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El retorno a escena del cardenal Ruini. Habla sobre la Amazonia, los sacerdotes casados, el riesgo de cisma, el alejamiento de Dios

Por Sandro Magister

La penúltima intervención a campo abierto del cardenal Camillo Ruini sobre una cuestión crucial debatida en un sínodo se remonta al 2014, durante el primero de los dos sínodos sobre la familia. El tema fue la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

Era el día 13 de octubre y Ruini se pronunció en contra. Su comentario fue publicado de nuevo en un libro que recogió las intervenciones de otros cuatro cardenales, también ellos contrarios a la opción a la que el papa Francisco habría dado el vía libre de manera confusa con la exhortación postsinodal Amoris laetitia.

A partir de ese mes de octubre de 2014, Ruini, que hoy tiene 88 años y condujo a la Iglesia italiana durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, se encerró en un prolongado silencio sobre las cuestiones más controvertidas de la Iglesia.

Sin embargo, no era un misterio cuáles eran, en su opinión, las cuestiones capitales para la Iglesia y el mundo. En 2016 publicó un libro titulado: “C’è un dopo? La morte e la speranza” [¿Qué hay después? La muerte y la esperanza], en el que hablaba del más allá, de la vida eterna y de la resurrección de los muertos, del infierno y del paraíso; en síntesis, de los últimos artículos del Credo, como ya había hablado de los primeros artículos de la profesión de fe en su libro anterior, del 2012, titulado Intervista su Dio [Entrevista sobre Dios].

No hace falta decir que este primado dado a la cuestión de Dios, al interpretar la crisis actual del mundo y de la Iglesia, pone en comunión al cardenal Ruini con el papa emérito Benedicto XVI.
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La novedad de estos días es que Ruini ha roto el silencio y se ha pronunciado de nuevo sobre las cuestiones más controvertidas de la Iglesia, y en especial sobre el Sínodo para la Amazonia del pasado mes de octubre.

Lo ha hecho en esta entrevista en el Corriere della Sera del 3 de noviembre:
> Ruini: “La Chiesa dialoghi con Salvini. I sacerdoti sposati? Un errore”

La entrevista ha tenido en Italia una fortísima resonancia. Pero increíblemente, ha sido retomada y discutida en los días siguientes a su publicación sólo por las frases iniciales que el cardenal ha dedicado - preguntado por el entrevistador- a la situación política, al papel de los católicos, a su juicio sobre Mateo Salvini, el líder de la Lega, el partido político italiano más votado.

Efectivamente, ha bastado el ecuánime y muy prudente crédito que Ruini da a Salvini para hacer llover sobre el cardenal una tempestad de críticas procedentes de la izquierda del mundo católico italiano, ya sea de obispos como Nunzio Galantino y Domenico Mogavero, como de parlamentarios católicos del Partido Democrático como Stefano Ceccanti y Franco Monaco, o de veteranos del “espíritu del Concilio” como Enzo Bianchi y Raniero La Valle, o del mismo jefe del Estado, Sergio Mattarella.

Pero precisamente durante varios días sólo se ha hablado de política, y no de lo que el cardenal Ruini ha dicho en la parte central y final de la entrevista.

Lo que publicamos a continuación es justamente la cara oculta de la luna: son las palabras claras y francas que el cardenal ha dedicado a las cuestiones reales que hoy aquejan y dividen a la Iglesia. Palabras que es bueno que todos conozcan, no sólo en Italia.
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“ES UNA DECISIÓN EQUIVOCADA. Y ESPERO Y REZO PARA QUE EL PAPA NO LA CONFIRME”
(De la entrevista al cardenal Camillo Ruini publicada en el Corriere della Sera en su edición del 3 de noviembre de 2019)


P. – El sínodo sobre la Amazonia podría permitir a los diáconos casados acceder al sacerdocio. La impresión es que puede ser el desencadenante para eliminar la obligación del celibato. ¿No es así?
R. – En Amazonia, y también en otras partes del mundo, hay una gran carencia de sacerdotes y las comunidades cristianas a veces están privadas de la Misa. Es comprensible que se pida la ordenación de los diáconos casados, y la mayoría del sínodo se orientó en este sentido. Pero en mi opinión se trata de una decisión equivocada. Y espero y rezo para que el Papa no la confirme en la próxima exhortación apostólica postsinodal.

P. – ¿Por qué equivocada?
R. – Las razones principales son dos. El celibato de los sacerdotes es un gran signo de dedicación total a Dios y al servicio de los hermanos, especialmente en un contexto erotizado como el actual. Renunciar a él, aunque sea de manera excepcional, sería ceder al espíritu del mundo, que siempre intenta penetrar en la Iglesia y que difícilmente se limitaría sólo a casos excepcionales como la Amazonia. Hoy, además, el matrimonio está profundamente en crisis: los sacerdotes casados y sus esposas estarían expuestos a los efectos de esta crisis y su condición humana y espiritual no podría no sentirse afectada por la misma.

P. – ¿Está diciendo que un sacerdote divorciado sería un problema?
R. – Así es.

P. – ¿Qué se puede hacer, entonces, para combatir la disminución de las vocaciones, para llenar los seminarios? ¿Y también las iglesias, muchas veces vacías, sin fieles?
R. – A todas estas preguntas la respuesta decisiva es sólo una: nosotros, cristianos, y sobre todo nosotros, los sacerdotes y religiosos, debemos estar más cerca de Dios en nuestra vida, llevar una vida más santa y preguntarle todo esto a Dios en la oración. Sin cansarnos.

P. – El papa Francisco es atacado tanto por quienes –como los obispos alemanes– lo querrían más reformador, como por quienes –como los obispos norteamericanos– lo querrían más conservador. ¿Hay riesgo de cisma?
R. – No creo que lo haya, y lo espero de todo corazón. La unidad de la Iglesia es un bien fundamental y nosotros, los obispos, en unión con el Papa, debemos ser los primeros artífices de la misma.

P. – ¿Cómo juzga usted al pontificado actual? ¿Se equivocan quienes definen a Francisco como un Papa “de izquierda”, incluso un “populista”?
R. – Jesucristo ha dicho: no juzguéis para no ser juzgados. Mucho menos puedo yo juzgar a Francisco, que es mi Papa, a quien le debo respeto, obediencia y amor. En este espíritu, puedo responder que el papa Francisco ha puesto a los pobres en el centro de su pontificado; y recuerdo que san Juan Pablo II, quien era muy diferente a é, confirmaba continuamente el amor preferencial por los pobres.

P. – El papa emérito Ratzinger ha afirmado que la crisis de Europa es antropológica: el hombre ya no sabe quién es. ¿Está usted de acuerdo?
R. – Sí. El motivo principal por el que ya no sabemos quiénes somos es que ya no creemos que estamos hechos a imagen de Dios. La consecuencia es que ya no tenemos identidad respecto al resto de la naturaleza.

P. – Usted ha escrito un libro sobre el más allá, titulado C’è un dopo? La morte e la speranza [¿Hay un después. La muerte y la esperanza]. ¿Cómo se lo imagina?
R. – Tengo 88 años y también por esto cada día que pasa pienso en el más allá, sobre todo cuando rezo. Es imposible imaginarlo, a no ser por lo que nos dijo Jesucristo: estaremos siempre con Él y con Dios Padre, junto a nuestros hermanos. Vivir ya ahora la relación con Dios es el modo para pregustar el gozo que nos espera y que supera todos nuestros deseos.

P. – ¿Ha tenido alguna vez dudas sobre la inmortalidad del alma y la resurrección de la carne?
R. – Hasta Kant, la inmortalidad del alma era la idea que prevalecía entre los filósofos; el verdadero escándalo del cristianismo es la resurrección de los muertos. No las dudas, sino más precisamente las tentaciones contra la fe en la salvación futura me han acompañado y cansado siempre. La teología ayuda a vencerlas, pero mucho más ayuda la oración. Y nos consuelan los signos que a veces llegan del más allá.

P. – ¿Qué signos?
R. – Piense en la cantidad de curaciones debidas a la intervención del padre Pío. Y también en las curaciones debidas -y lo sé seguro- a san Juan Pablo II.

Publicado originalmente en italiano el 11 de noviembre de 2019, en magister.blogautore.espresso.repubblica.it/…/il-ritorno-in-c…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino