El efecto Francisco en Argentina: los seminarios se están secando

El Seminario Metropolitano Inmaculada Concepción de Buenos Aires, Argentina, es un coloso que ocupa una manzana con más de 200 aulas.

En tiempos mejores, estaba lleno de estudiantes vestidos de sotana que profesaban la fe católica.

En un reciente artículo de La Nación, el actual rector, el reverendo Julio Miranda, afirma: "Estudié aquí entre 1978 y 1985 y había 220 seminaristas, más del triple que ahora".

Los pocos seminaristas que quedan ni siquiera son todos de Buenos Aires, sino que proceden de diócesis como San Martín, Patagonia y Zárate, que han cerrado sus seminarios por falta de vocaciones.

Otro rector de seminario, el reverendo Mario Larrosa, de la diócesis de Morón, lo expresa así: "Si no recibiéramos seminaristas de Laferrere, Merlo-Moreno y San Miguel, ni siquiera tendríamos seminario". La diócesis de Morón cuenta con dos seminarios.

En 1985, el número de nuevos seminaristas en Argentina era de 231. Después: 210 (1995), 256 (1997), 154 (2014), 107 (2020), 57 (2024).

El Seminario de Paraná tiene capacidad para 200 seminaristas, pero hoy cuenta con 22: 15 de Paraná y 7 de Concordia.

Lo sorprendente es que la muerte de seminarios en su patria no preocupa tanto a Francisco como el crecimiento de lo que él llama congregaciones religiosas "muy rígidas" y "conservadoras", a las que no les faltan vocaciones.

En un curso celebrado en 2020 para rectores y formadores de los moribundos seminarios latinoamericanos, les aconsejó "soñar juntos" (sic). Luego denunció con dureza que "han surgido congregaciones religiosas que son un desastre" y "que hubo que ir cerrando poco a poco", porque son "congregaciones de rígidos [= católicos] que detrás de esa rigidez escondían una verdadera podredumbre".

"¿Será que uno busca la paja en el ojo ajeno, mientras es incapaz de ver la viga en el propio?" - se pregunta el comentarista argentino Bernardino Montejano.

El artículo también informa de que el cierre del próspero seminario diocesano de la diócesis de San Rafael fue "ordenado" (sic) por Bergoglio, a pesar de que contaba con 39 seminaristas, todos pertenecientes a la relativamente pequeña diócesis (250.000).

Tras el cierre del seminario, un grupo importante decidió abandonar la formación sacerdotal. Parece que a Francisco no le gustó la "fuerte injerencia" de la Congregación del Verbo Encarnado (IVE) en la comunidad del seminario.

Montejano califica de mentira la acusación de injerencia de la IVE en el seminario.

"Que Dios bendiga a los seminaristas de San Rafael que se han convertido en víctimas de un papa tirano, entregado por un miserable traidor", al que Montejano llama "el miserable [obispo emérito Eduardo] Taussig [de San Rafael], cuyo lacayismo no le sirvió de nada". El traidor no es necesario, ya que la traición se ha llevado a cabo".

Traducción IA