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Cuando Dios te lleva al límite

Cuando Dios te lleva al límite

Jorge, el 16.06.23 a las 12:30 PM

Tengo una cierta sospecha de que el padre Dios lleva tiempo tomándome el pelo. Mi sensación es que me va llevando al límite para llegado el momento final hacerme un guiño de esperanza.

He dicho y sigo diciendo que la pastoral rural en esta España prácticamente vaciada puede resultar muy dura. No es fácil, y lo saben porque se lo he contado, celebrar misa cada día para encontrarte con una, dos, quizá tres o cuatro personas. Incluso, en ocasiones, nadie en carne mortal, que ya sabemos que ángeles y santos no fallan. No solo un día laborable cualquiera. Celebraciones dominicales he tenido con una sola Rafaela. El cansancio puede llegar.

Mi costumbre, lo saben, es celebrar dos días por semana en cada pueblo.
En Braojos no faltan tres, cuatro… alguna más. En La Serna, Juana es fija. En Piñuécar me acompañan cada viernes dos o tres religiosas Carmelitas mensajeras del Espíritu Santo que tienen su casa en Horcajo.

Un viernes cualquiera. No pudieron acercarse las hermanas. Antes de misa, como ya tenemos por costumbre, el Santísimo expuesto y rezo del santo rosario. Yo solo. Y te vienen esos pensamientos de si merece la pena mantener una misa en una parroquia donde no acuden más que las religiosas. Casi que decides que no y que buena gana seguir acudiendo cada viernes a Piñuécar. Momento donde el tirar la toalla se hace casi una urgencia.

Dios te pone al límite. Pues ya ven. Yo solo. Y cuando llego al altar para reservar el Santísimo ¡oh sorpresa! veo que entran tres mujeres a misa.

Ayer mismo en La Serna. Rosario, exposición y misa. Juana y yo.
Y a continuación, rosario, novena del Corazón de Jesús y misa en Braojos. Vuelve el demonio a enredar. ¿Merece la pena y más cuando tengo otra misa después? ¿Una misa más? Y cuando uno anda en esas elucubraciones malditas se abre la puerta del templo y aparecen dos religiosas que viven en Oteruelo: como sabemos que tienen misa cada jueves hemos venido a celebrarla hoy en La Serna,

Otra vez Dios ha querido jugar conmigo. Es verdad que hice buenos propósitos para la misa diaria. Y es verdad que la tentación del no tiene sentido aparece. Justo entonces, cuando estás a punto de rendición porque nadie responde mira por dónde aparecen dos o tres en alguno de los pueblos.

El otro día, rezando en uno de los templos, pensaba en estas cosas. Yo muy gallito diciendo que misa cada día, que uno vale para eso y para más, y sin embargo me descubro en ocasiones cansado, abatido, reconociendo que no siempre es fácil seguir adelante y que buena gana de empeñarme en celebrar allí donde no va nadie. Dios, con esos pequeños regalos de alguna Rafaela que llega, me vuelve a recordar cada día ese principio que tantas veces repito: “con la iglesia cerrada, no va nadie, si está abierta… quién sabe" y me dice que siga… que no me canse, que con la iglesia abierta pueden llegar sorpresas. Bendito sea.

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