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Carta a mis Antiguos Alumnos de Puerto Real

Carta a mis Antiguos Alumnos de Puerto Real

Pedro L. Llera, el 16.06.23 a las 11:39 AM

«Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor».
I Jn, 4

No os podéis imaginar lo que me gustaría estar esta tarde junto a todos vosotros en vuestra graduación y poder daros besos y abrazos a todos y cada uno de vosotros. Sabéis que os quiero muchísimo y sé que vosotros también me queréis a mí. Y ese amor supera separaciones y distancias. Ese amor supera cualquier obstáculo. Espero que el recuerdo que conservéis de mí sea ese: que os he querido muchísimo y os seguiré queriendo hasta más allá de la muerte, porque la caridad, el amor que viene de Dios, no muere nunca.

Educar en la Verdad para ser Libres: ese es el lema de nuestros colegios. Permitidme que os dé una última lección.

¿Qué es eso de ser libre?

Ser libre, para un cristiano, no consiste en hacer lo que nos dé la gana en cada momento. Para un católico, es totalmente inconcebible una libertad humana que no esté sumisa a Dios y sujeta a su voluntad: esa es la Verdad de la fe que profesamos. «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo», decimos en el Padre Nuestro. Negar a Dios este dominio supremo o negarse a aceptarlo no es libertad, sino abuso de la libertad y rebelión contra Dios». Esa es la Verdad. Somos libres para amar, para hacer el bien. Pero nadie nos ha dado permiso para pecar, para hacer el mal, para mentir, para confundir el amor con el mero placer sexual. Amar es mucho más.

Hemos sido creados por Dios y nuestro fin de trayecto es Dios. Recordad a Jorge Manrique:

Este mundo es el camino
para el otro, qu’es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.

Pero os pido por favor que tengáis buen tino para andar esta jornada sin errar: no equivoquéis el camino. Dios nos da la vida para hacer algo grande con ella: para darle gloria y alabanza y así alcanzar el cielo.

¿Y cómo damos gloria a Dios? Viviendo según el mandamiento de la Caridad: amaos los unos a los otros como Cristo os ama: con locura, sin límites. Cristo os quiere a morir. Y yo, en mi humilde medida, también.

El hombre no ha sido hecho para este mundo, sino para la eternidad. Vosotros no habéis sido creados para este mundo, sino para la eternidad. Y las cosas de este mundo son pasajeras y carecen de consistencia. Los placeres terrenales son pura vanidad de vanidades. Y si vuestro objetivo es andar tras esos placeres, erraréis el camino y os perderéis.

Amad a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por Dios. Vosotros me queréis y yo os quiero a vosotros a más no poder. Y ese amor da sentido a mi vida y a la vuestra. Porque ese amor viene de Dios. No es un amor simplemente natural: es sobrenatural.

No os apartéis de Él. La Felicidad, la Verdad, el Amor, la Belleza, el Bien más grande… Todo eso es Cristo. Y Cristo se os da cada vez que comulgáis en gracia de Dios para haceros santos y para que seáis sus testigos en medio de este mundo. Necesitamos luz en medio de este mundo tan oscuros: sed luz e iluminad las tinieblas. Poned amor donde haya odio y paz donde haya discordias.

En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

¿No sentís cómo arde vuestro corazón en este momento? Eso es porque ahí está Dios en medio de vosotros y en lo más profundo de vuestro corazón.

Sed Luz y dejad que Cristo os guíe por este valle de lágrimas. Él os enjugará las lágrimas y os ayudará en los malos momentos de la vida. Y cuando estéis cansados y agotados en el camino de la vida, recordad aquel prado maravilloso que nos pintaba Gonzalo de Berceo en Los Milagros de Nuestra Señora. Los brazos de la Santísima Virgen María siempre estarán ahí para que descanséis y repongáis fuerzas para continuar la peregrinación hacia el Cielo.

Todos cuantos vivimos y sobre pies andamos
-aunque acaso en prisión o en un lecho yazgamos-
todos somos romeros que en un camino andamos:
esto dice San Pedro, por él os lo probamos.

Mientras aquí vivimos, en ajeno moramos;
la morada durable arriba la esperamos,
y nuestra romería solamente acabamos
cuando hacia el paraíso nuestras almas enviamos.

En esta romería tenemos un buen prado
en que encuentra refugio el romero cansado:
es la Virgen Gloriosa, madre del buen criado
del cual otro ninguno igual no fue encontrado.

La Verdad que nos hace libres es Cristo. Seguidlo a Él. Yo solo he sido un mero instrumento en sus manos: Él me llevó a Puerto Real para que fuera su testigo; para que os amara y os sirviera. Y eso es lo que he querido hacer en todo momento, a pesar de mis pecados. Pero este milagro de amor que sentís y que siento es obra suya. El mérito es de Cristo. No mío. Yo soy el dedo que señala a la luna: no os quedéis mirando al dedo. Miradlo a Él.

Que Dios os bendiga todos los días de vuestra vida y que la Santísima Virgen de Lourdes os proteja siempre y os libre de todo mal.

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