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PADRE AMOROSO.
Poemas de Fray Rodolfo de Jesús O.Carm
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Angelo Lopez

Mateo 5,43-48: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. La ley suprema de Dios, que ya vimos se encuentra en el Antiguo Testamento: «sed santos como santo soy yo» se confirma aún más en el Nuevo Testamento, con Jesucristo, que nos dice que imitemos a nuestro Padre celestial, que es perfecto. La perfección de la caridad se manifiesta ante todo en el amor a los enemigos. Comenta San Agustín:
«Comprende las circunstancias y sé prudente. ¿Cuántos blasfeman contra tu Dios? Oyéndolo tú, ¿no lo oye Él? Lo sabes tú, y ¿lo ignora Él? Y con todo hace salir el sol sobre los buenos y los malos, y hace llover sobre los justos e injustos (Mt 5,45). Muestra su paciencia, difiriendo el ejercicio de su poder. Reconoce tú también las circunstancias y no dejes que los ojos se enciendan enojados... Tienes algo que hacer. Evita los altercados y dedícate a la oración. No devuelvas insulto por insulto, antes bien ora por quien te insulta. Ya que le quieres, habla a Dios por él... Abre tú los ojos a la luz; tú, envuelto en tinieblas, reconoce al hermano que está fuera de ellas... Ante el Padre tenemos una sola voz: “Padre nuestro que estás en los cielos...” ¿Por qué no tener también una misma paz?» (Sermón 357,4).
Mateo 7,7-12: Quien pide, recibe. Jesús invita a sus discípulos a practicar la oración. La eficacia de la oración se funda en la condición paternal del Padre «que está en los cielos». Seguimos con San Juan Crisóstomo:
«Cuando quieres reconstruir en ti aquella morada que Dios se edificó en el primer hombre, adórnate con la modestia y la humildad y hazte resplandeciente con la luz de la justicia; decora tu ser con la fe y la grandeza de alma, a manera de muros y piedras; y, por encima de todo, como quien pone la cúspide para coronar un edificio, coloca la oración, a fin de preparar a Dios una casa perfecta y poderle recibir en ella como si fuera una mansión regia y espléndida, ya que, por la gracia divina, es como si poseyeras la misma imagen de Dios colocada en el templo de tu alma» (ibid.).
El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, ya que nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, como dice San Pablo.
Romanos 8,31-34: Dios no perdonó a su propio Hijo. En Cristo Jesús, el Hijo Unigénito del Padre, sacrificado por nuestra salvación, tenemos la absoluta evidencia del amor que el Padre nos tiene (Jn 3,16). El Corazón de Jesucristo es la revelación de ese inmenso amor. Comentando este pasaje paulino, San Agustín dice:
«Si Dios no perdonó a su propio Hijo... ¿cómo no iba a darnos todo con Él? Cristo sufrió la Pasión: muramos al pecado. Cristo resucitó: vivamos para Dios. Cristo pasó de este mundo al Padre: no se apague aquí nuestro corazón, antes bien, sígale al cielo. Nuestra Cabeza pendió del madero: crucifiquemos la concupiscencia de la carne. Yació en el sepulcro: sepultados con Él, olvidemos el pecado. Está sentado en el cielo: transfiramos nuestros deseos a las cosas sublimes. Ha de venir como Juez: no llevemos el mismo yugo que los infieles... Pondrá a los malos a la izquierda y a los buenos a su derecha: elijamos nuestro lugar con las obras. Su Reino no tendrá fin: no temamos en absoluto el fin de esta vida» (Sermón 229 D,1)

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PADRE AMOROSO.
POEMA PADRE AMOROSO POR FRA RODOLFO/>

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Mis queridos hermanos Polo Y Maribel, saludos y un fuerte abrazo.
Me alegra mucho su comentario y me alegra que les haya gustado el poema. Que ne verdad sea para gloria de Dios nuestro Padre. Claro que sí, cuenten con mis oraciones y que Dios los bendiga.

POLO Y MARIBEL

Gracias hermano por compartirnos este poema tan hermoso del Hijo Pródigo. Ruegue por nosotros y nosotros por usted.
👏 🙂