FERNANDO MARTÍN LÓPEZ AVALOS

¡¡¡Indignante!!! ¡¡¡Aberrante!!! ¡¡¡ABOMINABLE!!!

FERNANDO MARTÍN LÓPEZ AVALOS

Recordemos que la santidad de la Iglesia no se mide por números; la verdad prevalecerá para gloria de Dios y gozo de la Santa Iglesia. La Barca de la Iglesia ha sido sacudida por el embate de tempestades, mientras Nuestro Señor Jesucristo permanece dormido. A su tiempo, vendrá la exaltación de su Santa Esposa para la santificación de muchos y para la condenación de otros tantos.

FERNANDO MARTÍN LÓPEZ AVALOS

Pues la clave está em que quienes defienden la MISA ROMANA, se dejen arrebatar este inestimable tesoro, del cual no es dueño prelado alguno. Nosotros, en tierras mexicanas, jamás cederemos ante caprichos de obispos que la quieren suprimir; respetar a los legítimos pastores de la Iglesia no significa servilismo ni lacayismo.

FERNANDO MARTÍN LÓPEZ AVALOS

Nunca pensé que los absurdos teológicos llegarían tan lejos; ya no podemos pensar sino que se ha perdido todo sentido de la ortodoxia, cayendo en el más puro cinismo.

FERNANDO MARTÍN LOPEZ AVALOS

La realidad salta a la vista. El cardenal Zen es un varón sabio, docto, santo y fiel. La historia está en manos de Nuestro Señor Jesucristo, no en la de los jerarcas de Partido alguno.

FERNANDO MARTÍN LÓPEZ AVALOS

Es una excelente noticia que hombres sapientes como el cardenal Müller defiendan así, con humildad y a la vez con convicción, el Rito Romano; la Tradición estará siempre más allá de las particulares preferencias y aversiones, porque conlleva la perennidad de la fe católica, no sujeta a los vaivenes del tiempo y de las modas.

FERNANDO MARTÍN LÓPEZ AVALOS

Insisto: el Santo Padre debe ser prudente con sus comentarios; este Pontificado se ha caracterizado por un sinnúmero de dislates que, como es evidente, han desacreditado enormemente al Papado; el Romano Pontífice debe ser maestro en la verdad, no formular comentarios al calor de una pregunta de banqueta o verter su opinión. Debería ser muy cuidadoso con lo que dice porque, las más de las veces, ha generado una tremenda confusión en lugar de confirmar en la fe a la Iglesia.

FERNANDO MARTÍN LÓPEZ AVALOS

El atacar no es la forma en que llegaremos a la verdad; requerimos de formación, de reflexión, de humildad. En lo personal, no tengo razones para atacar al Novus Ordo, sino que la estrategia es dar testimonio de lo que vivo en la Santa Misa Romana y, como dicen, lo demás vendrá por añadidura. Sin embargo, tampoco quiere decir esto que no replique, con respeto y argumentos a los ataques de los ignorantes o de quienes, de plano, la odian. Recuerdo a Chesteerton, quien decía que necesitábamos una Iglesia que moviera al mundo, no que se moviera con el mundo.

FERNANDO MARTÍN LOPEZ AVALOS

Creo que se hacen comentarios superficiales por parte del Romano Pontífice; recomiendo la lectura de autores connotados como Christus vincit, de monseñor Athanasius Schneider. Hacer una crítica hacia la Santa Misa Romana revela una de dos situaciones: una tremenda ignorancia o, lo que es más grave, un amoldamiento de la Iglesia al mundo moderno. Muchos me han dicho que no tiene sentido ir a una Misa que no le entienden. Efectivamente, no voy a la Santa Misa Romana para entenderla, sino para contemplar el Misterio de Cristo. El problema radica en que el espiritu moderno lo quiere entender todo, pero no tiene capacidad para contemplar los misterios porque vive sumergido en una corriente intelectualista que lo precipita en el abismo de la soberbia. Por otro lado, si lo que se trata es de montar un espectáculo, concedo la razón al Novus Ordo; pero, si lo que buscamos es adorar a Jesucristo, requerimos de ese espíritu de contemplación del que el mundo, incluyendo la mayoría del clero actual, adolece.

Fernando Martín López Avalos

Siempre he tenido una pregunta: ¿no hay algo mejor en lo que el Santo Padre pueda ocuparse que no sea atacar la Santa Misa Tradicional? En lo personal, con todo respeto, ¿en qué perjudicamos a la Iglesia? En muchas celebraciones del Novus Ordo se asiste a un sinfín de desmanes reformistas y sobre ello, nadie dice nada.