COMBATE CONTRA LA PESTILENTE MASONERÍA (Mons. Ernest Jouin) por Agnus Dei Prod.

Si quieres ver destruida las sectas masónicas, el sionismo y los enemigos de la Iglesia Católica y de tu patria, lo primero que has de hacer es buscar la santidad de vida (querer ser santo, un santo cristiano): ser hombre de oración, mortificación, vida sacramental... Hemos de ser católicos consecuentes, capaces de renunciar a toda vanidad y obstáculo que nos impida ganar gracia divina, porque lo primero es llevar en nuestra alma el "amor de Dios". Si no combatimos las pasiones desordenadas (ira, soberbia, avaricia, gula, lujuria) erraremos constantemente aunque nuestro ideal sea hermoso y caballero.
No hay cosa que odien más estos secuaces del demonio que ver a un cristiano estar bien formado en doctrina católica y en gracia divina: humilde, mortificado, casto, paciente, obediente... santo. Hemos de despreciar lo mundano (usarlo lo necesario para poder vivir pero con total desapego, porque en el apego de lo material aquí es donde ellos atrapan a las almas) y aspirar a lo divino.
El progreso mal entendido y la civilización modernista delirante ha sido la causante, en gran parte, del avance progresivo de estas sectas pestilentes porque han inoculado el veneno liberal en las leyes, la cultura, la religión...
21 siglos lleva el diablo y sus secuaces queriendo derribar y destruir la obra de Nuestro Señor Jesucristo: Iglesia Católica. Son los odiadores de la Cruz (masonería y sionismo). Hoy, una sociedad depravada por leyes criminales se ha impuesto en muchos gobiernos impíos que siguen las consignas de organizaciones mundialistas a expensas de las sectas perversas de la masonería dirigidas en su mayor parte por el sionismo internacional, macabro y delincuente, aquel mismo que crucificó a Cristo en el Calvario y que hoy día también, llenos de rencor y delirios de grandeza quieren dominar el mundo y las almas.
Dictan leyes inicuas y degeneradas para degenerar a los hombres y llevarlos "imnotizados" al redil del mismo Lucifer.

"Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo porque es mentiroso y padre de la mentira. En cambio a mí, porque os digo la verdad, no me creéis’” (Jn 8,39 b-45)".