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Cómo tratar a una mujer

El otro día presencié una escena que me llamó la atención: un señor cedía el asiento del autobús a una mujer y ésta, en vez de agradecerlo, lo rechazó de mala manera. Mi impresión fue que ella lo tomó como una actitud machista. Era un detalle lógico de delicadeza entre personas de mediana edad.

Si bajamos la edad, la delicadeza con las mujeres baja bastante. Está de moda tratar a las mujeres de una manera que podríamos llamar vulgar y, en muchos casos, grosera. Por eso, parece que es machista tratar a una mujer con buena educación. Entonces, ¿cómo hay que tratarla? Yo creo que una sociedad que se toma a broma la auténtica feminidad, es una sociedad que, en el fondo, se está tomando a broma a las mujeres.

Si vemos las series de TV actuales nos daremos cuenta de que abunda lo que estoy diciendo y son las propias mujeres las que apoyan este trato vulgar adentrándose en el terreno de la chabacanería, de lo hortera, del mal gusto. Yo creo que no le conviene a la mujer entrar en ese terreno. En el campo de la zafiedad siempre va a ganar el hombre. En algunos casos, me he encontrado con alguna mujer ingenua que empieza una relación permitiendo un ambiente zafio y, en el fondo, lo que pretende es sacar al hombre de ese contexto. Es lógico: es una forma (muy difícil) de intentar dignificar la relación.

El problema es que hay mujeres que llevadas por un concepto erróneo de su propia feminidad, alimentan no ser tratadas como mujeres y con buena educación. Tienen la sensación de que así su capacidad de socializarse es mayor. Soy consciente de que, a veces, muchos hombres dudan a la hora de expresar su trato a una mujer. Piensan que se puede molestar si la tratan de una manera más elegante de como tratarían a un hombre. No olvidemos que cada uno será tratado como permite que se le trate.

Cada uno debe ser tratado como lo que es.
En el momento en que, por unas causas u otras, se rechaza ser tratado como corresponde, el primer perjudicado es uno mismo. Y es que las cosas son como son.

José María Contreras

www.religionenlibertad.com/articulo.asp

Fuente de imagen:
"Pequeños gestos, grandes personas"
YAZ
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Puntadas de familia1
Me parece realmente mal la forma en que la mujer rechaza el asiento que le ofrecen. Es tan raro ver en éstos tiempos actitudes así.
En mis tiempos cualquier hombre se levantaba para ceder el asiento a una mujer sobre todo si llevaba niños o estaba embarazada.
Poco a poco, fuí notando que ésto iba desapareciendo. Los hombres se hacían los occisos y no pocas veces me ví obligada a ceder mi propio …Más
Me parece realmente mal la forma en que la mujer rechaza el asiento que le ofrecen. Es tan raro ver en éstos tiempos actitudes así.
En mis tiempos cualquier hombre se levantaba para ceder el asiento a una mujer sobre todo si llevaba niños o estaba embarazada.
Poco a poco, fuí notando que ésto iba desapareciendo. Los hombres se hacían los occisos y no pocas veces me ví obligada a ceder mi propio asiento a una mujer con hijos o embarazada, mientras los hombres permanecían sentados.

Tal vez paresca algo tonto ésa simple acción, pero demuestra el grado en que los hombres han dejado de ver a la mujer como algo que guardar y cuidar junto con sus hijos y han pasado a verla como uno igual que ellos.

Es cierto que la mujer lo ha permitido y en ése permitir ha perdido mucho.
Creo que tiene que ver con el hecho de que la mujer ha llegado al ámbito laboral, desplazando muchas veces al hombre.

No se puede pedir galantería de parte de ellos, cuando se está por encima de ellos en los trabajos.

Y en ésto se ha perdido mucho. Porque nuestra naturaleza es la de ser protegidas junto con nuestros hijos por un hombre.

No se puede "chiflar y comer pinole" como se dice. Lo peor es que con ello, muchas mujeres sin deberla ni temerla, somos tratadas de igual manera y atacadas no sólo por hombres, sino por otras mujeres al no compartir ésta manera de pensar ni de actuar.

Muchas hemos sacrificado nuestra capacidad laboral en aras de nuestras familias, de nuestros hogares y nuestros hijos, siguiendo al cauce natural de la mujer: el cuidado de la prole.

Y somos atacadas por ello. Es la cruz de la que nos habla Cristo