La Conferencia Episcopal Española (CEE), tras su Comisión Permanente, evitó pronunciarse en apoyo al sacerdote Custodio Ballester, acusado de delito de odio y con una petición fiscal de tres años de cárcel. Mons. Francisco César García Magán señaló que la responsabilidad recae en el arzobispo de Barcelona y que será la justicia quien decida si el sacerdote excedió los límites legales de la libertad de expresión.
Este silencio contrasta con la rápida defensa que la CEE hizo recientemente de la Fiesta del Cordero islámica en Jumilla, presentada como un derecho religioso equiparable a la Misa. El contraste ha generado críticas entre fieles, que perciben un doble rasero: firmeza en la defensa del islam y cautela ante un sacerdote católico procesado. Esta actitud, advierten, debilita la autoridad moral de la CEE y deja sensación de desamparo dentro de la comunidad católica.