Amar la Luz que es Cristo

San Juan Bosco Resucita a Un Niño, Lo Confiesa y Prefiere Ir al Cielo a Seguir Viviendo

Lo aquí expuesto es sólo un pequeño ejemplo de la extraordinaria obra que este Santo hizo, no sólo en Italia, sino en distintos paises de Europa en favor de los más necesitados. Signos increibles que han conducido a la fe a una multitud de personas.

Un muchacho turinés de quince años llamado Carlos agonizaba. Hizo llamar a Don Bosco, pero el santo no pudo llegar a tiempo. Otro sacerdote lo confesó, y luego el chico murió. Cuando Don Bosco regresó a Turín, fue inmediatamente a su casa. Le dijeron que había fallecido, pero el santo insistió en que “había un malentendido”. Tras rezar unos momentos por el joven, Don Bosco exclamó repentinamente: “¡Levántate, Carlos!” Ante el asombro de todos los presentes, el chico abrió los ojos y se incorporó en la cama. Al ver a Don Bosco se le iluminó la cara.

«¡Padre, yo tendría que estar ahora en el infierno! –dijo el chico con voz entrecortada–. Hace dos semana estaba con un compañero malo que me hizo pecar, y en la última confesión no me atreví a decirlo todo… ¡Acabo de tener un sueño terrible! Soñé que estaba al borde de una caldera gigantesca rodeado por un montón de demonios. Se disponían a arrojarme a las llamas, cuando de pronto apareció una Señora muy linda y se lo impidió. Me dijo: “Aún hay esperanzas para ti, Carlos. ¡Todavía no se te ha juzgado!” En ese momento oí que usted me llamaba. ¡Ay, don Bosco! ¡Qué alegría verlo otra vez! ¿Le importaría confesarme?»

Una vez lo hubo confesado, Don Bosco le dijo: «Carlos, ahora que se te han abierto de par en par las puertas del Cielo, ¿quieres ir allí o quedarte con nosotros?» El muchacho apartó la mirada por un momento mientras le saltaban las lágrimas. Se hizo un silencio sepulcral. «Don Bosco –dijo por fin–, prefiero ir al Cielo.” Los presentes observaban asombrados mientras Carlos se volvía a reclinar sobre la almohada, cerraba los ojos y regresaba al silencio de la muerte.»

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Me preguntó una pequeña el día de hoy:

¿Cuándo alguien está muerto ya no se puede confesar por los santos en el más allá... es por eso nosotros tenemos que rezar por ellos?

No , cuando alguien muere sin confesarse, lo único que les resta es asumir y acoger la Divina Misericordia para alcanzar la salvación de Cristo y esperar poder estar en purificación al purgatorio y por nuestras oraciones su pronta entrada al Cielo.
La confesión es un sacramento para los vivos, que están muertos en vida por el pecado.

Y sí Dios le permite regresar a la vida por su infinita misericordia como el caso del joven Carlos por intercesión de un hombre de Dios como San Juan Bosco, esa será una excepción.

Por eso oh Cristiano no temas confesar tus pecados ante un sacerdote presbítero ministro del Altar, quien es el único que como dispensador de los sacramentos te andolvera de tus pecados... Y si no lo haces por desidia o temor a confesarte o por ataduras del maligno en cualquiera de sus estratagemas, pues diariamente trata de hacer tu acto de contrisión perfecta y atente a las consecuencias ante el Divino y Justo Juez.

1 Juan 1-8-10
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Un cristiano no debe andar entre tinieblas, porque allí no está la verdad de Dios, pero si cae, puede contar con el perdón y la dulzura de Dios, que lo devuelve a la vida de la Luz. Lo reiteró el Papa Francisco, en su homilía, en la Santa Misa matutina, que celebró en la Capilla de la Casa de Santa Marta, reflexionando sobre la primera Carta de San Juan: «La noticia que hemos oído de Jesucristo y que les anunciamos es ésta: Dios es luz y en Él no hay tinieblas» (1, 5).

Oremos con Humildad para que vivamos dignamente nuestra vida de Gracia como hijos de Dios y así no caeremos en las redes de Lucifer que nos quiere indignos ante el Santísimo Rey de la Gloria y precipitar a las almas al dolor y llanto sin fin en el fuego eterno sin Dios por toda la eternidad.

La Inmaculada Siempre Virgen María como Madre de Misericordia nos auxilie en la vida y durante la hora de la muerte nos libre del error y del terror de los engaños de satanás y sus engaños que nos tentata a rechazar el AMOR de DIOS por Cristo.

(Oliver Vázquez, Cd. Mx.)


Todas las r
Maria del Carmen Quiroz Leon shares this
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