comunicación en el próximo Sínodo. No pierdo la esperanza.
Por fortuna, ahora se cuenta con plataformas de información más leales a los acontecimientos eclesiásticos lo que permitió, solo en parte, paliar el problema. Bajo cualquier hipótesis
es obligación del católico, como del interesado de buena fe, estudiar los acontecimientos en sus fuentes. Por lo menos leer los documentos disponibles –que los hubo- para saber lo que en efecto se está discutiendo y así dejar de lado especulaciones sin fundamento.Lo cierto es que apenas terminó la primera etapa de un largo recorrido. Falta llevar las inquietudes de los padres sinodales a las comunidades católicas del mundo, donde serán discutidas. Luego, la realización de otro Sínodo el próximo año, éste ordinario, así como el Encuentro Mundial de las Familias, a celebrase en Filadelfia con la presencia del Papa, donde seguro también se harán reflexiones importantes. Finalmente, el Papa Francisco elaborará la Exhortación Postsinodal. Hasta entonces tendremos una voz autorizada sobre la cual se podrán tomarán decisiones pastorales de gran calado. No obstante, ya es posible observar ciertos asuntos que han marcado y marcarán el rumbo. Veamos.
Con alegría constatamos que el Concilio Vaticano II ya forma parte de la cotidianidad de la Iglesia. El Concilio aplicó un método de pensamiento que marcó su historia y ha orientado, desde entonces, la pastoral, la teología y el magisterio, como ahora el Sínodo.
Para renovarse es necesario volver a la raíz, pues sólo desde el origen se puede proponer a Jesús en el tiempo presente, en fidelidad al Evangelio y la tradición, valorando lo que de constructivo existe en las diversas experiencias humanas y denunciando con valentía profética las injusticias.
Los reportes del Sínodo nos muestran un conjunto de inquietudes, no conclusiones, que dejan en claro cuatro asuntos: la presencia de la teología originaria; la comprensión de la gradualidad en la historia de salvación de cada persona; una serie de cuestionamientos muy valientes y; la incuestionable fidelidad a la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio, lo que fue particularmente señalado por el Papa en su notable discurso de clausura lo que hace innecesario cualquier comentario.
Fieles a la herencia del Concilio Vaticano II, los padres sinodales buscaron la raíz y la encontraron en la teología originaria que sustenta la idea de la gradualidad en la historia de salvación. Esto es más sencillo de lo que parece.
Ir a Fuente de esta Nota
1Ir a parte
2Ir a parte
3Siguiente »