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LOS MARTIRES CRISTIANOS. PRIMEROS MARTIRES DE ROMA 30 de junio ADVERTENCIA IMAGENES MUY FUERTES <HOY Y AYER> QUE DIOS NOS AUMENTE LA FE POR LA PERSECUCION QUE ESTA PROXIMA... Mártires de la persecución …Más
LOS MARTIRES CRISTIANOS.

PRIMEROS MARTIRES DE ROMA 30 de junio
ADVERTENCIA IMAGENES MUY FUERTES
<HOY Y AYER> QUE DIOS NOS AUMENTE LA FE POR LA PERSECUCION QUE ESTA PROXIMA...

Mártires de la persecución de Nerón luego del incendio de Roma
La celebración de hoy, introducida por el nuevo calendario romano universal, se refiere a los protomártires de la Iglesia de Roma, víctimas de la persecución de Nerón después del incendio de Roma, que tuvo lugar el 19 de julio del año 64.

¿Por qué Nerón persiguió a los cristianos? Nos lo dice Cornelio Tácito en el libro XV de los Annales: “Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”.

En tiempos de Nerón, en Roma, junto a la comunidad hebrea, vivía la pequeña y pacífica de los cristianos. De ellos, poco conocidos, circulaban voces calumniosas. Sobre ellos descargó Nerón, condenándolos a terribles suplicios, las acusaciones que se le habían hecho a él. Por lo demás, las ideas que profesaban los cristianos eran un abierto desafío a los dioses paganos celosos y vengativos... “Los paganos—recordará más tarde Tertuliano— atribuyen a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si las aguas del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el Nilo no se desborda ni inunda los campos, si hay sequía, carestía, peste, terremoto, la culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”.

Nerón tuvo la responsabilidad de haber iniciado la absurda hostilidad del pueblo romano, más bien tolerante en materia religiosa, respecto de los cristianos: la ferocidad con la que castigó a los presuntos incendiarios no se justifica ni siquiera por el supremo interés del imperio.

Episodios horrendos como el de las antorchas humanas, rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines de la colina Oppio, o como aquel de mujeres y niños vestidos con pieles de animales y dejados a merced de las bestias feroces en el circo, fueron tales que suscitaron un sentido de compasión y de horror en el mismo pueblo romano. “Entonces —sigue diciendo Tácito—se manifestó un sentimiento de piedad, aún tratándose de gente merecedora de los más ejemplares castigos, porque se veía que eran eliminados no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad de un individuo”, Nerón. La persecución no terminó en aquel fatal verano del 64, sino que continuó hasta el año 67.

Entre los mártires más ilustres se encuentran el príncipe de los apóstoles, crucificado en el circo neroniano, en donde hoy está la Basílica de San Pedro, y el apóstol de los gentiles, san Pablo, decapitado en las “Acque Galvie” y enterrado en la vía Ostiense. Después de la fiesta de los dos apóstoles, el nuevo calendario quiere celebrar la memoria de los numerosos mártires que no pudieron tener un lugar especial en la liturgia.
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Los Primeros Cristianos.
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Los Primeros Cristianos.

Los Primeros Cristianos
John Carlos
Se entiende por cristiano solamente a la Iglesia de Cristo; es decir a la Iglesia Católica.
Angelo Lopez
Cristo, el testigo (mártir) veraz, avanza toda su vida por un camino que conduce a la Cruz, donde consuma nuestra salvación. Y nosotros, si queremos ser discípulos suyos, hemos de ser también mártires, llevando su Cruz cada día hasta nuestra muerte. El Maestro nos lo enseña claramente:
«entrad por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y …
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Cristo, el testigo (mártir) veraz, avanza toda su vida por un camino que conduce a la Cruz, donde consuma nuestra salvación. Y nosotros, si queremos ser discípulos suyos, hemos de ser también mártires, llevando su Cruz cada día hasta nuestra muerte. El Maestro nos lo enseña claramente:

«entrad por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran» (Mt 7,13-14).

Así pues, «si alguno quiere venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien perdiere su vida por mi causa y por el Evangelio, la salvará» (Mc 8,34-35).

Perder la vida, por entregarla con amor a Cristo y a los hermanos, lleva a la alegría, la paz, la fecundidad, la salvación. Guardar la vida, por no darla a Dios y al prójimo, conduce a la tristeza y a la angustia, a la esterilidad y a la perdición.
Al pueblo cristiano se le ofrecen, pues, dos caminos: el verdadero, el del Evangelio, que se recorre con la cruz y que lleva a la vida, y el sendero falso de un falso Evangelio, que intenta eludir la cruz y que lleva a la muerte.
Elegir el camino que se quiere andar es una elección necesaria. Y hoy esta elección se plantea con especial dramatismo, pues de nuevo y más que nunca estamos viviendo el tiempo de los mártires. Por eso, quien prefiera eludir el martirio, quizá lo consiga, pero ha de saber que deja el seguimiento de Cristo y que entra en un camino de perdición. Y quien hoy decide ser cristiano, ha de estar firmemente determinado a ser mártir con Cristo y a llevar cada día su cruz.
El martirio continuo de Jesús
Jesucristo, el mártir

Durante su vida temporal, Jesucristo es mártir permanente de Dios en el mundo. Él es «el Testigo (mártir) veraz y fidedigno» (Ap 1,5; 3,14). Él es mártir no solo en cuanto testigo continuo de la verdad de Dios, es decir, como profeta, sino también lo es durante toda su vida en el sentido doloroso que este término tiene en la tradición cristiana. En efecto, durante toda su vida en la tierra, Cristo avanza consciente, libre y amorosamente hacia la Cruz. Toda su vida es, pues, un grandioso via crucis, que se consuma en el Calvario, en la Cruz sagrada.

Esta condición martirial y dolorosa de Jesucristo siempre ha sido conocida por los santos, que son quienes mejor lo han comprendido. Así Santa Teresa:

«¿Qué fue toda su vida sino una cruz, siempre delante de los ojos nuestra ingratitud y ver tantas ofensas como se hacían a su Padre, y tantas almas como se perdían? Pues si acá una que tenga alguna caridad le es gran tormento ver esto, ¿qué sería en la caridad de este Señor?» (Camino, Esc. 72,3).

Santa Teresa entiende perfectamente los sentimientos de Cristo porque, como quería San Pablo (Flp 2,5), ella tiene los mismos sentimientos que Él. Cristo está viviendo en ella con toda plenitud, y por eso siente Teresa los mismos sentimientos de Jesús, y experimenta también la vida presente como una cruz continua. Esa fue la experiencia de Cristo, lo misma de San Pablo: «cada día muero» (1Cor 15,31).
espie valadao
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