San Agustín y los pecados

San Agustín y una muy clara explicación de los pecados.

La pereza pretende apetecer la quietud; pero, ¿qué quietud cierta se puede encontrar fuera de ti?
La lujuria quiere pasar por abundancia y saciedad; pero eres tú la indeficiente abundancia de suavidades incorruptibles.
La prodigalidad pretende hacerse pasar por desprendimiento; pero tú eres el generoso dador de todos los bienes.
La avaricia ambiciona poseer muchas cosas, pero tú todo lo tienes.

La envidia pleitea por la superioridad; pero, ¿qué hay que sea superior a ti?

La ira busca vengarse; pero, ¿qué venganza puede ser tan justa como las tuyas?

El temor es enemigo de lo nuevo y lo repentino que sobreviene con peligro de perder las cosas que se aman y se quieren conservar; pero, ¿qué cosa hay más insólita y repentina que tú; o quién podrá nunca separar de ti lo que tú amas? ¿Y dónde hay fuera de ti seguridad verdadera?

La tristeza se consume en el dolor por las cosas perdidas en que se gozaba la codicia y no quería que le fueran quitadas; pero a ti nada se te puede quitar.

Entonces, fornica el alma cuando se aparta de ti y busca allá afuera lo que no puede encontrar con pureza y sin mezcla sino cuando vuelve a ti. Y burdamente remedan tu soberanía los que de ti se apartan y se rebelan contra ti; pero aún en eso proclaman que tú eres el creador de la naturaleza toda y que no hay realmente manera de cortar los lazos que nos ligan a ti.
¿Qué fue pues lo que yo amé en aquel huerto en que de manera viciosa y perversa quise imitar a mi Señor? ¿Soñé que con el uso de una falaz libertad me colocaba imaginariamente por encima de una ley que en la realidad me domina, haciendo impunemente, en un remedo ridículo de tu omnipotencia lo que no me era permitido?
1. Entonces: si te agradan los cuerpos, alaba a Dios por ellos y endereza al artífice tu amor; no sea que en las cosas que a ti te placen a él le desagrades. Pero si te agradan las almas, ámalas en Dios; porque ellas también son inestables, pero en Dios se estabilizan y sin El pasan y perecen. Han de ser pues, amadas en Dios. Arrastra hacia El a cuantas puedas y diles: "A El y sólo a El debemos amar; El lo hizo todo y no está lejos. Porque no hizo las cosas para marcharse luego, sino las hizo y están en El. Donde El está, la Verdad adquiere sabor; El está muy adentro del corazón, pero el corazón se aparta de El. Volveos, prevaricadores a vuestro propio corazón (Is 46, 8) y abrazad allí al que os creó. Estad con El y seréis estables; descansad en El y vuestro descanso será verdadero. ¿A dónde vais por fragosos caminos? Lo que amáis, de El procede y no es bueno y suave sino por cuanto a El se refiere. Pero lo dulce se volverá justamente amargo si se le ama con injusticia, con abandono de aquel que lo creó".
Laura K K shares this
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Lo comparto para tenerlo presente
Laura K K
GRACIAS¡¡¡