ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.-(Escrita por el papa León XIII en 1888)
¡Oh, glorioso Príncipe de las Milicias Celestiales, San Miguel Arcángel!
Defiéndenos en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los Principados y las Potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas y contra los espíritus malignos. Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, …Más
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.-(Escrita por el papa León XIII en 1888)
¡Oh, glorioso Príncipe de las Milicias Celestiales, San Miguel Arcángel!
Defiéndenos en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los Principados y las Potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas y contra los espíritus malignos. Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales,
que formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del demonio. Combate en este día, con el ejercito de los santos ángeles la batalla del Señor, como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, jefe de los orgullosos, y contra sus ángeles apostatas, que fueron impotentes de resistirte y para quienes no hubo nunca jamas lugar en el Cielo. Y ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama diablo y Satán, el que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo.
Pero he ahí que ese antiguo enemigo, este primer homicida, ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido por la turba de espíritus malignos recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo; para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna gloria. Este dragón malvado derrama el veneno de su malicia infernal, como un torrente de fango impuro, sobre los hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, es decir, el espíritu de la mentira, de blasfemia y el soplo envenenado de la impudicia, de los vicios y todas las abominaciones. Enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, y sobre sus bienes mas sagrados han puesto sus manos criminales. Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de san Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al rebaño.
Álzate, oh Príncipe invencible, defiende al Pueblo de Dios contra los ataques de esos espíritus réprobos: concédele la Victoria. Este pueblo te venera como su protector y patrono, y la Iglesia se gloria de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te ha confiado Dios el cuidado de las almas de los hombres para conducirlas a la felicidad celestial. Ruega, pues, al Dios de la paz, para que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud ni causar perjuicio a la Iglesia. Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que la Misericordia del Señor nos alcance cuanto antes. Somete al dragón, a la antigua serpiente que es el diablo y Satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda volver a seducir a los pueblos. Amén.
V. He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
R. Venció el León de la Tribu de Judá, el retoño de David.
V. Que tus Misericordias, oh Señor, se realicen sobre nosotros.
R. Como hemos esperado de Ti.
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y que mis gritos se eleven hasta Ti.
Oremos,
Oh Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre e imploramos insistentemente tu clemencia para que por la intercesión de María Inmaculada, siempre Virgen, nuestra Madre, y del glorioso San Miguel Arcángel te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al genero humano y para arruinar a las almas. Amén.