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Jueves LA ASCENSIÓN DE CRISTO Santo Tomás de Aquino I. La Ascensión de Cristo fue sublime, porque subió a los cielos. 1º) Sobre todos los cielos corpóreos, como dice el Apóstol: Ese mismo es el que …Más
Jueves
LA ASCENSIÓN DE CRISTO
Santo Tomás de Aquino


I. La Ascensión de Cristo fue sublime, porque subió a los cielos. 1º) Sobre todos los cielos corpóreos, como dice el Apóstol: Ese mismo es el que subió sobre todos los cielos (Ef 4, 10). Y esto por vez primera comienza en Cristo. Porque anteriormente el cuerpo terreno sólo estaba en la tierra, a tal punto que el mismo Adán fue colocado también en el paraíso terrenal 2º) Subió sobre todos los cielos espirituales, esto es, las naturalezas espirituales: Y colocándolo a su derecha en los cielos, sobre todo principado y potestad, y virtud, y dominación, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero. Y todas las cosas sometió bajo los pies de él (Ef 1, 20-23). 3º) Subió hasta el trono del Padre. Fue recibido arriba en el cielo, y está sentado a la diestra de Dios (Mc 15, 19). Lo cual ha de entenderse metafóricamente, porque, como Dios, se dice que está sentado a la diestra del Padre, es decir, en igualdad con el Padre, en cuanto a los mejores bienes. El diablo ambicionó también esto, como se lee en Isaías: Subiré al cielo (14, 13). Pero no llegó sino Cristo.
II. La ascensión de Cristo fue razonable, porque tiene por término los cielos. 1º) Porque el cielo le era debido a Cristo por su naturaleza; pues es natural que cada cual regrese al punto de su origen. El principio del origen de Cristo es Dios, que está sobre todas las cosas. Y aun cuando también los santos suben al cielo, no suben como Cristo, pues Cristo subió por su virtud, y los santos son llevados por Cristo. También puede decirse que ninguno sube a los cielos sino Cristo, porque los santos no suben sino en cuanto son miembros de Cristo, que es cabeza de la Iglesia. 2º) El cielo era debido a Cristo también por su victoria; puesto que Cristo fue enviado al mundo para pelear contra el diablo y lo venció, y por eso mereció ser exaltado sobre todas las cosas. 39) Por su humildad. Porque ninguna humildad es tan grande como la humildad de Cristo, que, siendo Dios, quiso hacerse hombre, y siendo Señor, quiso tomar forma de siervo, hecho obediente hasta la muerte (Flp 2, 8), y descendió hasta el infierno. Por ello mereció ser elevado hasta el cielo, hasta el trono de Dios; ya que la humildad es el camino para la exaltación. III. La ascensión de Cristo fue útil para tres cosas. 1º) Para conducirnos allá. Precisamente subió para conducirnos; pues no sabíamos el camino y él nos lo mostró; y para darnos seguridad de la posesión del reino celestial. 2º) Para nuestra seguridad; pues él subió para rogar por nosotros. 3º) Para atraer a sí nuestros corazones: En donde está tu tesoro, allí está también tu corazón (Mt 6, 21). Para que despreciemos las cosas temporales. Si resucitasteis con Cristo, buscad las cosas que son de arriba, en donde está Cristo sentado a la diestra de Dios; pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Col 3, 1, 2). (In Symb.)

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LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Lecciones del II nocturno de maitines


Sermón de San León, Papa.
Sermón 1 de la Ascensión del Señor.
Hoy, amados míos, se cumplen cuarenta días sagrados, desde la dichosa y gloriosa resurrección de nuestro Señor Jesucristo, con la cual, en el espacio de tres días el poder divino restableció el verdadero templo de Dios que la impiedad de los Judíos había destruido. Este número de días lo señaló la santísima disposición de la Providencia para nuestra utilidad y enseñanza, para que, prolongándose durante este espacio de tiempo la presencia temporal del Señor, la fe de la resurrección fuese confirmada con las pruebas necesarias. Ya que la muerte de Cristo había causado gran turbación en los corazones de los discípulos, y como se hallaren entristecidos, ya por el suplicio de la cruz, ya por la muerte y sepultura, cierta especie de desconfianza se había apoderado de ellos.
Por lo cual los dichosos apóstoles y todos los discípulos que se habían alarmado por la muerte de cruz, y habían vacilado en la fe de la resurrección, de tal suerte fueron confortados ante la evidencia de la verdad, que al subir el Señor a lo más sublime de los cielos, no sólo no experimentaron tristeza alguna, sino que se llenaron de una gran alegría. Había motivo de extraordinaria e inefable exultación, al ver cómo en presencia de aquella santa multitud, una naturaleza humana subía sobre la dignidad de todas las celestiales criaturas, elevándose sobre los órdenes de lo Ángeles, y a más altura que los Arcángeles, sin ningún límite su exaltación, ya que recibida por su eterno Padre, era asociada en el trono a la gloria de aquel cuya naturaleza estaba unida con el Hijo.
Ya que la ascensión de Cristo constituye nuestra elevación, y el cuerpo tiene la esperanza de estar algún día en donde le ha precedido su gloriosa cabeza; por esto, con dignos sentimientos de júbilo, carísimos, alegrémonos y gocémonos con piadosas acciones de gracias. Hoy no sólo hemos sido constituidos poseedores del paraíso, sino que con Cristo hemos ascendido a lo más elevado de los cielos, consiguiendo una gracia más inefable por Cristo, que la que habíamos perdido por la envidia del diablo. Pues a los que el malvado enemigo arrojó del paraíso, el Hijo de Dios, juntándolos consigo los colocó a la diestra de Dios Padre, con el cual vive y reina en unión con el Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

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