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malemp
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"EL MOVIMIENTO LITURGICO" 7 Y FINAL _ La desacralizacion de la Misa.

"EL MOVIMIENTO LITURGICO" 7 LA BATALLA FINAL. (Serie recomendada a sacerdotes monjes y monjas consagrados y fieles a Jesus Sacramentado)
"Al despojar la Liturgia del misterio que rebaja a la razón, el protestantismo bien sabía cuál era la consecuencia práctica: liberarse del cansancio y de la molestia que le imponen al cuerpo las prácticas de la Liturgia papista. Para empezar, basta de ayunos y de abstinencias; basta de genuflexiones durante la plegaria; para los ministros del templo, basta de oficios diarios que cumplir, y hasta de las plegarias canónicas para rezar en nombre de la Iglesia. Ésta es una de las formas principales de la gran emancipación protestante: reducir la suma de las plegarias públicas y particulares. Los hechos mostraron pronto que la Fe y la Caridad que se nutren de la plegaria se habían apagado en la Reforma, mientras que en los católicos no dejan de alimentar todos los actos de entrega a Dios y a los hombres, fecundadas como están por el inefable socorro de la plegaria litúrgica que lleva a cabo el clero secular y regular, al que se une la comunidad de los fieles.

Como el protestantismo necesitaba una regla para discernir entre las instituciones papistas aquellas que podían ser las más hostiles a sus principios, tuvo que hurgar en los cimientos del edificio católico para encontrar la piedra fundamental que lo sostiene. Su instinto le hizo descubrir de inmediato el dogma irreconciliable con cualquier innovación: la autoridad del Papa. Cuando Lutero escribió en su estandarte "Odio Roma y sus leyes", no hizo otra cosa que promulgar una vez más el gran principio de todas las ramas de la secta antilitúrgica. A partir de allí fue necesario abrogar en masa el culto y las ceremonias, como idolatría romana; la lengua latina, el oficio divino, el santoral, el breviario, abominaciones todas de la gran prostituta de Babilonia. Los dogmas del Pontífice Romano pesan sobre la razón y las prácticas rituales que impone pesan sobre los sentidos; es necesario, entonces, proclamar que sus dogmas no son más que error y blasfemia, y que sus preceptos litúrgicos constituyen una manera de asentar con más fuerza una dominación usurpada y tiránica.
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La herejía antilitúrgica, para asentar para siempre su imperio, necesitaba destruir, de hecho y por principio, todo sacerdocio en el cristianismo; porque se daba cuenta de que allí donde hay un pontífice hay un altar, y que donde hay un altar hay un sacrificio y, por lo tanto, un ceremonial misterioso. Luego, pues, de haber abolido la calidad de Supremo Pontífice, hacía falta aniquilar el carácter del obispo del que emana la mística imposición de manos que perpetúa la jerarquía sagrada. De allí proviene un vasto presbiterianismo que no es sino la consecuencia inmediata de la eliminación del Supremo Pontificado. A partir de ese momento, ya no existe el sacerdote propiamente dicho; ¿cómo la simple elección, sin consagración, podría hacer de él una persona sagrada? La reforma de Lutero o de Calvino no tendrá más que ministros de Dios, o simples hombres, según se prefiera. Pero no es posible detenerse en este punto. Elegido e instalado por laicos, cubierto en el templo con la túnica de una vaga magistratura bastarda, el ministro no es más que un laico revestido de una función accidental; en el protestantismo, entonces, sólo hay laicos, y así tenía que ser puesto que ya no hay Liturgia, y ya no hay más Liturgia porque sólo hay laicos.

Para terminar, y es éste el último grado de embrutecimiento, como el sacerdocio ya no existe puesto que la jerarquía está muerta, el Príncipe
[la democracia], única autoridad posible entre laicos, se proclama Jefe de la Religión, y así se ve a los más temibles reformadores, después de haber sacudido el yugo espiritual de Roma, reconocer al soberano temporal [la democracia] como Pontífice Supremo y colocar el poder sobre la Liturgia entre las atribuciones del derecho real [la voluntad popular]. Así pues, el dogma, la moral, los sacramentos, el culto, el cristianismo, sólo existirán en la medida en que le plazca al Príncipe [la democracia], ya que al serle concedido el poder absoluto sobre la Liturgia también se le concedió sobre todas esas cosas que ésta expresa y aplica en la comunidad de los fieles." DOM GUERANGER O.S.B.
patrun22
Gracias por el trabajo malemp!