Angelo Lopez
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Este Viernes En La Sala con Jesús Cambios sin Parches o Remiendos Lc.5,31-39

En La Sala con Jesús con la colaboración del Padre Pedro Brassesco y este servidor les traemos Bunas Noticias! Por Radio Luz de Cristo de 10AM a 12PM hora del Este de USA, www,radioluzdecristo.org Te esperamos!! Ven y sientate con nosotros, hay asientos disponibles.
Colosenses 1,15-20: Todo fue creado por Él y para Él. Himno a Cristo, primogénito de toda criatura. Es la cabeza de la Iglesia. Comenta San Agustín:

«Fue entregado a la afrenta, a la flagelación y a la muerte, y con el ejemplo de su pasión nos enseñó cuánta paciencia requiere el caminar con Él. A su vez, con el ejemplo de su resurrección nos afianzó en aquello que debemos esperar de Él mediante la paciencia... Somos el Cuerpo de aquella Cabeza, en la que se ha realizado ya el objeto de nuestra esperanza. De Él se ha dicho que es la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia, el primogénito, el que tiene la primacía (Col 1,18)... Y, dado que antes de resucitar nuestra Cabeza recibió el tormento de la flagelación, afianzó también nuestra paciencia... No decaigamos ante el azote, para gozarnos en la resurrección... Aunque no haya llegado la plenitud de nuestro gozo, no por eso nos ha dejado ahora sin gozo alguno, puesto que estamos salvados en esperanza» (Sermón 157,3-4).
Lucas 5,33-39: Solo ayunarán en los días ausentes de Cristo. Es lo que hizo la primitiva Iglesia en los días anteriores a la Pascua, es decir, el Viernes y Sábado Santos. Luego se fue alargando más, hasta llegar a la Cuaresma en el siglo IV. Escribe San Ambrosio:

«¿Qué días son estos en que nos será arrebatado Cristo, siendo así que Él ha dicho: “Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos” (Mt 28,30) y : “Yo no os dejaré huérfanos” (Jn 14,18). Pues es cierto que si Él nos abandonase no podríamos ser salvados. Nada puede arrebatarte a Cristo si tú no quieres. Que no te lo arrebate ni tu vanidad, ni tu presunción, ni presumas de la ley; pues no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores... Los hijos del Esposo, es decir, los hijos del Verbo, elevados por la regeneración del bautismo a la condición de la naturaleza divina, mientras el Esposo estuviera con ellos no podían ayunar.

«Ciertamente no se trata de una prohibición del ayuno con el cual se mortifica la carne y se debilita la sensualidad; pues este ayuno nos lo recomienda Dios. ¿Cómo había de prohibir el Señor el ayuno a sus discípulos, cuando Él mismo ayunaba y cuando les decía que los malísimos espíritus no podían ser superados sino con la oración y el ayuno? (Mt 17,20). También en este lugar llamó al ayuno vestido viejo, que el Apóstol ha estimado se ha de desechar (Gal 3,9.10), para revestirnos el que ha sido renovado por la santificación del Bautismo» (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. V, 20.23). www.radioluzdecristo.org y por
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