A Derek Redmond, su padre lo ayudó y llegó! En tus manos encomiendo mi espíritu, ¡oh Señor, Dios fiel!, tú me has rescatado. Salmo 31 Derek no consiguió una medalla de oro ese día, pero todos los …Más
A Derek Redmond, su padre lo ayudó y llegó!
En tus manos encomiendo mi espíritu,
¡oh Señor, Dios fiel!, tú me has rescatado.
Salmo 31
Derek no consiguió una medalla de oro ese día, pero todos los que lo vieron a él y a su padre lo sabían... Derek y Jim Redmond tenían corazones de oro.
Subido el 17/06/2011 Marcelo Baña
En tus manos encomiendo mi espíritu,
¡oh Señor, Dios fiel!, tú me has rescatado.
Salmo 31
Derek no consiguió una medalla de oro ese día, pero todos los que lo vieron a él y a su padre lo sabían... Derek y Jim Redmond tenían corazones de oro.
Subido el 17/06/2011 Marcelo Baña